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Gaza afronta una crisis inmobiliaria sin precedentes a causa de la guerra

EFE

Gaza —

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Cansado de compartir una pequeña tienda de campaña con su mujer y cinco hijos, Musa Abu Asser mira con rabia y desesperación los restos de la que hasta este verano era su casa, en el barrio de Shahaiye, uno de los más castigados durante la última y devastadora ofensiva militar israelí en Gaza.

Los incesantes y duros bombardeos israelíes sobre esta barriada del este de la Franja, convertida en uno de los principales campos de batalla, le obligaron primero a huir y después a buscar refugio en una de las múltiples escuelas de Naciones Unidas.

Interrumpida la guerra, la propia ONU le proporcionó hace tres semanas esa tienda de campaña para paliar una de los principales efectos de la guerra: la falta de vivienda y una crisis inmobiliaria en la que las pocas casas que quedan en condiciones habitables tienen un precio prohibitivo para la mayoría de los gazatíes.

“Vivo en esta tienda con mi mujer y mis hijos, frente a lo que era mi casa, desde que acabaron los bombardeos. No puedo seguir así, esperando a que alguien decida venir a ayudarme a reconstruirla”, explica a Efe.

“No tengo dinero para levantarla de nuevo y tampoco para alquilar un apartamento. Pero algo tendré que hacer, nadie va a venir en nuestra ayuda”, se queja mientras trata de retirar escombros con sus manos.

“Alquilar un apartamento se ha convertido en algo imposible, es muy caro. Además, apenas quedan ya casas para alquilar. Así que lo único que puedo hacer es quitar esto y tratar de levantar algo provisional”, agrega.

No es el único. Cerca de 400.000 personas se vieron obligadas a abandonar su hogar y buscar refugio en escuelas de la ONU, hospitales o casas familiares durante los 50 días que duraron los bombardeos israelíes.

Cerca de 100.000 no han podido regresar aún, y viven en tiendas de campaña o en apartamentos saturados en los que comparten espacios con otros familiares o con vecinos para poder asumir los altos alquileres.

Datos del Gobierno de reconciliación nacional palestino afirman que más de 7.000 inmuebles han quedado completamente destruidos -entre ellos grandes torres de apartamentos- y un número similar necesita importantes obras para volver a ser habitables.

A esta trágica situación se suma el hecho de que tres semanas después de acordado el alto el fuego permanente, la entrada de materiales de construcción en la Franja -que Israel se había comprometido a autorizar- aún no fluye.

Hace solo seis días que el Gobierno israelí aceptó el mecanismo propuesto por la ONU y por el cual serán funcionarios de Naciones Unidas quienes vigilen que estos materiales se utilizan solo para fines civiles.

Tampoco se han puesto en marcha aún los instrumentos financieros para costear la reconstrucción -cuya factura los palestinos calculan ascenderá a más de 5.000 millones de euros- pendientes de la conferencia de donantes convocada para el 12 de octubre en El Cairo.

Antes de la guerra, un apartamento de tres habitaciones en Gaza ciudad costaba en torno a los 200 dólares al mes, ahora es imposible encontrar algo similar por menos de 400 dólares mensuales.

“No solo no puedo pagar ese precio, es que no puedo desperdiciar el poco dinero que tengo en algo que no es mío, que se va a evaporar”, insiste Abu Asser.

Expertos como Omer Sha'ban, presidente de una de los centros de análisis económico de la Franja, consideran, no obstante, que más allá de los retrasos, el problema es que no existe una verdadera voluntad de solucionar el drama de Gaza.

“Existen numerosas razones para que el tema de la reconstrucción no se haya resuelto aún. Una de ellas son las disputas internas entre el (partido nacionalista) Al Fatah, del presidente palestino, Mahmud Abas, y (el movimiento islamista) Hamás”, que mantiene aún gran parte del control de la Franja, explica.

“No hay duda de que este pulso afecta negativamente al proceso, y que lo seguirá haciendo, ya que los donantes han advertido de que el dinero no llegará mientras persista el conflicto interno palestino y no haya una autoridad clara en Gaza”, recalcó.

Otros apuntan directamente a Israel, país al que acusan de explotar y fomentar la división palestina para que la reconstrucción no avance y poder mantener así el bloqueo económico y el asedio militar al que somete a la Franja desde 2007.

“El acuerdo de alto el fuego incluía la demanda fundamental de que se levantara el bloqueo y se autorizara la entrada de material sin restricciones”, recuerda Aatef Odwan, miembro de Hamás y del Parlamento palestino.

“Han pasado tres semanas y nada ha cambiado. El acuerdo con la ONU no es suficiente”, agrega, antes de advertir que si la situación no mejora “puede llevar a una nueva explosión”.