El PP abandona a su suerte a Ignacio González
Ignacio González se encuentra solo ante el peligro de que la polémica en torno a su ático en Estepona y su intento de tapar las investigaciones policiales den al traste con sus aspiraciones de ser nombrado candidato. En el PP no ha sentado bien ni su actitud ni el tono retador del presidente regional, tal y como admiten algunas fuentes. La idea de que su reacción no ha sido la adecuada está extendida en Génova, donde algunos de sus miembros confiesan que esperaban “algo más de humildad” por su parte.
El presidente de la Comunidad, que alegó este lunes ser víctima de una extorsión policial, no ha dado su brazo a torcer, aunque su empeño no contó con ningún respaldo por parte de la dirección del PP. Toda la reacción de Carlos Floriano se limitó a remitir a las explicaciones de González, sin el más mínimo gesto que pudiera ser interpretado como apoyo.
La gravedad de las acusaciones de González, que ha asegurado que es víctima del chantaje de dos comisarios por su negativa a retirar las denuncias contra ellos por “actuaciones ilegales”, no ha merecido una mínima defensa por parte de la cúpula del PP, que asegura que la decisión es del Comité Electoral Nacional y que este órgano interno “tendrá en cuenta todas las circunstancias que rodean al candidato”.
La reacción generalizada en el partido es que el aspirante a candidato no ha salido reforzado de su comparecencia pública. Aunque la dirección del PP ha tratado de echar balones fuera, lo cierto es que no ha desmentido la idea de que el presidente está más lejos ahora de la nominación y que él mismo se ha complicado sus posibilidades de ser elegido candidato. De hecho, entre los conservadores son varios los que apostaban por que González anunciara que tiraba la toalla y renunciaba a ser candidato, por lo que se han sentido sorprendidos al escuchar lo contrario.
A pesar de la frialdad con la que Floriano ha despachado el asunto, González insiste en que no piensa rendirse en sus ambiciones de volver a presidir la Comunidad por este escándalo que dura desde 2011. Las pesquisas en torno al ático de Estepona empezaron en verano de ese año, cuando se supo que alquilaba el dúplex de lujo, a nombre entonces de un testaferro, a una empresa extranjera domiciliada en un paraíso fiscal, el estado norteamericano de Delaware.
Cifuentes, en las quinielas
La competencia por uno de los dos puestos, la Comunidad o la alcaldía, es encarnizada aunque las quinielas de nombres de otros posibles candidatos nunca han sido largas. En caso de que no haya un tapado, solo figura una tercera en liza, la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes. A pesar de los nervios de los aspirantes, no parece que el asunto preocupe a Rajoy, que ha estirado al actual mes de marzo su compromiso inicial de acabar con la incógnita en febrero.
Por no negar, el presidente madrileño ni siquiera desmiente la posibilidad de que detrás de las nuevas informaciones publicadas sobre su dúplex o el espionaje de la gestapillo se encuentren personas de su propio partido. A la pregunta de si se está enfrentando a fuego amigo, González no es capaz de desmentirlo con rotundidad. “Yo solo actúo contra quien está detrás de las actuaciones ilegales”, aseguraba González, que también reconocía que es más que posible que “alguien intente pescar en río revuelto”. No dijo quién.
El improbable tándem con Aguirre
El hecho de que los máximos responsables del PP lleven tiempo extendiendo sus dudas sobre que González y Aguirre puedan formar un tándem adecuado para ganar las municipales y autonómicas ha situado al presidente regional en una posición de debilidad frente a Aguirre. Lo reconocen también varios miembros del PP madrileño, que defienden a Aguirre por un “tirón electoral del que carece González”.
Según estas fuentes, la decisión de Pedro Sánchez de apartar a Tomás Gómez en favor de Ángel Gabilondo puede forzar a Rajoy a buscar un candidato limpio de cualquier sospecha de corrupción. En este escenario, es donde González pierde puntos. La operación Púnica, con la detención de Francisco Granados, así como el episodio de su fuga por la Gran Vía para escapar de los agentes de movilidad, no parecen haber costado tan caros a Aguirre.
La parsimonia con la que el presidente del Gobierno acostumbra a dilatar sus decisiones no solo mantiene en vilo a los candidatos de Madrid. También a los de la Comunidad Valenciana, Alberto Fabra y Rita Barberá, que aspiran a repetir.