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Feijóo o la retórica del disparate

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo.

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En la retórica del disparate en que se ha convertido la política, cabe todo. Lo importante no es el mensaje, sino la imperiosa necesidad de exponerse. La espasmódica afición de Alberto Núnez Feijóo por aparecer en los medios (siempre los mismos) le ha convertido en predicador del absurdo, en un verdadero apóstol del desvarío con intervenciones salpicadas del vacío más absoluto. No hay ideas. No hay propuestas. No hay liderazgo. Ni señales de estrategia. Sólo palabras huecas. Brochazos. Tantos que hasta quienes se entregaron de forma más entusiasta a su causa para echar a Casado, ven ya en él un auténtico páramo.

No es para menos. El pasado fin de semana concedió su enésima entrevista a Abc y decía: “Creo que no hay ni siquiera un militante de carné socialista que pueda asegurar que no habrá referéndum en Catalunya o que no habrá un indulto a presos de ETA antes de finalizar la legislatura”. Al parecer, el líder del PP ha entrevistado a los más de 140.000 afiliados al PSOE. Confiemos en que el sondeo no lo haya encargado a la misma empresa que le hizo el pronóstico de las últimas elecciones porque igual el resultado le produce la misma frustración que el 23J.

“Es evidente que los ministros son unos señores que acuden al Consejo de Ministros pero no tienen ninguna responsabilidad ni ninguna competencia y ninguna autoridad”, añadía en evidente demostración de que entre sus lecturas tampoco estuvo nunca el BOE, que es donde los miembros del Ejecutivo dan cuenta de hasta dónde llegan sus atribuciones.

“Hay una ocupación por el actual secretario general, que se ha quedado con las siglas del PSOE, que ahora es simplemente es el P. S.”, exhortó cual participante de una de tertulia  de cuñados donde a menudo se argumenta con más soltura sobre la ausencia de contrapesos a los liderazgos actuales de los partidos, incluido el suyo. 

No hay comparecencia, desayuno informativo, intervención en abierto o entrevista en la que no dé muestras de que ni estudia ni prepara los contenidos. Y no será porque se dosifique en la exposición pública. Todo lo contrario. Desde que empezó el año ha tenido una intervención para presentar un desayuno del presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, (8 de enero); una entrevista en Onda Cero y un discurso en abierto ante el Comité Ejecutivo del PP (ambos el 9 de enero), un corrillo con periodistas en el Senado (10), una rueda de prensa en la calle Génova (11), una extensa declaración pública durante los ejercicios espirituales a los se llevó a su equipo en Toledo (13) y un desayuno informativo más un acto en la fundación Prodis (14). 

En todas habla, habla y habla para decir naderías. Con mucha solemnidad, eso sí, pero menudencias. Esto, cuando no deja al descubierto su desconocimiento más absoluto sobre asuntos legislativos que ha impulsado su propio partido. Pasó la última vez en la conversación que mantuvo con Carlos Alsina hace una semana, donde se le preguntó por la enmienda a la totalidad de la ley de amnistía con la que el PP ha propuesto ilegalizar partidos que convoquen referéndums ilegales. Los oyentes de Onda Cero quedaron perplejos con la respuesta.

Alsina, que prepara a conciencia las entrevistas y atornilla a los políticos de todo signo con sus preguntas y repreguntas, le interpelaba sobre lo que ocurriría con su propuesta si un partido fuera condenado como partícipe a título lucrativo de un delito de corrupción. “¿Que posteriormente ha sido derogado ese párrafo por el Tribunal Supremo? No parece razonable”, respondió Feijóo.

El comunicador le recordaba que la condena como partícipe a título lucrativo no ha sido derogada nunca. “Ah, sí, estaba yo pensando en...”, intentó justificarse cuando el presentador le cortó en directo para insistir en si ese supuesto, por el que el PP de Rajoy fue condenado por los tribunales de justicia en sentencia firme, un partido entraría en causa de disolución con su propuesta. “Es evidente que no, no porque lo diga yo, porque no está en el Código Penal”, respondió.  La carcajada de Alsina se escuchó en las emisoras de la competencia, ya que hablaba, claro, de la enmienda del PP a la ley de amnistía que claramente Feijóo no había leído.

La retórica del disparate es un suma y sigue en un Feijóo que llegó a Madrid exhibiendo galones de experiencia, fiabilidad, rigor y seriedad. Pues tras casi dos años al frente del PP no pierde ocasión de dejar perplejos a propios y extraños. O no se acostumbra a desenvolverse sin el blindaje de los medios gallegos o es que realmente, como se empieza a barruntar incluso entre sus filas, carece de un verdadero proyecto político, más allá de desalojar a Sánchez del poder. Lo que está claro es que ni los suyos ven ya en él la seguridad y el mando que precisa un jefe de la oposición. Tampoco vitola de ganador.

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