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El Gobierno se enreda con la explicación del encuentro de Ábalos y la número dos de Maduro, y la oposición exige su cese

Venezuela se ha convertido en la primera crisis del Gobierno de Pedro Sánchez por el encuentro que mantuvo el ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos, con la vicepresidenta de Nicolás Maduro, Delcy Rodríguez, en el aeropuerto de Madrid la noche del pasado lunes. En un primer momento, el también secretario de Organización del PSOE reaccionó desairado cuando los periodistas le preguntaron por ese asunto y las siguientes explicaciones emitidas desde el departamento que dirige fueron inconcretas hasta que trató de zanjar la polémica en unas declaraciones en las que explicó que sí saludó a la número dos de Maduro cuando se lo planteó el ministro de Turismo venezolano, que es su amigo personal, y a quien había acudido a recoger al aeropuerto.

Esa es la última versión del titular de Transportes sobre el encuentro que fue desvelado por Vózpopuli, medio que asegura que inicialmente le fue negado por el propio Ábalos. El ministro sostiene que lo que negó desde el principio fue un “encuentro” y que él por “encuentro” no entiende un mero saludo con la dirigente venezolana.

Desde que se publicó la noticia, las primeras explicaciones desde su departamento fueron vagas y se limitaban a desmentir que se hubiera producido un “contacto formal con la vicepresidenta venezolana”. El silencio se impuso durante varias horas el viernes hasta que el ministro se vio obligado a dar detalles ante los periodistas antes de entrar en un acto en A Coruña, mientras la oposición de PP y Ciudadanos aprovechaba para pedir su dimisión.

Según la versión del ministerio, Ábalos acudió en su coche particular –es decir, sin los medios oficiales– a recoger a Félix Plasencia, el ministro de Turismo venezolano que acude a Fitur, en torno a las 23 horas del lunes, aunque el vuelo se retrasó. Según esa tesis, horas antes de que aterrizara el avión privado en el que viajaba, Ábalos fue informado de que en la nave iba la vicepresidenta, que tiene prohibido pisar suelo de la UE por las sanciones impuestas contra 25 miembros del régimen de Maduro por violaciones de los derechos humanos.

El Gobierno asegura que no pisó suelo español

Fuentes del ministerio aseguran que en el aeropuerto había un dispositivo policial porque tenían conocimiento de la llegada de Rodríguez. Una vez en pista, el ministro se acercó a la nave a recibir a Plasencia, quien le invitó a saludar a la vicepresidenta. “Entiendo por reunión cuando uno se convoca e intercambia puntos de vista. Estaba de tránsito y a instancias del ministro de Turismo me pidió que la saludara. En esas circunstancias, no se cómo reacciona cada uno. Yo la saludé y le recordé que no podía pisar territorio español”, aseveró Ábalos. Fuentes de su departamento niegan que estuviera una hora y media en el avión: “Fueron unos minutos”.

Esas fuentes sostienen que Plasencia tomó la decisión de quedarse con la vicepresidenta al recibir la constatación de que no podía pisar suelo español. El recordatorio se lo hizo el propio Ábalos, según ha relatado él mismo. Fue entonces cuando el ministro español y el venezolano decidieron verse en la sede de Transportes un día más tarde al no haberse desplazado juntos desde el aeropuerto al centro de Madrid, tal y como tenían previsto, sostienen fuentes de ese departamento.

“Ni hubo reunión ni pisó territorio español”, ha tratado de zanjar Ábalos, quien ha explicado que la vicepresidenta de Maduro estuvo todo el tiempo bajo la vigilancia de la Policía y la Guardia Civil en la “zona de frontera”. La importancia de esa afirmación radica en que si Rodríguez hubiera entrado en alguna sala del aeropuerto podría haber pisar suelo español incumpliendo la sanción europea, que impide la entrada en suelo de la UE o el “tránsito”, es decir, el intercambio de un avión a otro. “Las escalas quedan excluidas”, señalan fuentes diplomáticas para explicar que es lo ocurrido en el caso de la vicepresidenta venezolana, cuyo avión permaneció en la pista durante 14 horas –por motivos técnicos o de descanso de la tripulación– hasta que puso rumbo a Turquía.

Moncloa se pone de perfil

Que Rodríguez no haya llegado a pisar suelo español es lo que ha hecho respirar con alivio al Gobierno de Pedro Sánchez. En Moncloa se ha impuesto la ley del silencio y algunas fuentes admiten cierto malestar por la decisión de Ábalos de ir al aeropuerto sin pensar las consecuencias y sobre todo por la reacción que tuvo después al ser preguntado por el asunto. “Ya he contestado, me reuní con el ministro de Turismo. ¿Quiere saber cuántas veces me he reunido con la oposición venezolana? ¿Le interesa? Como una docena de veces. ¿Sabe de qué hablamos?”, dijo con gesto desafiante ante la prensa.

Frente a otras ocasiones en las que Moncloa envía comunicados para reforzar la posición de miembros del gabinete –como hizo cuando el Poder Judicial se abalanzó contra Pablo Iglesias por sus palabras sobre el procés–, esta vez se ha puesto de perfil. “Desde Moncloa no vamos a decir nada, es desde el ministerio desde el que están dando explicaciones”, aseguraban desde la Secretaría de Estado de Comunicación. “Ahora, como estamos viendo, le van a dar poca cobertura”, lamentaban en Ferraz.

La única voz del Gobierno que respaldó a Ábalos fue la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, a quien la polémica pilló en Marruecos con una rueda de prensa convocada. “No ha tenido un debate con la vicepresidenta de Venezuela que, en todo caso, no entró en la UE a través de España, dado que no puede porque está sometida a sanciones”, se limitó a decir la ministra, cuyo departamento encargado de la diplomacia tampoco estaba informado de la presencia de Ábalos en el aeropuerto coincidiendo con el vuelo de Rodríguez y Plasencia.

Venezuela, un arma para la derecha

La derecha ha aprovechado para ir a degüello contra Ábalos, a quien reclaman la dimisión. “Ocultó su reunión con la vicepresidenta de la dictadura de Maduro, que tiene prohibido pisar suelo europeo por vulnerar los Derechos Humanos. Si se demuestra la información, no puede seguir al frente del Ministerio”, sentenció Pablo Casado. Tanto el PP como Ciudadanos reclaman que dé explicaciones en el Congreso. “Ya ha mentido sobre su encuentro con la vicepresidenta de Maduro –dijo Edmundo Bal sobre las distintas versiones del ministro–. ¿En qué más miente? ¿Qué está ocultando el Gobierno de Sánchez a los españoles? ¿Por qué no avisó el ministro a las autoridades de la violación de la legalidad europea? Deberá responder”.

El asunto coincide con la llegada a España del presidente interino de Venezuela –reconocido por España y algunos países de la UE hace un año–, Juan Guaidó, que está de gira por el continente. En Madrid será recibido por la ministra de Exteriores, que defendió que es el presidente reconocido para España en la pretensión de que haya un “proceso de nuevas elecciones libres y democráticas” en el país caribeño. “El Gobierno quiere tener una conversión, escucharemos lo que Juan Guaidó nos pueda decir”, dijo González Laya, que ofreció España como anfitriona de una reunión del Grupo Internacional del Contacto que aborda la crisis de Venezuela y que lleva meses sin reunirse. González Laya subrayó que Guaidó fue reconocido por el Gobierno español como presidente interino, pero con el fin de convocar elecciones.

La disposición de la jefa de la diplomacia española para recibir a Guaidó es, sin embargo, insuficiente para la derecha española, que aprovechó para cargar contra Sánchez por no ser él quien se reúna con el mandatario venezolano y que ha aprovechado el encuentro de Ábalos con la número dos de Maduro para alentar las críticas. De hecho, PP, Ciudadanos y Vox están animando a la participación en un acto posterior en la Puerta del Sol. También el propio Guaidó hizo notar el hecho de que no vaya a ser recibido por el presidente español: “Si no coincidimos, ya lo recibiremos a él en Miraflores muy pronto”.

Felipe González y Zapatero se enzarzan

Pero no solo la derecha ha cargado contra Sánchez por esa decisión, sino que también ha molestado a un sector del PSOE. El expresidente Felipe González ha aprovechado la coyuntura para enviar un comunicado en el que asegura que Guaidó “es el único representante legitimado democráticamente, de acuerdo con la Constitución de Venezuela, frente al poder fáctico representado por la tiranía de Maduro y sus apoyos espurios de la llamada Asamblea Constituyente, del Tribunal Supremo o de la cúpula militar”. “La democracia en Venezuela ha desaparecido y ha sido sustituida por una dictadura tiránica que ha convertido a la República en un estado fallido”, apostillaba.

Las palabras de González han sido rápidamente respondidas por José Luis Rodríguez Zapatero, con quien ha mantenido desavenencias por su labor de mediación en el país latinoamericano. “¿Es radical la posición de González?”, le han preguntado: “Sobre Venezuela, moderada no parece”. Pero Zapatero también ha cuestionado la posición que ha mantenido el Gobierno de Sánchez respecto al conflicto en Venezuela: “La figura del reconocimiento [de Guaidó] tendrá que ser explicada porque es algo absolutamente novedoso. En la ONU quien está representando a Venezuela es el Gobierno de Maduro y la ONU es la institución que tiene la legitimidad de lo que significa la comunidad internacional”.