Con el 23J cada vez más cerca, los cuarteles generales de los grandes partidos se estudian al dedillo los ‘tracking’ que les siguen llegando pese a estar activa la prohibición de publicar encuestas. Esos estudios demoscópicos arrojan datos que permiten a los partidos ajustar sus estrategias, y el candidato del PP, Alberto Núñez Feijóo, tiene la suya clara: exprimir el llamamiento al voto útil. Y para ello, además de atacar al flanco más centrista del PSOE, también ha comenzado a dirigir sus discursos contra su potencial aliado: Vox. La reacción de Santiago Abascal no ha sido leve. El líder ultra ha azuzado el miedo a un posible pacto del PP con el PSOE, y ha calificado a Feijóo de “despistado”.
Es un nuevo capítulo de la relación entre el PP y Vox, que en los últimos años ha transitado del amor al odio, y vuelta a empezar. Más allá de los discursos y de lo que realmente quieran o no, los líderes de la derecha se disputan un voto común, lo que les obliga a confrontar. Pero también están condenados a entenderse, como han constatado las decenas de gobiernos autonómicos y municipales sellados tras las elecciones del pasado 28 de mayo.
Feijóo lleva semanas advirtiendo contra la división del voto en la derecha. Un mensaje que ha aumentado en intensidad conforme se acerca la fecha de las elecciones. La intención del PP es convencer a los votantes de las circunscripciones menos pobladas de que el voto a Vox puede convertirse en papel mojado por el sistema de reparto de escaños.
El líder de la derecha teme que, por ejemplo, en las provincias que reparten cuatro o cinco diputados en vez de ir a un 3-1, PP y PSOE se los repartan (2-2). Si el voto de Vox va al PP, argumentan, una treintena de escaños en 18 provincias que ahora están en disputa acabarían en su haber. Mayoría absoluta. Jaque mate al 'sanchismo'.
Por eso, Feijóo se ha lanzado con todo a la estrategia de descalificar a su, por ahora, único aliado potencial y, por ahora, único posible y ha calificado a Vox y a su líder de “broma ‘sanchista”, “aliados del ‘sanchismo”, “chantajistas”, “intermediarios” o “comisionistas”.
La jugada ha irritado a Santiago Abascal, quien ha presumido de mantener buenas relaciones con Feijóo desde su llegada a la planta noble de la sede nacional del PP, a diferencia de lo que ocurría con su predecesor, Pablo Casado. Ambos mantienen contactos directos habituales. Y ambos cerraron en una llamada telefónica la crisis por el Gobierno de coalición en Extremadura. Lo que ocurrió después ya está escrito.
Abascal también ha elevado el tono contra Feijóo, a quien ha acusado de usar “malas artes” y ha asegurado que su “deriva” es “muy peligrosa”. El líder de Vox ha señalado la “soberbia” de su aliado natural. “Se siente más cómodo con la izquierda que con Vox”, ha dicho. Es, ha dicho, “socialismo azul”. Este jueves, en Murcia, el presidente de la formación de extrema derecha ha asegurado que “apostar en estos momentos por el señor Feijóo es abrir una caja sorpresa” o “jugar a la ruleta rusa”. Tras el debate de RTVE, que Abascal ha equiparado a una tercera moción de censura, después de las dos fallidas que impulsaron en el Congreso, ha apuntado que los populares “se hacen invisibles en el momento de la verdad”.
Vox, “principal problema” para Feijóo
El candidato del PP ha intentado durante toda la campaña desmarcarse de Vox, pese a los acuerdos para gobernar en coalición en comunidades como la Valenciana o Extremadura, y en decenas de municipios, entre ellos importantes ciudades como Valladolid, Burgos o Toledo. Y también a pesar de que su futuro está ligado al de la extrema derecha para gobernar en el día a día, según él mismo reconoció en una conversación informal con periodistas este fin de semana, salvo que se cumpliera su sueño (que no refleja ninguna encuesta) de poder gobernar gracias a fuerzas nacionalistas como el PNV o Coalición Canaria. Esas cuentas, si alguna vez fueron reales, ya se han disipado y Feijóo ha vuelto a situar su esperanza alrededor de los 150 escaños.
Pero sobre esa construcción, ficticia demoscópicamente, de superar los 160 escaños y arrimarse a los 170, pivota la recta final de la campaña del PP. Feijóo se ha lanzado a por el votante de la extrema derecha que en el pasado votó a su partido, con especial ahínco en circunscripciones pequeñas.
Feijóo reconoció en los micrófonos de Antena 3 que su “principal problema en este momento no es el PSOE” sino pelear por que “se concentre el voto”. “El voto de PP y Vox, centro-derecha, más derecha y centro reformista en nuestro caso [dijo Feijóo evitando denominar a los de Abascal como extrema derecha], está en la franja del 47%, 48% ó 49%. Las mayorías absolutas de Aznar y Rajoy fueron del 44%. Si concentrásemos el voto, todo parece indicar que habría una mayoría absoluta del centro derecha. Sin embargo, cuando se rompe ese voto, hay riesgo de que no se sume y volvamos al sanchismo”, explicó con claridad en Espejo Público.
“Entre el PSOE y Vox hay muchas diferencias, pero hay algunos intereses coincidentes. El PSOE quiere que el PP saque menos diputados y Vox, también. Vox dice que quiere gobernar con el PP, pero es sorprendente que quiere gobernar con el PP, pero pide un voto que no sea para el PP”, arremetió, en la misma línea que ha seguido insistentemente en sus mítines de los últimos días.
Abascal no tiene ninguna duda de que exigirá al PP entrar en el Gobierno “le falten 20, 30, 40, 50 o 60 escaños” a Feijóo para gobernar en solitario. De hecho, defendió aguardar al 23 de julio “con un poquito menos de soberbia”. “No queremos que donde se sienta el socialismo rojo ahora se siente el socialismo azul; nosotros queremos una alternativa completa”, afirmó Abascal, que acusa a Feijóo de pretender “derogar el sanchismo pero pactando con Sánchez” al plantear, primero, un pacto para que gobierne el más votado comprometiéndose a hacerlo si el socialista gana y, después, emulando una estrategia centrista en la que ha planteado cinco pactos de Estado si gobierna. “Se siente más cómodo con la izquierda que con Vox”, reprochó el martes Abascal en un desayuno informativo organizado por Europa Press.
El PNV es un partido “cómplice del terrorismo”
Abascal, que inició la precampaña sin querer pisar callos al PP, ha terminado criticando a Feijóo en todos sus mítines y entrevistas. “Si de verdad quieres acabar con las políticas de Sánchez y que gobierne la alternativa, sólo tienes un camino: votar a Vox”, expresó a través de Twitter.
El dirigente de extrema derecha también se ha revuelto contra las intenciones de Feijóo de apoyarse en formaciones como el PNV. De hecho, el lunes en el acto que protagonizó en Toledo, cargó contra ese partido al que acusó de ser “cómplice del terrorismo” de ETA. “Ha dado asistencia al terrorismo para hacer avanzar su agenda política”, espetó antes de asegurar que intentó “dar un golpe de Estado en el año 2003 con un referéndum ilegal”.
Abascal no esconde su enfado por que Feijóo ofrezca pactar “a un partido que es enemigo de la unidad de España” e incluso se haya referido “a los votantes de Podemos para que el Gobierno no dependa de Vox”. “Ante esa izquierda cada vez más dañina, vemos un señor Feijóo cada día un poco más despistado. Sorprende que siendo tan centrista esté tan poco centrado”, ironizó en un acto en Leganés (Madrid) en el que aseguró que sus mensajes hacia el PSOE y el PNV lo único que hacen es “anticipar problemas” de cara a los pactos que tengan que alcanzar tras el 23J.
Los vaticinios de Abascal no acaban ahí. Así, advirtió de que si su partido logra gobernar con el PP tras el 23J, “volverán las tensiones a Catalunya” y amenazó a la autonomía de la comunidad si vuelve a haber intentos de independencia: “Es absolutamente necesario que exista una intervención sostenida, duradera y utilizar todos los resortes del Estado para convencer a la población de Catalunya y mejorar la concordia”
El candidato de Vox subió el diapasón sobre todo tras el fracaso de las negociaciones en Murcia en donde sigue pendiente el Gobierno regional porque Fernando López Miras se niega, al menos por ahora, a dejarles entrar en el Ejecutivo. “El problema con el PP, con el que hemos llegado a acuerdos de investidura, es que luego no cumple esos acuerdos de investidura y por eso hemos exigido la entrada en los gobiernos”, dijo Abascal, mientras reiteraba que su partido “no es el coche escoba del PP”.
En el tramo final de la campaña, Feijóo ha intentado modular relativamente su mensaje en función del lugar. Si en Murcia los atacaba con todo, en Alicante intentaba no hacerlo. Este jueves, en Madrid, arremetió contra Yolanda Díaz, y ni siquiera mencionó a los de Santiago Abascal. Por si acaso.
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