Francisco Granados ha señalado a su socio, David Marjaliza, para tratar de minimizar el chivatazo que recibió de un agente de la UCO sobre la Operación Púnica. Según ha declarado en el primer juicio de la trama, el empresario sí que conocía de antemano la investigación y se apresuró a ocultar su patrimonio mucho antes de que él pudiese advertirle de que la Guardia Civil le vigilaba.
Así lo ha dicho durante el último tramo de su declaración en el juicio del chivatazo de Púnica. Granados se enfrenta a tres años de cárcel por haberse aprovechado de la información que un agente de la UCO, José Manuel Rodríguez Talamino, le contó durante una noche de copas.
“Talamino solo me dice que ve que están trabajando compañeros suyos en Valdemoro, en alguna operación”, ha asegurado. Asegura que el Guardia Civil no le informó sobre la colocación de una cámara de vídeo frente al despacho de Marjaliza. Un comentario inocuo con nula trascendencia, dice. “El señor Talamino no me menciona al señor Marjaliza, ni me menciona ninguna información secreta”, ha insistido.
“Están haciendo algo en tu puerta”
Sin embargo, la fiscal Carmen García Cerdá, a la que Granados se ha enfrentado en varias ocasiones, ha exhibido una grabación en la que este avisa a Marjaliza de que ha hablado con un agente de la UCO y que le ha contado que “están haciendo algo en tu puerta”, en referencia a la colocación de la cámara.
Granados asegura que si la revelación de Talamino le sonó a “advertencia” -como señala en una de las conversaciones grabadas- es porque varios periodistas le habían comentado que la Guardia Civil investigaba su dinero en Suiza. Sobre este asunto, ha insistido en que cerró su cuenta cuando entró en política y que actualmente no tiene “ningún euro en suiza ni en ningún otro país”.
Ya durante las preguntas de su abogado, Granados ha criticado que a Marjaliza no se le juzgue por recibir un chivatazo de Púnica cuando, según él, el sumario del caso revela que el empresario tenía información meses antes de que estallase la operación.
“Marjaliza habla de llevarse el dinero, de que tiene el teléfono pinchado por la Audiencia Nacional”, ha dicho Granados, que ha contado que su antiguo socio, que ahora colabora con la investigación, llegó a consultar con “una pitonisa” para aventurar cómo acabaría la investigación de la Audiencia Nacional.
Ha añadido que Marjaliza echó mano del marido de su secretaria, que era guardia civil, para conocer más datos de las investigaciones, y que le mandó a Suiza para alquilar un almacén en el que ocultar “sus cuadros y su patrimonio”.
Granados ha contrapuesto esas actuaciones a las que llevó a cabo él tras el supuesto chivatazo: “Meterme en Wikipedia a ver qué es la UCO”.
Un chivatazo entre copas
Los hechos que se enjuician ahora ocurrieron a principios de septiembre de 2014, durante las fiestas de Valdemoro, el pueblo de Granados. A altas horas de la noche, y con unas copas encima, Talamino confesó a Granados que la UCO que habían colocado una cámara frente al despacho de su socio, el empresario Marjaliza.
A la mañana siguiente, Granados se puso en contacto con el guardia civil en excedencia Caro Vinagre, su asesor de confianza, y quien le puso en contacto con Talamino. A partir de ahí, comenzaron a tirar del hilo de la revelación del agente de la UCO. “Tiene una pinta mala, mala”, comentó Granados a Caro Vinagre en una conversación grabada.
Granados alertó entonces a Marjaliza. “Comenzaron a adoptar unas medidas de seguridad adicionales, que obligaron a disminuir su frecuencia de llamadas y el contenido de las mismas”, señala el auto del juez Eloy Velasco. El empresario, a quien no se juzga en esta pieza separada, admitió que había “quemado” documentos que le incriminaban. La defensa de Granados ha denunciado que debería ser también juzgado en esta causa.