Alberto Fabra sueña con que el 9 de octubre las calles se conviertan en una marea de senyeras con banda azul. De esta forma, el PP valenciano quiere celebrar la fiesta de su comunidad y, de paso, matar dos pájaros de un tiro: esconder los 29.000 millones de deuda y responder al éxito que la iniciativa Via Catalana tuvo el 11 de septiembre durante la Diada de Cataluña y que pisó territorio valenciano porque fracasó el intento de veto. La campaña #somvalencians busca ahora exaltar las señas de identidad e invita a los ciudadanos a enviar mensajes y vídeos en los que demuestren su orgullo por haber nacido en esa tierra.
El vídeo promocional, colgado en su página web, es una apoteosis de banderas en el que la enseña del PP se mezcla con la senyera y con la imagen del president de la Generalitat. En él, Fabra llama a los valencianos a que salgan con la bandera a la calle el próximo miércoles para “exaltar el sentimiento, el orgullo y la autoestima del pueblo”. Para asegurarse de que también se le entiende en Madrid, el president sostiene también en castellano que en los próximos meses “exigirá” a Mariano Rajoy “lo que es justo” en materia de financiación autonómica.
Dada la preocupante situación económica, esta vez se ha optado por una campaña de bajo coste y el vídeo aprovecha las imágenes de las elecciones de mayo de 2012. “Centrados en ti” se lee en las camisetas de afiliados y simpatizantes que aplauden en el mitin central de la plaza de toros. Nada que ver con otros alardes como el que llevó a Fabra a gastar 800.000 euros de dinero público en la campaña “Som Comunitat”. Con la venta de supuestos grandes éxitos en campañas insertadas en periódicos, cuñas de radio y minutos de televisión se ocultaba que una semana después la comunidad iba a pedir el rescate financiero.
La campaña #somvalencians lanzada ahora en Twitter aún no ha tenido el éxito esperado aunque con el mismo hashtag escriben tuits los defensores de la idea y los que se burlan de ella. De esta forma, mientras algunos presumen de senyera con la típica barraca valenciana de fondo, otros ironizan con los apuros económicos, los recortes impuestos y las quejas por la deficiente financiación autonómica.
La propaganda del PP no se limitará a Twitter. La comisión de Señas de Identidad del partido ha anunciado que el día 9 se difundirá un manifiesto para convencer a los ciudadanos de que solo el PP defiende sus intereses y su cultura mientras que la oposición “reniega de ella”, como asegura Jorge Bellver, portavoz de los conservadores en Les Corts. Curiosamente, Bellver ha acusado recientemente a los partidos de izquierda de “enrollarse en la senyera pero solo por un día” y de “ínfulas colonizadoras”.
El valenciano del siglo VI a.C
Aunque el manifiesto hará referencia a que la lengua es uno de los motivos de orgullo, no se ha vuelto a insistir en que el valenciano ya se hablaba en el siglo VI a.C. El delirio llegó a formar parte de la propuesta de una proposición no de ley que no llegó a debatirse y que iba acompañada de una exigencia a la RAE para que cambiara la definición de valenciano. La Real Acadèmia Valenciana de la Llengua tildó de “barbaridad” la afirmación y de “cosecha propia de algún iluminado”.
La exaltación del regionalismo tiene mucho que ver con el miedo a la pérdida de popularidad. El portavoz de Compromís, Enric Morera, exige desde hace tiempo saber por qué ya no se difunden las encuestas que encarga periódicamente la Generalitat y habla de “gran preocupación” en las filas conservadoras por el aumento del descontento ciudadano. Además, destaca que el “victimismo por una Valencia maltratada” que el PP enarbolaba cuando el presidente era José Luis Rodríguez Zapatero “ya no tiene defensa” con Mariano Rajoy en la Moncloa.
Símbolos en venta
Mientras, en Castellón se juzga a Carlos Fabra y los alicantinos ven cómo su alcaldesa compartió fiesta de pijama y cruce de favores con el empresario imputado Enrique Ortiz. Fabra sigue vendiendo tolerancia cero con la corrupción aunque el número de imputados en el grupo parlamentario del PP en Les Corts llegó a ser tan numeroso como para constituirse en uno propio. El caso Gürtel o el de desvío de fondos destinados a la solidaridad protagonizado por el exconseller Rafael Blasco, ahora en el grupo mixto, son los más sonados.
La radiotelevisión pública se ha deshecho de mil trabajadores, los estudios cinematográficos de la Ciudad de la Luz están en venta y se lucha para no pagar una indemnización a Bernie Ecclestone por rescindir el contrato de la Fórmula 1. Junto a las carreras de coches, quizás el mejor símbolo de las ansias faraónicas de la época de Francisco Camps es la Ciutat de les Arts i les Ciències diseñada por Santiago Calatrava. Costó más de 1.200 millones y ejemplificó bien el orgullo de los políticos valencianos en el poder. Ahora se busca un operador privado para gestionarla durante los próximos 15 años.