El periodista egipcio-canadiense Mohamed Fahmy, antiguo empleado del canal catarí Al Yazira y encarcelado en Egipto durante más de 411 días, sostiene, en una entrevista con Efe, que, tanto él como sus compañeros juzgados, son víctimas del conflicto diplomático entre Catar y Egipto.
“El propio fiscal me dijo que estábamos pagando el precio por la guerra de Catar y Al Yazira contra Egipto”, señala Fahmy a Efe en su casa del acomodado barrio de Maadi, en alusión al apoyo que ofreció Doha a los Hermanos Musulmanes tras el golpe de Estado que el 3 de julio de 2013 derrocó al entonces presidente egipcio, el islamista Mohamed Mursi.
Fahmy, antiguo jefe del servicio en inglés de Al Yazira en El Cairo, fue arrestado en la capital egipcia en diciembre de 2013 junto a los trabajadores Baher Mohamed, egipcio, y Peter Greste, australiano, este último deportado bajo decreto presidencial el pasado 1 de febrero.
Todos fueron acusados de difundir noticias falsas sobre Egipto, pertenecer a los Hermanos Musulmanes - organización declarada terrorista por las autoridades- y poner en peligro la seguridad del Estado, entre otros cargos.
El 12 de febrero, Fahmy y Baher fueron liberados, aunque deben firmar todos los días en la comisaría para confirmar que no salen del país mientras su juicio continúa.
Para el reportero, el juez que lleva el caso está influido por la opinión pública y cree “estar complaciendo al presidente”.
“No creo que (el presidente egipcio, Abdelfatah) Al Sisi haya llamado al juez”, señala Fahmy, aunque sí piensa que ha influido de otra manera en el juicio.
Según el periodista, Greste se benefició del decreto aprobado por Al Sisi en noviembre, que permite la deportación de extranjeros que hayan sido condenados en Egipto.
Fahmy intentó correr la misma suerte que Greste y renunció a la nacionalidad egipcia.
Un cargo muy alto de la seguridad del país, dice, le aconsejó hacerlo como “única salida”, para beneficiarse de dicho decreto presidencial.
Entonces, Fahmy accedió, y, sobre el papel, dejó de ser egipcio para ser solo canadiense.
“Después de un año de arresto injusto, de haber gastado mucho dinero, de que tu familia haya sufrido tanto y de seguir sin saber qué pasa contigo, ¿tú qué habrías hecho?”, pregunta.
Sin embargo, este gesto no se transformó en su deportación, según él, “bloqueada por el fiscal”, y sí en un aluvión de críticas que intentó aplacar apareciendo en la siguiente sesión del juicio con una bandera de Egipto para mostrar que “no era un traidor”.
Por otra parte, revela que existen testimonios contra los tres periodistas, incluido Greste.
“Baher Mohamed realizó una confesión en la que reconoció que Al Yazira le pidió filmar calles vacías en las manifestaciones del 30 de junio (que concluyeron con el derrocamiento de Mursi), falsificó un discurso de Al Sisi y también las cifras de participación de las protestas”, sostiene.
Ante eso, Fahmy dice que ha pedido a su cadena que muestre, con sus propias imágenes, que esa confesión fue obtenida “bajo presión psicológica”.
“Era muy fácil dejar esto fuera del caso”, se queja Fahmy, “pero rechazaron hacerlo porque tienen miedo de dañar su imagen de lucha por la libertad de prensa”.
De esta manera, el periodista lanza el primer dardo contra la que fue su cadena, de la que dice que “antepone una historia a la seguridad de sus trabajadores”.
Sus acusaciones se basan en que, según él, Al Yazira usó sus vídeos emitidos en la sección en inglés para difundirlos en “Al Jazeera Mubasher Misr”, canal del grupo que retransmitía en árabe y en directo para Egipto y que fue cerrado por las autoridades de El Cairo en agosto de 2013.
Al emitir esas imágenes en un canal prohibido en Egipto, “Al Yazira desafió a Egipto a costa de mi seguridad”, señala el reportero que, sin embargo, admite que esto no justifica las acusaciones que le sitúan como miembro de los Hermanos Musulmanes.
Cuando Fahmy pronuncia esta frase, su mirada desprende una rabia alimentada por los más de 400 días que pasó en prisión, durante los cuales recibió “tortura psicológica”, según asegura.
“El primer mes fue muy duro; estaba en una célula de aislamiento gélida, dormía en el suelo, no tenía luz y no salía”, afirma, aunque reconoce que después sus condiciones mejoraron.
Hoy, con un brazo que no puede mover más de 90 grados debido a “negligencias médicas en la prisión”, Fahmy no espera una absolución.
“Me declararán culpable, pero me aplicarán un periodo de condena que ya he cumplido”, afirma convencido el reportero. Si así ocurriera, volvería a Canadá “inmediatamente”.
Mientras espera el fallo del juez, ha comenzado a escribir un libro sobre su caso y acaba de crear la “Fundación Fahmy” para defender la libertad de prensa.
Por Edu Marín y Mohamed Siali