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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

El fundador de Podemos Luis Alegre salta de la lista para quedarse en la universidad

Luis Alegre fue el primer portavoz de Podemos. En enero de 2014, antes de que Pablo Iglesias lanzara el manifiesto Mover ficha, ejercía las labores de interlocución con los medios de comunicación. Entonces, Podemos era un puñado de amigos de la universidad, de Políticas, Sociología y Filosofía, algunos activistas de Juventud sin Futuro, junto con Izquierda Anticapitalista (IA).

El propio Alegre, por aquel entonces, era un profesor de Filosofía de la Complutense que había publicado varios libros –incluido un manual de Educación para la Ciudadanía– que apuraba sus últimos días como miembro de IA, y participaba con uno de sus dirigentes, Miguel Urbán –actual eurodiputado–, en la librería La Marabunta, cooperativa que meses más tarde cerró. Quedaban cinco meses para conseguir los cinco eurodiputados que los catapultaron en el panorama político español.

Tras las elecciones europeas del 25 de mayo, Podemos se embarcó en poner en marcha una asamblea constituyente clave: Vistalegre. Luis Alegre fue el encargado de su realización, junto con un equipo técnico elegido para ello. Durante dos días, se visibilizó quiénes eran lo que se calificó como grupo promotor: Pablo Iglesias, Íñigo Errejón, Carolina Bescansa, Juan Carlos Monedero y Luis Alegre.

Eran los cinco. Como cinco fueron los eurodiputados. Y como cinco son las nuevas cabezas visibles de Podemos, tras los pasos atrás de Monedero y Alegre: Iglesias, Errejón, Bescansa, Irene Montero y Sergio Pascual.

Vistalegre fue el marco en el que Podemos definió su estrategia y organización con vistas a las próximas elecciones, refrendada un mes después con la elección del equipo dirigente puesto en escena en el teatro Nuevo Apolo en un acto en el que Alegre ejerció de maestro de ceremonias: “Una máquina electoral para asaltar los cielos”. Alegre siguió en la cúpula, como miembro del Consejo Ciudadano Estatal y de le ejecutiva.

El primer revés le llegó en febrero de 2015 con las primarias para la secretaría general del Consejo Ciudadano de la Comunidad de Madrid. Ganó por la mínima. Se impuso con 8.155 votos (49,88%), frente a los 7.266 (44,44%) logrados por Miguel Urbán. El candidato más votado fue el actor Alberto Sanjuan, que integraba la lista de Urbán. De la misma candidatura, también han conseguido un asiento en el órgano Luis Montes, Isabel Serra o Diego Pacheco. En total, 18 personas provienen de la lista de Alegre y 16 de la de Urbán.

Esa división se ha perpetuado, hasta el mundo de ser uno de los consejos ciudadanos regionales más complejos –hay posiciones pablistas, errejonistas y anticapis–, lo cual se ha traducido en que su influencia en el grupo de Podemos en la Asamblea de Madrid es limitada, según explican miembros del propio consejo: “El consejo regional tiene muy poca influencia en la línea política del grupo parlamentario, va más de la mano de la dirección estatal”.

“Quizá no sea el consejo más fácil, pero tampoco es el más difícil”, sostiene Alegre, “la nuestra es una organización democrática que gestiona las discrepancias”.

“Lo que no me podría permitir es seguir con el consejo estatal, el regional, la ejecutiva y el escaño en el Congreso”, explica: “Y a mí, como la gente normal que estamos en Podemos, nos gusta nuestro oficio, y yo no quiero que mi sustento económico dependa de la política”.

“Tengo claro que no quería depender económicamente de la política”, asegura Alegre: “Soy interino, estuve consultando, y ante la imposibilidad de conseguir una excedencia o una comisión de servicios, decidí salir de las listas. Tampoco tenía claro colocarme en un puesto simbólico si la intención era no tomar el acta. En todo caso, yo voy a seguir implicado en las tareas internas. Llevo haciendo política desde la adolescencia en función de la exigencia de cada momento y no voy a reducir mi implicación en un momento que es histórico: se va a refundar el pacto social y tenemos que estar ahí”.