La abrupta ruptura de Podemos y Sumar, consumada este miércoles con la salida de los cinco diputados morados al Grupo Mixto, hizo saltar todas las alarmas en el Gobierno de coalición. Sustentado en una raquítica y heterogénea mayoría parlamentaria, el Ejecutivo de Pedro Sánchez depende de todos y cada uno de los votos que respaldaron la investidura del líder del PSOE para sacar adelante cada norma que se vote en el Congreso. Y por eso los socialistas deberán afanarse de ahora en adelante en amarrar los cinco escaños de los de Ione Belarra.
Tras la intranquilidad inicial al conocer la noticia, las llamadas se sucedieron al más alto nivel entre la cúpula morada y altos cargos del PSOE. Una de las más relevantes tuvo lugar entre Ione Belarra y Félix Bolaños. La secretaria general de Podemos contactó personalmente durante la tarde del martes con el ministro de la Presidencia y Justicia. Según fuentes de la dirección de Podemos, en esa llamada Belarra “garantizó” la colaboración durante la legislatura y apostilló que el único objetivo de su formación es “hacer política con medidas ambiciosas”.
No fue la única llamada entre ambos espacios políticos. El propio presidente del Gobierno y Yolanda Díaz hablaron también a última hora del martes. Y la conclusión entre ambos fue la misma: que el movimiento de Podemos tiene más que ver con una lógica interna en la propia izquierda que con una voluntad real de hacer tambalearse a la legislatura.
Hubo una tercera llamada entre el vicepresidente del Congreso, Alfonso Gómez de Celis y Javier Sánchez Serna. Ambos coincidieron en la Mesa de la Cámara durante la pasada legislatura e hicieron buenas migas.
Desde Podemos apuntan a que la decisión anunciada el martes no tiene nada que ver con el PSOE, y creen que la relación con el partido mayoritario de la coalición será buena, pese a que desde Sumar pueda haber hipotéticos intentos de desestabilizar.
“Son un partido de izquierdas y lo consideramos un socio más que no va a hacer peligrar las leyes progresistas”, decían este miércoles en la Moncloa tras las conversaciones mantenidas. Los socialistas, de hecho, creen tener las garantías suficientes para no temer por la mayoría parlamentaria en la que se sustenta el Gobierno. “Ahora habrá que negociar con ellos como un partido más, pero nuestra agenda reformista saldrá adelante. Solo será más trabajo para Bolaños”, bromeaba un alto cargo del Ejecutivo en los corrillos del Congreso de los actos de la Constitución de este miércoles.
La ruptura anunciada el martes ya no tiene marcha atrás. Incluso las advertencias sobre la pérdida de los cargos que Podemos tiene en el Congreso como parte de Sumar, por ejemplo la Presidencia de la Comisión de Derechos Sociales, no hacen mella en la determinación de los de Belarra de mantener su propia línea en la Cámara Baja, con la negociación de los Presupuestos Generales como primera prueba de cómo se desarrollará la reordenada mayoría parlamentaria.