Pedro Sánchez ha decidido ya la fecha en la que se enfrentará de nuevo a Susana Díaz y el resto de dirigentes críticos con su gestión. Será el 1 de octubre en una reunión del Comité Federal que durante semanas han reclamado varias federaciones. La convocatoria, que se hará oficial el lunes en la reunión de la Comisión Permanente -el núcleo reducido de la dirección en el que hay una amplia mayoría de dirigentes afines a Sánchez-, pretende aplacar las críticas internas a la falta de debate sobre el proceso de investidura y el aplazamiento de un análisis sobre la caída electoral de los socialistas. Aunque el secretario general mantiene su no a Mariano Rajoy y al PP, en ese cónclave se establecerá, además, la hoja de ruta definitiva de los socialistas ante el proceso de investidura que se abrió con el fracaso del presidente en funciones el 2 de septiembre y en su propósito de evitar terceras elecciones.
El domingo Sánchez se juega buena parte de su futuro. De los resultados de las elecciones vascas y gallegas dependen los movimientos posteriores de quienes creen que el líder socialista debe marcharse tras encadenar varias derrotas electorales. En Ferraz aseguran no creerse las encuestas que pronostican que Alberto Núñez Feijóo revalidará la mayoría absoluta dejando sin opciones a un acuerdo de izquierdas. Opinan que hay mucho voto oculto que irá a parar a la papeleta del PSOE. Además, el líder socialista está echando el resto en esos comicios porque se juega verse adelantado por En Marea. Un mal resultado en Galicia y Euskadi minaría otra vez el liderazgo de Sánchez, que intentaría en cualquier caso seguir adelante en su plan para llegar a Moncloa.
Sin embargo, la tensión en las filas socialistas ha llegado a una de sus cotas más altas de los últimos meses. La evidencia se produjo la semana pasada con la catarata de mensajes de apoyo a Guillermo Fernández Vara por los insultos que recibía por discrepar del no absoluto de Sánchez al PP. En las filas socialistas se habla incluso de forzar la salida del secretario general mediante la dimisión de la mitad más uno de los miembros de la Ejecutiva, aunque en Ferraz lo ven inviable e incluso algunos dirigentes críticos dudan de que pueda ejecutarse.
Exigencia de responsabilidades
El pretexto para el golpe en Ferraz serían los malos resultados de las elecciones del 25S de los que pretenden que Sánchez asuma responsabilidades. En Galicia Sánchez apoyó a Xoaquín Fernández Leiceaga e impuso cambios en las listas y la aspirante a lehendakari es una de las dirigentes más próximas a Ferraz. La federación de Susana Díaz ya ha preparado el terreno: “El partido tiene que ver si es posible hacer una lectura no local de los resultados que permita introducir en el debate dónde vamos y qué medidas debemos adoptar para mejorar y para que el PSOE sea un partido de gobierno y referente en todo el país”, expresó el número dos del PSOE-A, Juan Cornejo.
“No hay unas solas elecciones que no tengan una lectura en clave nacional”, advierte un presidente autonómico crítico con Sánchez. La pretensión de ese sector es que el Comité Federal analice “de una vez” la “sangría de votos” que sufre el PSOE. Para aplacar el 'ruido' sobre la celebración de ese conclave, Ferraz ha confirmado que será el 1 de octubre, el fin de semana siguiente a las elecciones vascas y gallegas. Algunos de esos dirigentes consideran que se ha ido aplazando el debate sobre la pérdida de votos porque se ha suplantado con otros, como el del intento de Sánchez de llegar a Moncloa tras el 20D o la postura de los socialistas ante la investidura de Rajoy en julio.
El intento de llegar a Moncloa
Precisamente el temor que tienen ahora los dirigentes críticos con Sánchez es que se deje a un lado el análisis de los resultados de las vascas y gallegas con la discusión sobre el intento de Sánchez de formar gobierno. A pesar de que han dejado claro que “con 85 escaños no se gobierna este país” y que el PSOE debe “estar en la oposición que es donde le han colocado los ciudadanos”, sostienen que el secretario general puede sacarse un as de la manga: como consultar a los militantes si el PSOE debe asbtenerse para dejar gobernar al PP o si debe intentar una alternativa.
Ese paso se daría precisamente en el Comité Federal en el que los críticos vuelven a amagar con cortar el paso al secretario general. “Él tendrá que hacer una síntesis de lo que se debata en el Comité Federal”, dice uno de los barones más prudentes que reconoce, no obstante, que puede llegar a forzarse una votación para que la resolución que se apruebe saque a Sánchez el compromiso de quedarse haciendo oposición. Esa no es una opción para el líder socialista que, a pesar de las advertencias, ha dejado claro que seguiría intentando un acuerdo que le lleve a Moncloa.
Es el Comité Federal el que decide la política de alianzas del partido, según los estatutos, pero en su última reunión Sánchez ni siquiera anticipó que volvería a intentar una alternativa a Rajoy. De hecho, en su intervención, aseguró que el PSOE se quedaría en la oposición. El emplazamiento a las “fuerzas del cambio” que hizo desde la tribuna del Congreso sorprendió a buena parte del partido.
La mirada en las terceras elecciones
Por el momento, los pocos contactos que Sánchez ha tenido con el resto de líderes políticos le han alejado de la investidura. Los independentistas siguen condicionando su apoyo a un referéndum en Cataluña y Ciudadanos sostiene que la única posibilidad es que gobierne el PP. Unidos Podemos está abierto a secundar una investidura de Sánchez, pero la segunda conversación con Iglesias se ha chafado por el momento.
El siguiente debate en el PSOE sería entonces qué hacer para evitar terceras elecciones. Las posiciones, no obstante, las han ido dejando claras cada una de las partes desde el 26J. Fernández Vara ha sido el único que ha apostado clara y públicamente por la abstención, aunque otros barones secundan en privado esa vía, y el PSOE andaluza ha abierto esa puerta a cambio de la cabeza de Rajoy. Ferraz se niega y considera que ningún dirigente lo planteará en serio porque perdería toda posibilidad en el congreso que deberán celebrar en los próximos meses para dirimir el liderazgo, que algunos dirigentes temen que se convoque por sorpresa la próxima semana. Sin embargo, los barones están determinados a forzar ese debate y la fijación de una postura clara. Sostienen que el PP les saca 52 escaños y que si hubieran permitido el Gobierno algunas leyes como la LOMCE o la ley mordaza estarían derogadas por mandato de la oposición en el Congreso.
Quienes ven con buenos ojos pulsar “el botón rojo” para echar a Sánchez y constituir una Gestora dan por hecho que sería ésta la encargada de pilotar al PSOE en esa complicada decisión. La elección de los integrantes de ese órgano sería clave para no 'quemar' a quienes puedan estar al frente del partido más adelante.
No obstante, Sánchez se ha ido saliendo siempre con la suya en las batallas que ha mantenido con sus adversarios internos. Ahora el líder socialista ha perdido el miedo a ir a una nuevas elecciones porque considera que su resistencia frente a la presión interna, externa y mediática para que facilitara el Gobierno de Rajoy le permite ganar votos porque los electores han visto en él “la coherencia que perdió el partido desde que gobernó Zapatero”, según un miembro de la Ejecutiva próximo al secretario general. También en clave interna cree que se ha reforzado ante los militantes, que son los que al final tendrán la última palabra para que siga o no al frente del partido.
Llegado el caso de que se repitan las elecciones, el proceso de elección de candidatos sería el mismo en el PSOE. Sánchez tendría que someterse a sus terceras primarias en un año –cuartas si se tiene el cuenta el congreso en el que venció a Eduardo Madina en julio de 2014–. En las dos últimas, pese a los amagos de Susana Díaz y, al principio, de Carme Chacón, el líder socialista no tuvo rival. Ahora podría darse la misma situación, pero puede ser que los dirigentes que consideran que “se tiene que ir a su casa” den un paso al frente.
El otro escenario, en el que se fuerza una salida dramática de Sánchez, no le obliga a darse por vencido. Podría dar la batalla por conseguir de nuevo la Secretaría General, aunque hay quienes consideran que sería imposible tras la debilidad de que le echen de Ferraz. No obstante, algunos de los dirigentes críticos piensan que hay que esperar para deshacerse de él para no vincular la maniobra con la investidura y dejarle como un “mártir” ante los militantes.