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CRÓNICA

Feijóo sube a la máquina del tiempo para examinar al Sánchez de 2019

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Acompáñenos en un viaje en la máquina del tiempo junto a Alberto Núñez Feijóo, el senador al que no le van mucho los duelos parlamentarios, pero que se esfuerza por mejorar. Por ello, sus asesores, que resultan ser casi todos periodistas –a saber si eso es bueno–, se afanan por encontrar frases con pegada, algo que funcione con independencia de la energía de la persona que las pronuncie.

La frase del día reservada para la sesión de control del miércoles en el Senado obligaba a subirse mentalmente al DeLorean junto a Marty McFly. Tampoco había que viajar muy lejos. “El señor Pedro Sánchez Pérez-Castejón del año 2019 no votaría al señor Pérez Sánchez Castejón del año 2022”, dijo Feijóo, equivocándose en el orden de los apellidos en la segunda parte de la frase. Eran sólo 19 palabras y no hubo manera de que le salieran bien de un tirón.

La base de la argumentación no es que el presidente sufra de desdoblamiento de personalidad. Forma parte del discurso del Partido Popular de las últimas semanas, con el que se denuncia que Sánchez no prometió en la campaña electoral de las elecciones de noviembre de 2019 muchas de las medidas aprobadas en esta legislatura, incluidas la reforma de la sedición y la malversación. Lo venden como si fuera un engaño a los votantes.

En esa campaña, el PSOE buscó captar algo que luego se vio que estaba fuera de su alcance, el apoyo de votantes de Ciudadanos. Fue una de esas estrategias mágicas de Iván Redondo que no terminaron de funcionar. Sánchez llegó a asegurar que traería a Carles Puigdemont de vuelta a España, cuando eso dependía de la decisión de tribunales extranjeros que no estaban obligados a hacerle ningún caso.

Después del día de las elecciones, Sánchez se rindió a la evidencia y pactó en 24 horas un acuerdo para gobernar en coalición con Unidas Podemos. Los experimentos del Quimicefa electoral no le estallaron en la cara, pero desde luego no salieron como esperaban en Moncloa.

No todo lo que hace un Gobierno aparecía antes en un programa electoral. Esto ha pasado con casi todos. José María Aznar decidió transferir las competencias de sanidad y educación a las diez comunidades autónomas que aún no las tenían. Fue en su segundo mandato cuando contaba con mayoría absoluta y pensaba que su partido gobernaría hasta el fin de la eternidad. No salía en su programa.

Lo mismo sucedió en el Gobierno de Mariano Rajoy. Prometió no subir impuestos y dijo que no subirían el IVA cuando ya estaba en el poder, y lo que ocurrió fue lo contrario. Un programa electoral no es un contrato de compra-venta de un piso.

Es también indudable que no cumplir lo prometido supone un desgaste político. Sánchez llegó a asegurar que recuperaría el delito de referéndum ilegal creado por el Gobierno de Aznar y que eliminó después el de Zapatero. En el inicio de la legislatura, ya estaba claro que no lo haría.

Feijóo intentó aprovechar esas contradicciones. “Usted prometió lo mismo en lo que yo creo”, dijo con una cierta exageración, ya que no consta que el líder del PP estuviera encantado en 2019 con las ofertas socialistas. Hasta se puso en la cabeza de los votantes de su rival, una presunción osada, pero que sirve para poner nerviosos a los contrincantes. “No se crea que todos los votantes del PSOE le van a seguir” en el choque institucional con el Tribunal Constitucional.

Lo que es seguro es que el Sánchez de 2019 no hubiera dicho lo que afirmó en ese pleno, aunque el Tribunal Constitucional por entonces no se dedicaba a inmiscuirse en las tareas legislativas del Parlamento, sino que esperaba para intervenir a los recursos de anticonstitucionalidad contra normas ya aprobadas en el legislativo. “En las últimas horas, los poderes que acompañan a su partido, los que le arropan, han conseguido un hito, quitar competencias a los parlamentos”, dijo.

Ahí sí que estaba lanzado el Sánchez de 2022 al acusar al Constitucional de haberse convertido en el gabinete jurídico del PP.

Unas horas más tarde, el TC confirmó esa premisa. Rechazó las alegaciones del Senado, pero en la reunión de su pleno el presidente, Pedro González-Trevijano, se alineó además de forma nítida con el PP. Comunicó que no permitirá la renovación del TC mientras continúe el bloqueo del CGPJ propiciado por el PP, es decir, mientras el poder judicial no elija a dos miembros del Constitucional que le corresponden.

Como complemento a lo que dijo Sánchez, es adecuado anotar lo que ha escrito Tomas de la Quadra, ministro de Justicia de uno de los gobiernos de Felipe González, es decir, parte de ese viejo PSOE que, según el PP, está indignado con el sanchismo. “Es una resolución muy grave (la del TC que ha paralizado la tramitación legislativa de una reforma) que puede poner en cuestión la credibilidad e independencia misma del TC”.

El Constitucional ha concedido una victoria política tan clara al PP en un asunto sin precedentes y cuando cuatro de sus magistrados tienen el mandato caducado que ya no es tan creíble e independiente como antes. Eso no preocupa a Feijóo, que ya dijo que se niega a aceptar la renovación del CGPJ como marca la Constitución, porque lo quiere “proteger” del Gobierno. A pesar de ese desacato contra la Carta Magna, es él el que acusa a Sánchez y al PSOE de estar fuera de la Constitución, es decir, la legalidad: “Tiene usted la posibilidad de volver a la Constitución”. En cuanto a la renovación del CGPJ, ahí nadie va a encontrar a Feijóo. Es un rehén más de sus intereses políticos.

En el ambiente temerario de la política española que se prolongará a buen seguro hasta el día de las elecciones, todo el mundo acusa a todo el mundo de estar fuera de la Constitución. El boicot a la renovación del CGPJ ha degradado la situación de forma creciente hasta envenenar al poder judicial y al Tribunal Constitucional, al menos en su imagen pública. Algunos de sus miembros compiten para acentuar ese descrédito.

“Esa frase de que van a por todas es verdad. Van a por todas las instituciones”, acusó Feijóo a Sánchez. “Usted ha llegado demasiado lejos. Ha perdido el poco crédito que le quedaba”, le respondió Sánchez. Se puede hacer el pronóstico de que si ahora se llevan mal, en unos meses será peor. El Sánchez y el Feijóo de 2023 no necesitarán subirse a ninguna máquina del tiempo. Tendrán muy claro que siempre han despreciado a su enemigo.

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