ENTREVISTA Ex secretario de Organización de Ciudadanos

Fran Hervías: “Podía haber hecho una OPA y que Ciudadanos en un mes se quedase en la mitad, pero no lo hice”

Carmen Moraga

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Lleva varias semanas que no para. El ex secretario de Organización de Ciudadanos, Fran Hervías (Tossa de Mar, 1983) ha reaparecido en la esfera pública tras muchos meses en silencio para promocionar su libro, 'Ciudadanos. La historia jamás contada' (Península), en el que arremete contra algunos de sus antiguos compañeros, como Inés Arrimadas o Juan Marín, al que acusa de destilar “odio” contra él y su familia.

Hervías usa estos días un hotel de la Gran Vía como oficina. Se le ve relajado y sonriente mientras desgrana detalles del libro, en el que relata con suma crudeza algunos entresijos de lo que ocurrió durante sus años al frente de la secretaría de Organización del partido, desde su expansión nacional y su auge hasta su caída en desgracia tras las elecciones de 2019. Vaticina que ahora, en el declive del partido, Arrimadas hará como él y se irá al PP. Sobre su propio salto a ese partido, en el que sigue militando, habla lo justo, quizá porque, como insinúa en esta entrevista, puede estar trabajando en una 'segunda parte'.

Ha escrito un libro demoledor en el que da su versión de lo que pasó en su antiguo partido y deja por los suelos la imagen de varios dirigentes, principalmente la de Inés Arrimadas, a la que acusa de llegarse a convertir en “uno más de la banda” de Sánchez. Ella fue la artífice del mayor éxito de la historia de Ciudadanos, que fue ganar a los nacionalistas en Catalunya, pero en su libro le quita hasta ese mérito.

No le quito mérito. De hecho, yo hablo de Inés como una excelente portavoz. Detallo el cara a cara con Marta Rovira y los debates que mantuvo, donde arrasó y ganó en sus intervenciones. Hablo de cuando el golpe de Estado, el orgullo que algunos sentimos viéndola a ella, a Carrizosa y a Espejo defender a los constitucionalistas en Catalunya. Es decir, es un libro que escribe una realidad, un libro justo. Ahora bien, sí es cierto que Inés después hace giros incomprensibles que nosotros tenemos que ir reconduciendo. Si por Inés hubiese sido, la estrategia que se llevó a cabo en Catalunya no se hubiese hecho. Con la estrategia que nosotros queríamos se ganaron aquellas elecciones porque teníamos a la mejor candidata posible.

Me está diciendo que ella no quería esa estrategia y la forzaron a hacerla.

Sí, claro. Es que ella quería hacer otra diferente, lo que es legítimo. En los partidos políticos se debate. Al menos en Ciudadanos se hacía, y se intercambian impresiones y se decide qué estrategia seguir y al final se decide una. Ella quería hacer otra distinta, pero que no pasa nada. Había veces que había otra estrategia que ella apoyaba y salía bien. Es decir, repito, ¿Inés era la mejor candidata que podía tener Ciudadanos en Cataluña? Sí. ¿Inés ha sido la mejor portavoz que ha tenido Ciudadanos después de Albert? Sí. Y eso lo dejo claro en mi libro. Ahora bien, yo puedo mentir pero no voy a mentir porque no lo he hecho nunca.

O sea, que Arrimadas aceptó ir a unas elecciones tan importantes como esas sin estar de acuerdo con la estrategia ni con la senda por la que le obliga a ir el partido. Desvela que no quería quitar lazos amarillos y que no dejaba que los diputados hablaran en el Parlament en castellano...

En un partido hay disciplina y lealtad y una mayoría. A mí me tocaba tomar decisiones, y defendí decisiones que no compartía. A mí me tocó quitar candidatos que yo consideraba que eran buenos y poner a otros. Y eso es así.

En el libro la pinta como una mujer fría, calculadora, que tenía marcada su hoja de ruta para venirse a Madrid. De hecho, desplazó a Girauta como número uno de la candidatura por Barcelona y Girauta no dijo ni pío, no se quejó. Pero dice que una vez convertida en líder de Ciudadanos enseguida se entrega al sanchismo. Sin embargo, ahora, cuando carga como nunca contra Sánchez, la acusa de estar negociando su fichaje por el PP.

Son los hechos. Inés cuando es presidenta de Ciudadanos comienza su andadura apoyando a Sánchez y a Pablo Iglesias. Todas las prórrogas de los estados de alarma las apoya hasta tal punto que se crea un cisma dentro del grupo parlamentario en el Congreso, que acaba con la dimisión de Marcos de Quinto y con que Patricia Reyes, que era la siguiente de la lista, se niegue a coger el acta por lo que entra Miguel Gutiérrez. Y esos apoyos se siguieron dando. Es decir, estamos hablando ya del principio. Luego sucede que sale por la mañana la ley Celaá, donde claramente se arrinconaba al castellano como lengua vehicular en la enseñanza en Cataluña, y por la tarde [Arrimadas y la nueva dirección] se sientan a negociar los presupuestos del Gobierno de Sánchez e Iglesias. Esos son hechos que se han dado. Hay algunos, como yo, que era senador, que trasladamos desde la lealtad que esto era un error, que esto no puede ser, que no podemos seguir así. Pero es que luego llegan los fracasos electorales y en vez de hacer autocrítica, se culpa al pasado. Se pasa en Cataluña de 36 a seis diputados y se dice que la culpa es de Albert Rivera y del equipo anterior, del que ellos formaban parte. Pero dicen que no, que ellos no tenían nada que ver, que la culpa es de los demás. En esa campaña, al presentar el partido a Carrizosa como candidato, Inés se chupó toda la campaña entera en Cataluña. Y no sacó 36, sacó seis con la estrategia que ahora ella diseñaba. Yo decido irme de Ciudadanos el 18 de febrero y a las tres semanas salta que Inés está impulsando mociones de censura con Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en contra de López Miras en Murcia, que fracasó, y en contra de Ayuso y de Almeida en Madrid...

De lo de Murcia hay hechos probados, pero de todo lo demás, de Ayuso y de Almeida no hay ninguna prueba fehaciente.

Pero sí lo ha explicado hasta Ábalos [José Luis, exministro de Fomento y exsecretario de Organización del PSOE] con pelos y señales, lugares y reuniones y dónde fue todo. Hasta el propio Ábalos lo ha contado. Que los que fueron senadores de Ciudadanos y del PSOE esa mañana se fueron corriendo del Senado a la Asamblea de Madrid a firmar la moción. Pero aquí Ayuso convocó elecciones. Y hasta en Castilla y León hubo moción. Yo entonces me voy de Ciudadanos.

Es que la semana pasada misma hubo una moción de censura [la de Vox con Tamames de candidato, en el Congreso] e Inés apoyó a Sánchez. Hizo un discurso magnífico pero votó a Sánchez.

¿Cree que votar en contra de la moción de Vox es apoyar a Sánchez?

Sí, claro.

¿No es estar en contra de Vox?

El candidato no era de Vox. Lo normal es que si tú votas en contra, lo que estás haciendo es apoyar a Sánchez para que siga de presidente. El PP se abstuvo. Si ves la fotografía, ves a Ciudadanos votando con todos los partidos extremos en una votación así, tan importante.

Usted dice en el libro que no es una vendetta, pero lo parece. No deja títere con cabeza y no para de lamentar el “cruel acoso” al que fue sometido por parte de importantes dirigentes del partido después de la derrota electoral y mucho más al decidir abandonar Ciudadanos e irse al PP.

¡Uff! Si yo hubiese querido hacer una vendetta habría escrito un libro totalmente distinto. Yo no quiero hundir la vida personal a nadie, ni quiero hacer daño personal. Lo podría hacer, pero es que yo no soy de esa clase de personas. El libro explica las diferencias políticas y las vivencias dentro de Ciudadanos. Contar que una persona quería hacer una estrategia diferente a la que otros queríamos hacer o que una persona quería hacer presidente a Sánchez y otros no lo queríamos hacer, eso no es una vendetta, eso es explicar la realidad de lo que pasó. Contar que Inés, con la que tuve una reunión, tuvo una actitud soberbia, chulesca y que rozaba la mala educación con lo que me decía, eso no es una vendetta, eso es explicar la verdad. Lo tengo todo documentado. Y después digo que volví a tener otra reunión con ella a la semana siguiente y esa sí era la Inés que yo conocía, una mujer amable, simpática, amiga de sus amigos.

Sin embargo, en su libro pinta una realidad de su partido de traiciones, dobles juegos y zancadillas de unos a otros que después de leerlo cuesta creer que Ciudadanos fuera lo que intentaba aparentar, un partido en el que parecían estar unidos. Y en realidad estaban todos dándose puñaladas por la espalda.

Solo algunos estaban dándose puñaladas para tener más poder o un puesto o lo que fuese. Oye, me cae mal este o quiero fastidiar a esta persona, por lo que fuese. Pero la realidad es que éramos un partido unido, porque de puertas para dentro era donde se hacía la crítica y era donde se marcaban las diferencias. Y una vez que se decidía algo, íbamos todos a una. Es lo que he dicho antes, a mí me tocaba defender decisiones que yo no compartía, pero era la mayoría la que decidía.

Otro de los dirigentes que sale muy mal parado es, además de Toni Roldán y el propio Garicano, a los que también les da algún zarpazo, Juan Marín, al que, como a otros muchos dirigentes que cita, asegura que le descubrió usted y le ayudó a medrar internamente. ¿Tampoco hay que atribuirle a él el éxito que logró en su día en Andalucía?

Eso que explico sobre cómo terminó Juan Marín siendo candidato [a la Junta] lo ha explicado el propio Juan Marín en numerosas entrevistas. Eso no es noticia, lo que es noticia es lo que sale en el libro de cómo Luis Salvador dice que no quiere ser el candidato y por lo tanto yo llamo a Juan Marín y él es al final el número uno. Juan Marín fue de segundo plato y lo aceptó por ser leal a un proyecto. Pero justo en ese párrafo yo hablo muy bien de Juan Marín, yo hablo en esa parte de él de maravilla. Se decidió que fuese él. Albert decía que si se gana, ganamos todos y si se pierde, pierde el líder y el líder tiene que asumir cuando se pierde. Yo no lo comparto. Juan Marín no salía bien valorado por los pactos que se hicieron con Susana Díaz, que defendimos todos en el partido, pero la cara visible era él y su imagen estaba tocada. Entonces buscamos una estrategia para intentar mejorar su imagen y nos salió de maravilla. Pasamos de 9 a 21, cuando las encuestas nos daban entre 13 y 14.

Muchos de los dirigentes a los que usted ayudó luego le dieron la espalda. Incluso cuenta que conspiraron para quitarle el cargo.

Yo hablo en el libro de tres o cuatro personas pero parece que son 50, que son centenares. Uno de ellos, Guillermo Díaz. Pero Guillermo no quería quitarme el puesto. Ese fue Miguel Gutiérrez, que quería ser secretario de Organización, aunque ya digo que eso es legítimo, que lo que hacía Miguel era legítimo. Querer ser secretario de Organización es legítimo.

¿Pero qué hizo usted para provocar tanto desafecto?

Eso es lo que yo pregunto en el libro. Que alguien le pregunte a Juan Marín por qué ese odio, porque es el único que destila odio. Lo que digo en el libro, que alguien por favor me explique qué le he hecho yo a Juan para ese odio en contra de mí y toda mi familia.

¿Por qué le llamaban el señor Lobo?

Eso fue Juan Carlos Girauta en 2013 o 2014, porque cuando saltaba un conflicto en algún sitio de España, y yo al momento cogía un coche, un avión o un AVE y me desplazaba de inmediato hasta donde fuera.

Y abría expedientes.

No, los expedientes los abría Garantías, yo no podía abrir expedientes. En Ciudadanos había separación de poderes interna. Yo nunca podía abrir expedientes, por eso cuando publicabais eso yo decía: “es mentira”. No había ningún expediente firmado por mí porque no podía hacerlo. Yo Iba a los sitios e intentaba solucionar los problemas y de hecho se solucionaban. Entonces Girauta se sorprendía de la rapidez con la que se solucionaba un problema que parecía ser gordo y al día siguiente, automáticamente, la solución estaba ya encima de la mesa.

Por su relato también se deduce que las primarias de las que tanto han presumido ustedes eran por lo general un paripé, ya que eran usted y la cúpula del partido quienes movían los hilos para que ganara el candidato oficialista, dándole todo el apoyo y pidiendo a otros posibles rivales de peso que no se presentaran, como ocurrió con Marín y Luis Salvador.

Sí, de hecho en el libro cuento que como dirección, teníamos la obligación de apoyar a aquellas personas que consideramos que podían sumar y que eran las mejores para poder estar al frente de la dirección de un partido.

¿La dirección no debería mantenerse imparcial? ¿No lo dicen así los estatutos?

No. ¿Por qué tiene que ser imparcial la dirección de un partido? Es la dirección del partido que han votado los afiliados y esa dirección dirige el partido y si a los afiliados no les gusta a los cuatro años votan a otra dirección. Hacíamos primarias, pero nosotros como partido apoyábamos a un determinado candidato y así lo explico, no me escondo porque es la verdad.

¿Y los casos de pucherazo que hubo, como el de Castilla y León? De ese prácticamente no habla ni de todos los líos internos que hubo.

De Castilla y León también hablo, también lo menciono. Acabó en manos de la Justicia, que la Justicia actúe.

Sí, pero se limita a decir que usted estaba en contra del fichaje de Silvia Clemente y pasa a señalar que al final las primarias las ganó “como se esperaba” Francisco Igea. Pero no hubiera ganado si no se hubiera denunciado el pucherazo. Se impugnaron los resultados y hubo un nuevo recuento porque en el primero ganó Silvia Clemente y se montó la que se montó.

Yo estoy hablando de que yo, viendo la situación y conociendo a los afiliados de Castilla y León, sostuve que las primarias las ganaba Igea, porque allí la gente no quería a Silvia Clemente.

No dice nada de quién o quiénes fueron responsables de ese pucherazo. ¿De quién fue ese fichaje? ¿De Villegas?

Mío no. Yo no he visto a esa señora en mi vida. De hecho, yo fui contrario a su candidatura. Y si yo supiese quién es el responsable, iría a la Justicia y lo denunciaría, como no lo sé… es que no sé si hubo pucherazo o no. No lo sé porque yo no soy informático. Yo no llevaba el proceso de primarias ni el programa de las primarias lo había hecho yo.

Otro blanco de sus críticas es Pericay, autor de otro libro sobre Ciudadanos, ¡Vamos!, en el que el exdirigente balear da una versión de lo que ocurrió en el partido diametralmente opuesta a la suya. Entre otras muchas cosas, asegura que Rivera estaba endiosado y que se equivocó de estrategia tras las elecciones de abril del 19, después de subir a 57 diputados, y que fue el culpable de la debacle de noviembre de ese mismo año. ¿A quién hay que creer?

Es que no es un tema de creer. Es que son opiniones. Pericay considera que el error fue de Albert, que tenía que haber hecho a Sánchez presidente, y nosotros consideramos y defendemos que no lo teníamos que haber hecho. Es decir, eso no es si es verdad o mentira, eso es la opinión de lo que cada uno considera que debería haber sido lo idóneo. Yo considero que lo que fue un error es que no supimos desenmascarar a Sánchez antes y de que la gente no se diera cuenta de quién era Sánchez. Ahora ya se ha dado cuenta.

Hablaban constantemente de la banda y del Gobierno Frankenstéin...

Eso fue a partir de julio, a partir del verano. Es decir, cuando se marcó la estrategia bien hecha fue demasiado tarde y ahí fue donde nos equivocamos, desde mi punto de vista.

Pero sabían que existía ese pacto, ¿por qué no negociaron para evitarlo?

Lo cuento en el libro. Como sabíamos que existía ese pacto, nosotros nos relajamos. Dijimos: bueno, estos ahora pactarán, formarán Gobierno y ya está. No pensamos nunca que hubiese una repetición electoral. Entonces, cuando nos dimos cuenta del riesgo de que podía haber una repetición electoral, fue cuando hablamos de Sánchez y la banda, que fue a finales de julio, tres meses después de las elecciones [de abril de 2019].

Y Rivera aquel verano de repente desapareció, no se sabía dónde estaba. ¿Usted sabía dónde estaba?

Lo que haga la gente en su vida privada no me importa.

Habla también sobre la moción de censura de Murcia, presentada ya en la etapa de Inés Arrimadas. A usted se le vio en unas fotos justo esos días con dirigentes críticos y poco después se marchó al PP. ¿No jugó usted ningún papel para que fracasara esa moción?

No. Es que el libro es la historia de Ciudadanos y se acaba el 18 de febrero, que es cuando yo decido irme de Ciudadanos. Si cuento mi vida dentro del PP, mi etapa dentro del PP ya no es el libro de Ciudadanos, es el libro de mi vida. A lo mejor hay un segundo libro y contamos esas cosas. Esas fotos de la reunión con diputados y senadores de Ciudadanos eran la comida que hacíamos todas las semanas en el mismo sitio. Todas las semanas. Es decir, que son amigos. De hecho, me sigo viendo con ellos y sigo comiendo y cenando con ellos.

¿No hizo nada para desbaratar esa moción?

¿Pero yo qué voy a participar, si había dos diputados que yo llevaba dos años que no hablaba con ellos? En Murcia había diputados que yo no tenía ninguna relación con ellos.

¿Qué le pareció que Arrimadas cambiara a Ignacio Aguado por Edmundo Bal en el cartel electoral madrileño?

Es que yo entonces ya no estaba en Ciudadanos. Yo creo que Aguado al final pagó los platos rotos que no iban con él, básicamente de los que estaban impulsando las mociones en Madrid, en la Región de Murcia, etc. Y al final se vio en mitad de una guerra que no iba con él.

¿La moción de censura la estaban haciendo a espaldas de Aguado?

A ver, en un partido político manda el presidente o la presidenta. Y una moción de censura de esas características no se puede hacer sin la autorización y consentimiento de la dirección nacional del partido. Pero, además, por estatutos está estipulado así, porque en Ciudadanos nadie podía promover una moción de censura sin autorización del partido y, por tanto, sin el visto bueno del presidente o presidenta de turno. Eso pasa en todos los partidos de España. Esa moción de censura que se estaba haciendo en Murcia y que se estaba firmando también en Madrid, había gente que avisó semanas antes de que era un error y a pesar de ello la ejecutaron y lo llevaron a cabo.

¿No habló nunca más con Arrimadas después de su marcha?

No. Le dije que cuando tuviera tiempo tomáramos un café y ese café nunca se ha producido.

En su libro cuenta que se fue al PP a trabajar como asesor después de llamar a Pablo Casado y Teodoro García Egea. ¿No impulsó desde Génova una OPA hostil contra Ciudadanos, como le acusaron sus compañeros?

Es falso y a los hechos me remito. En mi año en Génova solamente entraron 25 personas provenientes de Ciudadanos, y ninguno de ellos con acta.

¿Para qué le ficharon Pablo Casado y García Egea?

Para hacer la estrategia de reunificar el centro derecha y fortalecer el PP, sumar gente de otras formaciones políticas. Gente de la sociedad civil, líderes de opinión del mundo de la cultura, del deporte. Yo podía haber hecho una OPA y Ciudadanos en un mes se habría quedado en la mitad de sus cargos. Lo podía haber hecho y no me escondo. No lo hice porque no había ninguna OPA. La gente que quería ganar a Sánchez tenía las puertas abiertas del Partido Popular, como las tiene ahora.

No se siente usted un traidor...

No. Al contrario, los traidores son ellos. Ellos son los que traicionaron a los ideales del partido. Ellos fueron los que traicionaron los valores de Ciudadanos pactando con Sánchez y con Podemos. ¿Quién de Ciudadanos quería quitar a Ayuso de presidenta de la Comunidad de Madrid? Yo no conozco a nadie, a excepción de Inés Arrimadas, que fue la que impulsó la moción. Yo era senador y tenía dos opciones: me callo, como hacen muchos, lo asumo y me quedo ahí calentando una silla y defendiendo algo en lo que no creo; o dejo mi acta, dejo mis cargos y me voy de un partido que ya no me representa. Y yo hice lo segundo, que creo que es lo honesto. Creo que lo que hice es ejemplar.

¿Por qué cree que Feijóo no quiso mantenerle como trabajador del partido? Podría haberse quedado. ¿Por qué no se quedó?

Se lo tendrán que preguntar a ellos. El equipo de Feijóo tendrá que decidir si quiere volver a contar con mis servicios o no.

¿Milita usted en el PP?

Claro. Yo estoy afiliado al Partido Popular desde hace dos años. Pero yo me fui al PP por convicción, no por necesidad como otros. Yo tenía mi acta de senador con dos años de legislatura por delante y la dejé y me fui, y a mí no me despidió el PP. Lo que han dicho de despido es falso. Mi contrato laboral estaba vinculado a la vicesecretaria general de Organización, Ana Beltrán, que era mi jefa. Y como todos los contratos de alta dirección, tiene una cláusula en la que cuando la persona para la que tú trabajas ya no trabaja en ese ámbito, tu contrato se rescinde automáticamente. Entonces a mí se me cumplió mi contrato laboral, a mí no me despidieron. Ahora bien, el equipo nuevo no quiso volver a contratarme porque tenían otra estrategia política, algo totalmente legítimo. No hay ningún problema.

¿Está entre sus planes presentarse con el Partido Popular en las próximas elecciones generales?

No, porque yo no estoy ya en la política. Yo la política no la veo como ‘venga, tengo que tener un acta’. Yo la veo como un servicio a España.

¿Y no querrá volver a la política algún día?

La política saca lo peor de las personas. Tendría que olvidarme de muchas cosas para algún día querer volver. Hay una vida maravillosa fuera.

¿Ciudadanos está herido de muerte?

Yo creo que va a desaparecer. El Ciudadanos auténtico ya desapareció, y lo que queda ahora va a desaparecer también porque España necesita un partido como el auténtico, no como el de ahora.

¿Rivera no es el culpable de que desaparezca?

No. A Inés le dejamos un partido con 3.000 concejales, con 169 diputados autonómicos, con…

…un partido con diez diputados.

Sí, con diez diputados nacionales, con siete senadores y ocho eurodiputados y con 25.000 afiliados. Eso le dejamos a Inés.

¿Eso no era un lastre?

Ya le gustaría ahora a Ciudadanos tener ese 7% de intención de voto que le dejamos.

¿Cree posible que Villacís logre mantenerse en el Ayuntamiento?

No, no. No, no va a conseguir pasar del 5% de votos.

¿Y apuesta por que Arrimadas termina en el PP?

Arrimadas va a terminar en el PP, claro.

¿A usted le consta que está negociando con Feijóo?

No sé con quién está negociando. Pero que Inés está queriendo irse al PP, sí, desde luego, y muchos otros, ¿eh?

Por ejemplo, Villacís.

A Villacís ya la pillaron con el carrito de los helados, a la pobre mía. Le tengo mucho cariño pero fue muy torpe, muy torpe. Mira que a mí me hubiese gustado tenerla conmigo en el PP compartiendo proyecto de nuevo, pero...

¿Eso ha herido su imagen de muerte?

Sí, eso es lo que le ha perjudicado. Y durante la campaña bajará un punto por el efecto de voto útil a Almeida.

Rivera da clases ahora de liderazgo. ¿No le ha llamado para ficharle e impartir ninguna clase?

No. Ni falta que me hace.