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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Gabilondo: “Nos medimos con un modelo muy conservador que quiere vincularse aún más a procesos ultras”

Esther Palomera

24 de abril de 2021 22:43 h

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Angel Gabilondo (San Sebastián, 1949) es de esos políticos al que uno le compraría un coche usado sin dudarlo un segundo. En tiempos de polarización extrema, exabruptos diarios y marketing político, el candidato del PSOE a la Comunidad de Madrid intenta, no siempre con éxito, hacerse hueco con un estilo propio, diferente, sereno, templado y alejado de extremismos. Así ganó para el PSOE por primera vez en 24 años las elecciones autonómicas de 2019 y así se quedó a tan solo un escaño de gobernar en 2015. No es un candidato como los demás, cierto. Acostumbra a hablar de compromiso, de convicciones, de valores y de manos tendidas en un universo dominado por Ayuso a golpe de insultos y naderías que envalentona a la tribu y embarra la trinchera. La conversación con elDiario.es se produjo el jueves por la mañana, después del primer debate televisado, y antes de que Vox incendiara la campaña tras negarse a condenar las amenazas de muerte recibidas por Pablo Iglesias, por lo que hubo que actualizar por teléfono algunas preguntas. Antes, ya había dejado claro a lo que se enfrenta la izquierda madrileña el 4M, que es un modelo muy conservador representado por Isabel Díaz Ayuso, “que quiere vincularse aún más a procesos ultras”. Soso, serio y formal, el aspirante por tercera vez al sillón de la Puerta del Sol se tiene además por persona clara y firme en sus posiciones. Pregunten a quienes han intentado convertirle en lo que no es y en lo que no cree durante los primeros días de campaña y se han topado con alguien resistente a los consejos. La historia no es siempre como se cuenta sino solo como sucede, y el relato de Gabilondo no es el de una marioneta de La Moncloa ni del PSOE. Cosa distinta es que haya habido voluntad de silenciarle frente a una Ayuso en cuyo crecimiento, admite, “hemos colaborado todos”. Razón no le falta.

¿Los debates electorales han activado a la izquierda?

Los debates han de ser útiles, han de servir para que los ciudadanos tengan elementos de juicio para decidir qué es lo que prefieren, para contrastar propuestas y programas que resuelvan los problemas de la ciudadanía.

¿Lo que ocurrió en el debate de la Cadena Ser es consecuencia de la banalización del discurso del odio?

Es consecuencia de un discurso extremo que excluye y genera crispación. Hay partidos que le han dado espacio institucional y han comenzado a asumir, en cierto modo, sus postulados. Aquí en Madrid, PP y Cs han acogido a Vox, sin escrúpulos, y ellos (Vox) han apoyado al Gobierno regional durante los dos años que ha durado esta legislatura.

¿Se volverá a sentar con la candidata de Vox en un plató?

Creo que no habrá más oportunidades de sentarse a debatir. Lo han dinamitado.

¿De qué van estas elecciones?

Van de alternativa o no al gobierno de la Comunidad presidido por Ayuso hasta ahora y del PP durante 26 años. Creo que sí la hay. Y además lo que está en juego son muchas más cosas: cómo abordar y resolver los problemas de los ciudadanos en la pandemia, pero también hay otros debates políticos que conviene no olvidar que existen, pero no centrarse en ellos. Por ejemplo, qué será del porvenir de Ayuso y si esto son unas primarias de proyección suya;  que va a pasar con Vox; que será de Ciudadanos; que será de Pablo Iglesias y qué será de todos nosotros. Como además ahora no hay elecciones autonómicas, ni generales,  ni ayuntamientos, pues el foco sobre estas elecciones es muy importante.

¿Estas elecciones no van de Ayuso o Pedro Sánchez, que es el marco que trata de imponer la derecha?

El PP ha querido que toda la legislatura, no solo las elecciones, fuera una especie de confrontación con el Gobierno de España. Yo recuerdo el debate de investidura en el que Ayuso fue investida y yo hablé de dos cosas: uno de la libertad, porque yo ya atisbaba, aunque allí había una noción de la libertad para mí inquietante y otra era que yo pedía que no hiciera del gobierno de Madrid y de la Comunidad, que es una comunidad abierta y dialogante a todos, un bastión contra el Gobierno de España. Al final esos dos asuntos han cuajado en un lema de campaña y en una confrontación con el Gobierno de España. Algo que yo, medio en broma y medio en serio, he llamado un poco una obsesión. Pero si fuera solo una obsesión… Creo que hay otra cosa, y es una ceremonia de distracción de los problemas políticos de Madrid, un olvido de Madrid. Hay un Madrid olvidado en esta política que hacemos de grandes confrontaciones ideológicas o confrontaciones entre la Comunidad y el Gobierno de España.

¿Y no cree que el presidente de Gobierno ha mordido el anzuelo que le lanzó Ayuso al entrar en el cuerpo a cuerpo con la presidenta de la Comunidad de Madrid?

Lo que pasa es que el presidente del Gobierno es además secretario general del PSOE, y eso también genera otros compromisos y otras necesidades que hace que se vea llamado a tomar posición frente a determinados asuntos, pero no diría que ha mordido el anzuelo. Pero habrá entendido que es algo sobre lo que tenía alguna responsabilidad. Eso no me ha preocupado.

¿Para qué cree que sirvió el primer debate electoral?

Bueno, sobre todo sirve primero para conocernos un poco como somos porque la televisión enseña más de lo que uno piensa, incluso en los silencios, en los gestos y en las actitudes. Retrata mucho las formas en que uno está y se comporta con los que no piensan igual. Es un momento de tensión donde afloran muchas cosas. Pero sirve sobre todo también para ver si directamente somos capaces de confrontar ideas, programas y alternativas. Y suele costar, suele costar.... En el caso de ayer [el del miércoles por la noche] lo que se vio es que había distintas posibilidades en Madrid.

¿La izquierda fue coordinada a ese debate? Se lo digo porque es la primera vez en mucho tiempo que no vemos a los diferentes aspirantes del bloque discutiendo entre sí.

No es que fuéramos coordinadas, pero hay una cosa que se está imponiendo con claridad, que es la conciencia de una necesidad y es que tenemos que anteponer a los legítimos intereses e incluso diferencias de planteamientos –porque somos estilos muy distintos y concepciones distintas–  a un interés superior. En este momento hay un objetivo claro, que es resolver los problemas de la ciudadanía desde una lectura de progreso. Y yo creo que eso se impone de tal manera que hace falta estar muy despistado para no entender que con quien ha de medirse lo que queremos y es con una idea de un PP de muchos años y con un modelo muy conservador que quiere además vincularse aún más a procesos ultras. En estas circunstancias sería de tan mal olfato político, de tan mal gusto por la sensibilidad ciudadana que empezáramos a exhibirnos en nuestras diferencias en vez de decir que hay algo en común que tengamos que hacer…. Yo no digo misión, pero sí la percepción de que es un momento crucial. Éste es un momento muy importante y tenemos la responsabilidad de anteponer eso a cualquier otra cosa.

¿Hay un nuevo registro de Ángel Gabilondo quizá más combativo?

No sé cómo he logrado ser tan poco conocido, pero bueno, está bien. Me refiero a cómo soy. Creo que ha habido probablemente errores míos, pero también una cierta voluntad, no tanto de confrontar conmigo, sino de silenciarme, de acallarme. Pero yo he añadido por delante que también puede ser culpa de mis formas de hacer o de mi forma de entender cuáles son... 

¿Esa voluntad es imputable también al Partido Socialista?

No, yo creo que no. Lo que sí creo es que hay como una estrategia de desaparición. Pero también yo contribuyo, no lo niego, por entender que en un momento como éste en la pandemia era más importante resolver los problemas que otra cosa. Y bueno, puedo estar equivocado. Otros igual pensaban: aprovecha ahora que es la pandemia para dar el zarpazo definitivo. Pero yo sí creo que todos hemos entendido que no hay un Ángel Gabilondo antes y después de esta campaña. Yo soy un poco así. Procuro ser educado, pero también soy claro y firme en mis posiciones y en mis convicciones.

Tan claro y tan firme en sus posiciones y sus convicciones, que ha llegado a mis oídos que a lo largo de esta campaña se ha plantado en un par de ocasiones ante la “factoría Redondo”, que ha diseñado la estrategia electoral.

En general digo lo que pienso con claridad. Y entonces, cuando digo lo que pienso no necesito plantarme. Lo que sí necesito es – yo tampoco estoy en la factoría Redondo– hacer valer mucho lo que pienso, y no lo impongo, sino que argumento hasta el punto que puedo llegar a ser pesado. Algunas veces he contado que Carmen, con quien vivo, suele decir de mí: ¿pero puedes dejar de argumentar? ¿No ves que estamos discutiendo? Tengo una tendencia a argumentar que puede llegar a ser muy pesada, y por eso yo esgrimo lo que pienso, no me resigno ante una cosa si veo que puede ser mejor que otra. Y desde luego, en una campaña electoral es muy importante no ser volcado en cómo eres hacia ninguna otra cosa por mucha estrategia electoral que haya.

¿Qué papel está desempeñando el jefe de Gabinete del presidente del Gobierno en esta campaña?

Bueno, pues él, como muchas personas, me ayudan. Muchas personas del mundo de la comunicación, gente que sabe de esto y te ayudan. Esa es la verdad. Todo el mundo te ayuda, te dice, te aconseja... Desde luego, ayer por la tarde, antes de ir al debate, yo no sé si no tendría 30 o 40 consejos de estos sesudos sobre lo que tenía que hacer y cómo debía ser. Algunos me dicen no te muestres enfadado, tienes que ser risueño, jovial y otros, ni se te ocurra ser risueño, tienes que ser muy firme, que te vean enfadado. Entonces, si no sabes quién eres, acabas tan confundido que acabas siendo un esperpento. Y entonces, en general, en las campañas electorales es muy importante tener muy claro quién eres, y qué te tiene allí. ¿Por qué estás ahí? ¿Por qué has llegado en este momento de tu vida a estar en esta tesitura? Y si tienes eso claro, pues tú tienes. Es el señor Redondo y muchísima gente que me dice sin parar lo que es bueno y qué es lo que debo hacer. Pero, saben que se topan con alguien resistente a los consejos.

¿Fue error suyo o de quién desvelar el nombre de Reyes Maroto como posible vicepresidenta de un hipotético gobierno de coalición?

No, yo no creo que fuera un error. Lo que sí pasa es que en un momento determinado, nosotros ya antes de empezar la campaña, también decíamos que quizá se podía visualizar el concepto que teníamos de gobernar con algunos nombres. Y este nombre era muy adecuado. Primero, porque yo lo conozco mucho, he trabajado con ella y tengo mucha confianza en su forma de entender, de hacer y de conocer Madrid. En un momento determinado se entiende que eso se visualiza diciendo, bueno, pues una propuesta de vicepresidenta, pero yo no reparto cargos porque no tengo cargos para repartir. Ella sabe perfectamente que yo no le he hecho vicepresidenta. De hecho, ya notará que no es vicepresidenta. Pero lo que sí digo es que estamos aquí para gobernar y que no venimos aquí simplemente a hacer una propuesta. Yo no me presento a líder de la oposición, me presento para presidente y quiero serlo, pero no para presumir, ni para labrarme un futuro que ya estas edades no lo tengo. Solo porque creo que hay que hacer algo y es mi deber hacerlo,  y por eso he puesto este nombre como expresión de que vamos en serio a gobernar. Pero luego la vida dirá qué se puede hacer de todo lo que uno plantea.

¿Y por qué no ha dado más nombres si usted mismo dice que había voluntad de visualizarlos?

Esto es tan corto, la verdad, que se nos ha echado encima todo. No creo que haya necesidad ya de más asuntos, pero también es cierto que lo que tiene que ver con la economía, que es un poco el gran desafío además del sociosanitario, nos vamos a encontrar con una necesidad de reconstruir y de transformar Madrid que hace falta gente que tenga oficio para eso. Queríamos visualizar el gran compromiso por esta transformación en recuperación económica con una persona que, a mi juicio, conoce extraordinariamente Madrid y sus posibilidades de desarrollo económico. 

¿Qué nos hemos perdido en Madrid para que Isabel Díaz Ayuso hace dos años fuera prácticamente una presidenta por accidente y sea hoy referente indiscutible de la derecha y la ultraderecha madrileña?

Supongo que todos hemos participado a nuestro modo en eso. Todos. Todos hemos colaborado en eso y supongo que también ella tenía una estrategia para que ocurriera. Supongo que también ha pasado que la Asamblea no ha estado muy activa por la pandemia, no ha tenido todas sus posibilidades de desarrollo y los medios de comunicación tampoco han estado tan directamente presentes en la Asamblea porque no ha podido ser. Y los grandes debates se soslayan porque estábamos todos en la gran operación de salvar las vidas y de ver cómo podíamos afrontar esto. Pues mientras tanto, en ese caldo de cultivo, se ha generado una figura. Supongo, siempre con este espíritu autocrítico que yo tengo, que también uno habrá colaborado para que eso haya podido hacerse, pero yo no me considero la causa de eso.

“Ayuso es más VOX que PP”

¿Y a quién puede ser imputable?

Ya digo que un poco a todos. Cuando Ayuso dice cosas llamativas –por ser fino– caben dos estrategias: una es refutar cada una de las que dice y entonces te dedicas casi políticamente a ser un comentarista de textos de Ayuso. Yo no he querido ser comentarista de textos de Ayuso. Es más, de hecho he procurado que hablemos de políticas y problemas más que de personajes. También puede ser un error, pero igual es un acierto. Igual es que en Madrid hemos hablado demasiado de Ayuso, y poco de los problemas que de verdad hay en Madrid. Y todo esto, pues, supongo que a ella le ha venido bien. Pero como ahora quiere que hablemos de Sánchez, entiendo que en uno u otro caso lo que hay es una ceremonia de la distracción para no abordar que los problemas de Madrid están sin atender.

¿Ayuso es más Vox que Partido Popular?

En algunos momentos, sí. 

¿Por ejemplo?

Por ejemplo, cuando dice lo que dijo ayer de las colas del hambre. Por ejemplo, cuando prefiere a Vox a cualquier otra opción. O por ejemplo, cuando en general tiene una idea de los que son de izquierdas, que los califica de una manera que, a mi juicio, no son propias de una persona que ha sido presidenta. Estamos todo el tiempo con que si bolivariano o comunista o socialcomunista de no sé qué. Todo esto que a mí me produce una desazón extraordinaria y que demuestra también una cierta mentalidad o resistencia psicológica a aceptar que haya otros que piensan distinto. Hay un problema de reconocimiento del otro, del que piensa distinto o representa otra opción. Y esa negación del otro es una negación muy, muy, muy, muy ultraconservadora. Claro, a mí me preguntan, qué es la ultraderecha. Yo digo no voy a hacer un simposio sobre la ultraderecha, pero la ultraderecha es decir lo que se ha dicho sobre las colas del hambre y poner el cartel que ha puesto Vox sobre los menores no acompañados extranjeros. Esos dos ejemplos visualizan lo que es la ultraderecha y eso me parece que debe ser evitado por Madrid absolutamente. Es verdad que hay otros PP en otras Comunidades y otros partidos conservadores en Europa que no son así. Aquí se ha quedado un estilo muy singular.

En esta segunda fase de la campaña, ¿Ángel Gabilondo ha tirado la toalla en la búsqueda del voto procedente de Ciudadanos?

No, no, no. Yo el voto procedente de los ciudadanos, de la ciudadanía no tiro la toalla. Yo me dirijo a todos los ciudadanos.

Ciudadanos, marca política

Ya, pero quiero señalar que me dirijo a todos los ciudadanos y a todos los hombres o mujeres demócratas y de progreso, a todas las personas que creen que esto no puede ser. Y no me dirijo solo a los votantes de Ciudadanos, también a los votantes del Partido Popular y de los que fuera y, por supuesto, a los del PSOE, a los de Más Madrid, a los de Unidas Podemos e Izquierda Unida. Me dirijo a todos. Ahora, sí digo una cosa, y es que lo que se vio en el debate, ya no son los votantes, sino los dirigentes de Ciudadanos que claramente han optado por hacer presidenta a Ayuso. Y, por tanto, eso es un antes y un después. Es decir, no es un día una frase, es una posición política que yo respeto. Me parece un error, un error serio que hizo daño al gobierno fallido anterior y que hizo daño, creo, a toda la política nacional porque aquí podía haberse abierto un camino. No se abrió. Vale, perfecto. Insisten y vuelven a las andadas los dirigentes del partido. Bueno, pues yo tengo la obligación de decirles también a los que les votaron, que hay otras opciones, que son serias y son de transformación. Que no son extremistas y que quieren cambiar la realidad.

“No planteé a Iglesias como una línea roja”

¿Iglesias ha dejado de ser una línea roja para la configuración del gobierno de Ángel Gabilondo?

No lo he planteado como una línea roja, pero entiendo que se pueda preguntar así. Lo que hice fue una propuesta de aglutinar una mayoría progresista centrada, no de centro, que pudiera pactar en ambas direcciones. Pero tal como planteó él las elecciones desde el primer momento, no me parecía que fuera ese el debate. Puedo estar equivocado. Ya sé que es muy importante el debate entre el comunismo y fascismo y la libertad.... Todos hemos leído libros del siglo XIX, del siglo XX, de Historia Política y de Ciencia Política, pero en este momento lo que hay que hacer es abordar y resolver los problemas de los ciudadanos. Hablemos de la pandemia, de la vacunación, de la recuperación económica y de la reconstrucción social sin dejar a nadie atrás. Estas son mis prioridades y creo honestamente que son las prioridades de la ciudadanía. Y por eso yo decía, bueno, si vamos a venir ahora a plantearnos esos debates, pues esto no es lo que yo quiero. No quiero esa confrontación, no quiero ese extremismo. Esto es lo que señalé. Ahora, lo que dije ayer, con unas palabras un poquito cuidadas, era: confío. Empecé por “confío, Pablo”. Y lo digo: confío en que apoyes una opción que tiene como objeto poner freno al gobierno de Colón. No puedo pensar que habiendo una alternativa en Madrid que pueda configurarse con una mayoría capaz de frenar ese gobierno de Colón, Pablo Iglesias no la vaya a apoyar. Eso es de lo que hablé ayer. No he hablado de gobierno, ni de formar gobierno porque hay una cosa muy importante: hay que votar y hay que esperar y ver la votación y ver desde la votación cuál es la composición del espacio que se hace. Ahora qué giro puede haber habido. No es un giro respecto a una persona, sino la constatación de que esa mayoría si se puede conformar tendrá que ser desde posiciones de izquierda, de progreso y contando con todo el que quieran. Pero ayer se vio que no quiere el PP, cosa que no nos extraña; no quiere Vox, cosa que no nos extraña y que no quiere Ciudadanos, que nos parece que es de nuevo un error. Pues entonces, ¿dónde vamos a buscar la mayoría? Pues donde ayer se vio, que es la posición que ganó a Ayuso en el debate. No fue un candidato u otro, fue una posición que se mostró más consistente, coherente y con más capacidad. Eso es lo que entendí yo.

Parece que en esta campaña se ha inaugurado una especie de porra sobre los posibles usos del Zendal, ¿cuál le daría usted?

Yo creo que no estaría mal lograr que sea un hospital, porque por ahora hay mucho debate sobre que lo sea. Nosotros pusimos reticencias a su construcción e incluso oposición en algunos ámbitos. Para ser un hospital no sólo tienes que tener un nombre, tienes que tener una plantilla estable y definida, un proyecto de hospital para saber qué tipo de hospital queremos. Desde luego no soy partidario de su demolición, ni tampoco de mantenerlo como un mausoleo como el de la ciudad de la Justicia. Hay que convertirlo en algo. No me parece mal que sea un hospital pero si lo fuera, no empecemos a vaciar de personas de otros sitios, a desmantelar otros servicios, a llamar no siempre voluntariamente a quienes van allí a trabajar. Respeto a los que están allí y respeto también a los que están curándose y se han curado. Me alegro mucho, pero no se ha hecho un plan estratégico sobre qué es.

De hecho, muchas personas no lo consideran un hospital. Y a mí me parece que sobre todo se cometió un error, que es no priorizar los centros de salud, los centros de atención primaria y constituir toda la respuesta a la pandemia desde esos centros y en su lugar, hacer un gran hospital, porque esto es decisivo. No es tanto la prevención de la salud pública, sino que  tenemos un sitio para que cuando no hayamos cuidado la salud pública se pueda coger a los enfermos. Es que es el contrasentido de lo que es la sanidad. La sanidad es velar para que no vaya a la gente a los hospitales, no hacer tantos hospitales para que puedan ir allí muchos. No estoy en contra de que haya hospitales, pero estoy en contra de que no se haya dotado de personal y de recursos y de infraestructuras a los centros de atención primaria. En nuestro programa decimos que creemos que hay que hacer 30 nuevos.

¿Estas elecciones le comprometen como mínimo dos años más con el PSM o es su último servicio a la causa?

Yo dije sí. Dije sí en 2015. Tengo lealtad y respeto y agradecimiento al PSOE y me siento vinculado a eso. No soy un militante y tampoco voy a hacer ahora ostentación de sumisión. No sé lo que va a pasar, pero yo ya no tengo edad para andar un poco percibiendo mi futuro. Qué será de mi futuro o qué va a ser de mí lejos de casa. Lo que sí sé es que mientras tenga salud me voy a dedicar a asuntos que tienen que ver con cuestiones de asuntos públicos, de servicio público, de dimensión social, de asuntos que tienen que ver con lo que yo entiendo que es el bien común. Puedo estar equivocado, pero esa ha sido mi vida y yo quiero que siga siendo así hasta el final. 

Ya, pero le preguntaba por los próximos dos años en la Asamblea de Madrid, independientemente de cuál sea el resultado electoral

Voy con total determinación a seguir ahí. No me presento de otra manera. Cuando me presenté en 2015, leí una portada de un periódico que decía Gabilondo no dura un mes aquí. Duré más de un mes y de hecho estuve toda la legislatura allí en mi puesto y después me presenté otra vez. Ganamos las elecciones y he estado en mi puesto siempre. Todos los días estaban diciendo que yo me iba a marchar, que me iba a ir aquí o allá, que iba a ser nombrado esto o lo otro. Y yo siempre dije, bueno, eso no descarto que pueda pasar, pero yo estoy aquí absolutamente entregado y quiero ser presidente de la Comunidad de Madrid, quiero serlo y hacer un gobierno serio, honesto y progresista. Esto es lo que quiero de verdad. Y si eso no sucede, pues yo seré diputado mientras no ocurra una cosa que ahora no preveo.

El termómetro para ser progresista

¿Madrid es realmente de derechas o es que la izquierda lleva 25 años sin saber seducir a los madrileños?

Yo creo que esto es algo que tenemos que pensar seriamente. Hay un Madrid que no es exactamente ni de una cosa ni de la otra. Desde luego hay mucho de derechas, eso sí lo vemos. Hay un Madrid pragmático. Y además hay un Madrid, y eso sí me inquieta, que tiene una cierta concepción de la vida que puede llevar a posiciones conservadoras. Un cierto Madrid de tener éxito, de hacer dinero y de que te vaya bien profesionalmente, que estés bien con tu familia. Y lo demás, pues mira… Esa es la libertad individual frente a la idea de la libertad vinculada a la fraternidad y una idea ilustrada y a la justicia. Y todo esto, claro, libertad individual, alejada de la fraternidad y del bien común. Sálvese quien pueda, cada uno a lo suyo y yo a lo mío. Yo no me meto en política. Casi una especie de antipolítica en muchos sectores. Todo esto es verdad, pero también en la izquierda tendremos que hacer ejercicios como el de ayer, es decir, ejercicios de decir mira que ya sé que tú eres de Madrid o de Unidas Podemos y yo soy del PSOE, pero aparte de los rifirrafes hay algo por encima de eso. A veces nos ha faltado ese “”encima de eso hay algo“. ¿Cómo nota uno que es progresista? ¿Dónde está el aparato de medir lo progresista que se es? Algunos se creen que eso lo nota porque le tienen mucho paquete a la derecha. Bueno, pues puede ser un criterio, pero yo creo que el termómetro para ver si eres progresista es si te antepones a cualquier cosa los problemas de la ciudadanía, su libertad, su justicia y su vida digna. Si eso te importa más que cualquier otra cosa, eres progresista. Ese Madrid del éxito es conservador.

“La reforma fiscal es necesaria y hay que hacerla, pero no esta semana ni este año”

¿Por qué no subir los impuestos en un momento en el que el Fondo Monetario Internacional, la OCDE, incluso la propia Comisión Europea sostiene que es necesario un impuesto que grave a aquellas rentas más altas y a quienes se han beneficiado de la crisis económica consecuencia de esta pandemia?

Hay dos tiempos. La política también es un problema de tiempos. Y el de ahora es el de un gobierno para dos años, un gobierno excepcional para una situación excepcional que lo que tiene que hacer es resolver esta situación excepcional. Y en ese tiempo yo desde luego creo y además me comprometo a no tocar los impuestos y a dejar como está la fiscalidad. Primero  porque hay recursos. ¿Dónde? Primero en unos presupuestos que no se han hecho y que tienen que ser claramente unos presupuestos COVID. No se han hecho, tenemos aún unos presupuestos que se aprobaron para un tiempo de bonanza, y ahora resulta que no existe esa bonanza. Y en un tiempo COVID hay recursos para atender lo fundamental que son los servicios públicos  y la recuperación de los empleos y de la economía. Y, además, esa reforma de la que se habla, que también es necesaria, es una reforma que obedece a que los factores de recuperación están vinculados también a fondos europeos y están exigiendo que se hagan reformas y que se hagan inversiones. Esas reformas son necesarias y hay que hacerlas. No esta semana ni este año. Esas reformas se están haciendo, se encaminarán, se harán y cuando se hagan ya tendrán sus efectos. Pero no es una reforma propuesta por el Gobierno de España, es cuestión para toda Europa, incluso, diría yo, para todo el mundo. La reforma fiscal es un asunto prioritario y además una reforma más moderna, más vinculada al desarrollo sostenible, a lo verde, al nuevo mundo. O sea que yo no estoy en contra de esa reforma. Lo que digo es que ahora que tenemos dos años para resolver este asunto y que como nos pongamos a hacer la reforma esa, nos morimos. Pasan los dos años y se constata que no hemos hecho nada. Vamos a resolver. Eso sí que no es sólo un debate teórico sobre si hay que hacer o no, claro que hay que hacer reforma fiscal. ¿O es que alguno se piensa que me gusta a mí la situación fiscal que hay? No, como tampoco me gusta que la derecha anuncie que bajará los impuestos.

¿Qué supondría la entrada de Vox en el gobierno en la Comunidad de Madrid?

A mí me parecería un desastre, sinceramente, porque además Vox entra con convicciones muy peligrosas. Y, además, entra con exigencias que afectan a derechos fundamentales, además de a la igualdad entre hombres y mujeres, o el derecho al reconocimiento del extranjero o tantísimas cosas. Si uno viera todas las cosas que dicen, es un verdadero programa. Aunque tenga dos folios, es un programa. Y si eso significa la derechización aún mayor del PP o incrustar dentro del Partido Popular a Vox, me parece que Madrid perdería los valores que constituyen el Madrid que yo quiero. Es el Madrid de la cultura, el Madrid innovador y creativo, el Madrid divertido, sin poner en cuestión la salud, el Madrid de la ciencia, de la investigación, el Madrid femenino y feminista,  que es modelo en el mundo en muchas cosas. Y ese Madrid tan innovador y emprendedor, pues se sustituiría por una concepción de la política que es como una especie de resignación ante un modelo injusto que produce desigualdades, no sólo que no resuelve las desigualdades, sino que las genera.

Por último, ¿Mónica García sería una buena consejera de Sanidad en un gobierno presidido por Ángel Gabilondo?

Antes lo he dicho, yo no estoy en este momento repartiendo puestos de gobierno. Vamos a votar. Vamos a votar. Vamos a votar masivamente. Vamos a votar mayoritariamente. Vamos a hacerlo para tener una mayoría. Y luego ya constituimos un gobierno. Pero yo ya he dicho que con Más Madrid nosotros sumamos y contamos con su potencia y sus posibilidades y, desde luego, no excluyo ninguna posibilidad. Pero el titular no es “no excluyo a Mónica García como consejera de Sanidad”, sino que no estoy en este momento proponiendo ningún nombre.

Entonces de Pablo Iglesias, ni hablamos.

Desde luego, del gobierno ni hablamos. Por ahora, no. 

Una frase con la que movilizar a esa parte de la izquierda que sigue adormecida.

Cuando tú no votas, ellos sí votan. Cuando tú no decides, ellos sí deciden. Y cuando tú no votas y no decides, si crees que es que no se decide, estás equivocado, se decide, y son otros. Y además en Madrid esos otros son conservadores y están defendiendo un modelo que para mi gusto es un modelo injusto y un modelo que necesita revertirse con más derechos, más libertad y más justicia. 

Gracias y mucha suerte. 

A ti, siempre.

Entrevista completa a Ángel Gabilondo

Vídeo: Nando Ochando y Álvaro Rincón