“¿Le gustan las series? ¿House of Cards, Juego de Tronos, Narcos...? ¿No ha visto Narcos? Bueno, narcos supongo que sí que ha visto, pero me refiero a la serie”.
Las preguntas de Jordi Évole forman parte de uno de los anuncios del programa Salvados, que este domingo emite La Sexta y en el que se entrevista al presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, uno de los barones en alza del PP en el sempiterno debate sobre la sucesión de Rajoy, cuyos índices de popularidad siguen hundidos desde el batacazo electoral en Catalunya.
El diálogo sobre sus años de amistad con el narco constituye el pasaje más tenso de la entrevista de Évole a Feijóo, de gira durante los últimos meses por los medios nacionales coincidiendo con la crisis en que está sumido su partido. Como cada vez que sale el asunto de Marcial Dorado -un histórico de los clanes de Arousa que hoy cumple condena por narcotráfico- con el que compartió viajes a la playa, a la montaña y al extranjero a mediados de los 90 cuando el actual presidente era número dos de Sanidad en el Gobierno de la Xunta, aflora el Feijóo más nervioso y dubitativo. Estas son las explicaciones que ofreció en Salvados sobre cómo vivió aquellos días de 2013 en que un reportaje de El País destapó su pasado:
“Fue un momento en el que tuve que dar explicaciones, de qué había ocurrido 20 o 25 años antes con personas que conocí o con las que tuve algún tipo de encuentro. Esas fotos son, cuando menos, difíciles de explicar”. [...]
“¿Usted cree que si yo supiese de lo que iba a ser acusado yo me dejaría hacer fotos o iría a comer con él? No tenía nada que ocultar, por lo tanto en ningún caso tenía información de si es verdad o no, la verdad judicial es que sí tenía alguna relación con determinados negocios relativos al narcotráfico. Es evidente que en Galicia sí se sabía que había personas que se habían dedicado al contrabando de tabaco, eso sí lo sabía, no se lo puedo ocultar, pero alguna relación o algún asunto pendiente de la justicia... jamás tuve conocimiento de que lo tuviere”.
En una de las repreguntas, Evole muestra su incredulidad y recuerda que Dorado había salido vinculado al contrabando o al narcotráfico en 66 noticias de La Voz de Galicia, en 18 de El País, 20 del Abc y 19 de La Vanguardia. Feijóo responde: “Sí, pero yo si supiese esto, ¿qué ganaba yo? La verdad a veces puede no entenderse en toda su amplitud pero esa es la verdad. Y si usted me dice 'es usted un ingenuo', a estos efectos, no tenga la menor duda. Que he aprendido, también. Que ahora lamentablemente cuando a uno lo invitan, lamentablemente pregunto '¿este quién es?' y hay veces que no voy”.
Las respuestas de Feijóo en Salvados mantienen la línea argumental que tanto él como su equipo siguieron cuando estalló el escándalo en la primavera de 2013 tras difundirse aquel álbum de fotos que delataba una parte oculta de su biografía: un alto cargo de un Gobierno autonómico compartiendo viajes y fines de semana en casa de uno de los señores del tabaco. Según probó luego la Audiencia Nacional, durante aquellos años Dorado estaba lavando cantidades millonarias. Acabó condenado a 13 años por tráfico de cocaína y los yates y mansiones que alojaron a Feijóo están hoy incautados por la Justicia.
La propaganda oficial del Gobierno y del PP gallego ha tratado de que aquello quedase en una foto producto de un descuido de juventud de Feijóo.
No es del todo exacto. Ni Feijóo era un joven -tenía más de treinta años y altas responsabilidades en el Gobierno gallego a principios de los 90 cuando era secretario general de Sanidad a las órdenes del hoy presidente del Consejo de Estado, José Manuel Romay Beccaría-. Ni aquello fue solo una foto. Está probado que Feijóo viajó a Ibiza, Canarias, Picos de Europa y Cascais (Portugal) en compañía de uno de los mayores capos de la Rías Baixas. Además de las fiestas y fines de semana que ambos compartían en las mansiones de Dorado en la Illa de Arousa y Baiona, una localidad turística cercana a Vigo. El presidente llegó a contar a El País -cuando uno de sus periodistas se presentó a contrastar la veracidad de las fotos antes de publicarlas- que también viajó a Andorra con Dorado. Un día después de que el diario escribiese que era uno de los destinos favoritos de los narcos y contrabantistas para lavar dinero, el presidente corrigió ese dato y dijo que en realidad había estado en Picos de Europa. “Sé que había nieve”, dijo, visiblemente nervioso, en su rueda de prensa más delicada.
Junto a Dorado y Feijóo -y sus parejas de entonces- navegaba en aquellos yates un personaje clave en esta historia. Manuel Cruz, con un pasado oscuro vinculado a la ultraderecha de Ferrol, era en aquel momento chófer de Romay Beccaría en la Xunta y al mismo tiempo testaferro de Dorado (sí, ambas cosas eran compatibles entonces: los noventa fueron una era de realismo mágico en Galicia).
Fue precisamente Cruz quien presentó al político y al contrabandista en un acto con empresarios en la comarca del Salnés, en las rías Baixas, una de las zonas más turísticas de Galicia y donde se concentraron históricamente los capos de la droga que antes se habían bregado en el contrabando.
La respuesta de Feijóo fue convocar una rueda de prensa en el Parlamento gallego, en la que intentó responder durante más de una hora a todas las preguntas que se le iban planteando. Pese a su larga comparecencia y a la ronda de entrevistas que concedió en medios nacionales durante los días siguientes, la relación de Dorado y Feijóo dejó muchas incógnitas en el aire. Para empezar, quién pagaba los viajes. El presidente dijo no recordar ese dato y dio a entender que unas veces uno y otras veces el otro. Tampoco se aclaró nunca si existieron contratos entre las empresas “legales” de Dorado y la Xunta, si sus gasolineras habían surtido combustible para la calefacción de los hospitales gallegos. Feijóo respondió primero que él no firmó ningún contrato pero añadió que no pondría la mano en el fuego por todo el personal de la Xunta. Ante las reiteradas preguntas de la oposición por aquellos expedientes, su Gobierno acabó respondiendo semanas después que no podía facilitar los de aquellos años porque algunos se habían perdido en la inundación de un almacén.
El juez que había detenido a Dorado por narcotráfico en 2003 desmontó sin pretenderlo parte de la versión del presidente en una entrevista en El Mundo. Feijóo había repetido a los medios que rompió toda la relación con el contrabandista en 1997 y que solo lo vio en 1999 en el entierro de Manuel Cruz, fallecido en un accidente de coche. Pero el instructor de aquella causa al intentar quitar hierro a los vínculos de Feijóo y el narco reveló que hubo conversaciones de ambos más allá de 2001 cuando pinchó el teléfono de Dorado para investigarlo. Taín negó que en la causa que acabó en una condena de 13 años hubiese hallado “algún indicio legal contra Feijóo” (que nadie había insinuado) pero al desvelar la existencia de aquellas charlas puso en duda la explicación del presidente.
En una de las pocas declaraciones hechas a través de sus abogados desde la cárcel Marcial Dorado tampoco aclaró demasiado sobre aquellos años. En julio de 2013 aseguró que la última excursión que realizó con Feijóo fue a Ibiza en el verano de 1998, un año después de que Aduanas anunciara una operación para deternelo. A partir de ahí se enfrío la relación, según Dorado que califica como.falsas las alusiones del juez Taín a llamadas posteriores, aunque tuviese “la intención de defenderlo”. El tercer protagonista, Manuel Cruz, tampoco puede aclarar nada porque falleció en accidente de coche en 1999 tras ser implicado en una causa por blanqueo como testaferro de Dorado en los negocios de gasolineras.
Los días más difíciles de la carrera política de Feijóo acabaron con un reparto de ayudas de la Xunta a los medios de comunicación gallegos. Tras unos primeros días de sobreexposición pública, el presidente que se presentó como víctima de una campaña que pretendía amedrentarlo, decretó el fin de “la infamia” aprovechando las declaraciones del juez Taín el 4 de abril de 2003, cinco días después de que aquellas instantáneas vieran la luz.
El tema se convirtió entonces en tabú en la prensa gallega y Feijóo optó por espaciar también sus intervenciones en los medios nacionales. Se acabaron aquellas visitas a Madrid aprovechando los comités de direccción del partido en los que el líder gallego dejaba titulares que lo hacían emerger como un verso suelto dentro de una organización sacudida por la corrupción: “Me avergüenzo de Bárcenas”, “Nos falta contundencia contra la corrupción”, “Debemos mejorar el relato sobre la crisis”.
Su estrategia para presentarse como alternativa en un partido donde gran parte de sus líderes estaban chamuscados por diferentes escándalos se vino abajo. Aquel polémico álbum significaba que también Feijóo tenía un grave lamparón en su expediente. La herida a nivel interno en el partido no le impidió ganar sus terceras elecciones consecutivas en la Xunta e incluso ampliar la ventaja con la oposición.
Ahora, cinco años después del escándalo, Feijóo repite que no se ve aspirando a un cuarto mandato en Galicia y vuelve a las quinielas sobre la hipotética sucesión de Rajoy. Con él regresan las miradas a aquellas fotografías.
Comunicadores con mucha prédica en el sector más a la derecha del PP como Federico Jiménez Losantos y otros han atribuido durante las últimas semanas la aparición de las fotos en 2013 directamente a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáez de Santamaría sin facilitar ningún dato más. El presidente gallego culpó en su día también sin aportar ninguna prueba al PSOE. Y los pocos que de verdad conocen los detalles de la historia saben que no fue producto de ninguna conspiración política.