Feijóo evita el enfrentamiento que busca Abascal tras la ruptura parcial de PP y Vox
“Criticó un 50% a Sánchez y un 50% a mí”. Así resumió este jueves el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, la intervención de Santiago Abascal durante la comparecencia parlamentaria de Pedro Sánchez. El líder de Vox intentó provocar un cuerpo a cuerpo contra su principal aliado, con quien mantiene decenas de gobiernos municipales pese a la ruptura a nivel autonómico. Pero Feijóo no picó y, como en otras provocaciones anteriores de la extrema derecha, optó por centrarse en arremeter contra el presidente del Gobierno.
Las relaciones entre las direcciones nacionales de ambos partidos se han tensado aún más tras la salida de Vox de los gobiernos autonómicos. Abascal puso de excusa una acogida de menores migrantes similar a otras acordadas ya con la extrema derecha en el poder y obligó a sus líderes autonómicos a asumir una decisión que ninguno compartía.
Abascal intentó el miércoles atacar la capacidad de hacer oposición de Feijóo. El líder de Vox acusó a su homólogo del PP de teatralizar un duro enfrentamiento parlamentario con Sánchez mientras pacta el desbloqueo y reparto de vocales del Consejo General del Poder Judicial. O les deja fuera de la negociación para asignar senadores autonómicos por Catalunya.
“Hacen como que discuten”, le espetó desde la tribuna Abascal a Feijóo, usando parte del tiempo destinado a responder a Sánchez, y luego “se reparten los cromos”. “No es ético ni estético”, le espetó, parafraseando una de las frases que más lanza el líder del PP contra Sánchez al hablar del supuesto trato de favor que recibió su esposa de empresarios que luego recibieron dinero público.
De hecho, Feijóo usó esa expresión minutos antes: “Ni es ético ni estético que buena parte de su partido y Gobierno esté investigado. Ni es ético ni estético que se firmen cartas de recomendación en la Moncloa a empresas que reciben dinero de su Gobierno”.
Abascal recurrió a pactos alcanzados por el PP y el PSOE en los últimos años, tanto con Feijóo como con Pablo Casado al frente. Por ejemplo, los acuerdos para renovar el Tribunal Constitucional, el Tribunal de Cuentas o RTVE. De hecho, el líder del PP achaca a Sánchez el “control” de estas instituciones pese a que muchos de los diputados de su grupo votaron a favor en la pasada legislatura.
La “pinza”, un 'remember' de los 90
El líder de Vox planteó así una impugnación no solo a la era Feijóo, también a toda la relación del PP con el Gobierno de Pedro Sánchez desde junio de 2018. “No se entiende que se repartan el CGPJ, dándole un aliento; el Constitucional, y que hayan nombrado a Conde-Pumpido; el Tribunal de Cuentas, RTVE, la Junta Electoral [pendiente de renovación] y las comisiones parlamentarias del Congreso y el Senado, además de los sillones en Bruselas”, expuso Abascal.
Abascal planteó así un escenario de quiebra entre su partido y el PP. Uno más, porque el líder de la extrema derecha ya ha verbalizado en varias ocasiones una ruptura que nunca hasta ahora había pasado de ser una amenaza incumplida.
La última fue el pasado mes de diciembre, después de que el PP no contara con Vox para la negociación del reparto de las comisiones parlamentarias. Pero ha habido otras antes, y eso no evitó ni el apoyo a la investidura de Feijóo, supuestamente sin pedir nada a cambio, ni las decenas de pactos postelectorales tras las autonómicas y municipales de 2023. “Y lo que no se entiende es que después de esto, señor Feijóo, se atrevan a hablar ustedes de la pinza de Vox y el PSOE” y de que somos “el mejor aliado de Sánchez”, le afeó Abascal al líder del PP desde la tribuna.
“Pinza” es una de las palabras clave en esta quiebra entre el PP y Vox. El término ya fue utilizado con éxito en los años 90 del siglo pasado para criticar la oposición que hacían PP e IU contra el PSOE de Felipe González.
Los de Feijóo han recuperado ahora un significante que, si cuaja, podría ayudar al líder del PP a centrar su imagen. En el partido creen que los acuerdos autonómicos rotos ahora fueron una de las causas que lastraron a Feijóo en las generales de julio del año pasado. Esos gobiernos de coalición y el apoyo de Vox a su fallida investidura impidieron cualquier acercamiento del PP a partidos como el PNV y Junts, con los que históricamente la derecha española ha sumado para poner en marcha políticas económicas.
La abrupta ruptura de Vox ha sido recibida mayoritariamente por el PP nacional con alivio, cuando no alegría. La estrategia definida, al menos de momento, es la de ignorar los exabruptos de Abascal y no entrar al cara a cara para no legitimar un enfrentamiento bilateral y poder vender esa idea de la “pinza”.
“Tengo muy claro cuál es mi adversario”, dijo Feijóo este jueves en una entrevista en la Cope. “España necesita un cambio de Gobierno y la única alternativa es el PP”, ha defendido. “Torpedear gobiernos que representan el cambio político aleja ese cambio”, añadió, para concluir: “No puede representar el cambio político quien ha tirado a la basura el cambio de las comunidades autónomas”.
Bronca por la política migratoria
El asunto elegido por Vox para romper los gobiernos autonómicos con el PP no es cualquiera, sino uno de los pilares ideológicos de la extrema derecha española y europea: la política migratoria. De hecho, Abascal acusó a Feijóo de pactar con Sánchez por orden de Ursula von der Leyen, reelegida este jueves como presidenta de la Comisión Europea.
La dirigente alemana es una de las principales enemigas declaradas por los ultras aglutinados en el grupo Patriotas por Europa, liderado por el húngaro Viktor Orbán y en el que se ha integrado Vox, los franceses de Marine Le Pen o los portugueses de Chega!. Un grupo fruto de la escisión en tres de la extrema derecha europea, con la italiana Giorgia Meloni (Conservadores y Reformistas) y el de Alternativa por Alemania (Europa de las Naciones Soberanas).
Las previsiones oficiales son que este verano llegarán a las costas españolas miles de personas desde el África continental, especialmente con destino a Canarias. El gobierno insular asegura que su capacidad de acogida está al límite y que necesitaría enviar a la península a 3.000 menores que han llegado solos, pero ese número puede multiplicarse varias veces de ahora a septiembre. Ante esta expectativa, PP y Vox se han lanzado a criticar la política migratoria del Gobierno, conscientes de que la visión de los españoles de este fenómeno como un “problema” está en aumento: escaló al cuarto puesto en el último CIS.
Vox no está dispuesto a compartir con el PP las decisiones de acogimiento de menores migrantes. Feijóo intentó este miércoles hacer equilibrios en su discurso. Primero, una crítica dura a las decisiones adoptadas por Sánchez (o a la falta de política migratoria, en su opinión) y reclamó la declaración del estado de emergencia nacional y la convocatoria de la conferencia de presidentes para abordar un fondo de financiación para las comunidades autónomas. Es decir, más dinero para sus gobiernos. Pero también ofreció la “solidaridad” del PP con todos los territorios de España, e intentó marcar distancia con Vox al justificar la acogida de menores migrantes en el cumplimiento de la ley y en los Derechos Humanos.
La retórica de Abascal aparenta estar muy lejos. Si el PP se retractó (en público) de su alegato para que la Armada patrulle las costas africanas e impida salir a los cayucos que transportan a los migrantes, los de Vox no rehúyen este tipo de medidas, así como otras que pasan por convertir la frontera entre España y Marruecos en un muro físico que sustituya a las actuales vallas o ilegalizar a las organizaciones humanitarias que operan en el mar para intentar asistir a las embarcaciones que naufragan.
La derecha extrema hará bandera de este tema, y Vox ha decidido que sea su gran baza para impedir transferencias de voto al PP y paliar la irrupción de SALF. Una competición de la que Feijóo quiere salir bien parado sin entrar al cuerpo a cuerpo con Abascal. Si puede.
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