Grande-Marlaska culmina el giro perfecto: de juez conservador a primera línea en la defensa de Sánchez
Los inesperados giros de guión que protagoniza Pedro Sánchez incluyen la defenestración repentina de colaboradores, la recuperación para su causa de antiguos adversarios en el partido y, desde este lunes, la incorporación a su círculo de “fijos” de un juez procedente de la esfera conservadora. Fernando Grande-Marlaska, al que muchos daban por amortizado en el Gobierno, ha sido confirmado para dirigir la seguridad del Estado en una tercera legislatura.
Grande-Marlaska es uno de los seis ministros que sobreviven de los 18 que integraban el primer Gobierno de Pedro Sánchez, formado hace ya cinco años. Quien decide es el presidente, pero además Sánchez ejerce un poder omnímodo en el partido, donde nadie se atrevería a trasladar al secretario general la desconfianza que el pasado de Marlaska o algunas de sus decisiones generan en Ferraz.
Paradójicamente, es a las puertas de la sede socialista donde se ha visualizado en los últimos días la posible permanencia, hoy confirmada, de Grande-Marlaska en el Gobierno socialista. El ministro ha sido blanco de algunos de los insultos más denigrantes escuchados debido a su condición sexual. Esos ataques, junto a otros de corte machista contra las ministras, visibilizan la España que Sánchez promueve frente a la involución que presentan los que se manifiestan contra el acuerdo de Gobierno. Quienes han acusado a Grande-Marlaska de una utilización que se antoja imposible de los antidisturbios y quienes lo han insultado gravemente por su homosexualidad pueden conservar las rimas: Marlaska sigue siendo el ministro del Interior.
La confirmación del juez en el palacete del Paseo de La Castellana número 5 es la culminación de un salto político poco habitual. Cuando Sánchez llamó a Grande-Marlaska en 2018, el juez era vocal del Consejo General del Poder Judicial a propuesta del Partido Popular. Su nombre había sido considerado por el Gobierno de Rajoy para la Fiscalía General del Estado. Marlaska era para todos un destacado miembro de la derecha judicial.
¿Sería Marlaska hoy miembro del CGPJ que cumple casi cinco años con su mandato caducado si no hubiera recibido esa llamada de Sánchez? ¿Habría firmado el comunicado que una mayoría de vocales del CGPJ impuso contra la ley de amnistía? Son preguntas que seguro se han hecho los que siguen desconfiando de él en las filas socialistas y que desde este lunes tienen aún más motivos para hacer sus comentarios en privado.
La virulencia de los ataques de la derecha y la extrema derecha contra el juez tienen que ver con que, quienes los profieren, una vez consideraron a Fernando Grande-Marlaska uno de los suyos. Esa animadversión ha redirigido contra el ministro del Interior algunos de los dardos que podían haber ido directamente al presidente. Como un agujero negro, Grande-Marlaska ha atraído para sí esos ataques y descalificaciones de las derechas y le ha ahorrado a Sánchez la presencia en los titulares.
Aunque ha sido discreto respecto a sus deseos, Fernando Grande-Marlaska agradece seguir en el Gobierno; el juez no quería volver a la Audiencia Nacional. Su inclusión, otra vez, como cabeza de lista del PSOE por Cádiz en las últimas elecciones generales, le aseguraba un puesto de diputado en el Congreso pese a no tener vinculación con la provincia.
Enfrentamiento con Podemos
La idea de colocar al frente de Interior a un ministro sin carnet del partido y perfil conservador ha resultado en cualquier caso un experimento que ha traído momentos de crisis. El primer enfrentamiento serio en el seno del Ejecutivo entre la parte socialista y la de Podemos –por aquel entonces eran soterrados– fue a cuenta de la inmigración. Fernando Grande-Marlaska no se sintió suficientemente respaldado por Sánchez ante las críticas de sus socios y pensó en dimitir. Fue a principios de 2020.
El momento más crítico para el ministro llegó en el verano de 2022, con la muerte de al menos 24 migrantes en un asalto masivo a la valla de Melilla. El ministro defiende que los hechos que provocaron las muertes ocurrieron por completo en suelo marroquí, pero informaciones periodísticas y el Defensor del Pueblo pusieron en duda esa versión. Llovía sobre mojado: la respuesta de Marruecos a la atención médica prestada en España al líder del Frente Polisario en junio de 2021 fue lanzar a territorio español a 6.000 de sus nacionales, muchos de ellos menores de edad que fueron devueltos sin la apertura del correspondiente expediente.
Sánchez remodeló su gobierno semanas después, pero Marlaska continuó en el Ejecutivo. Su gestión secreta con el Gobierno marroquí le habría salvado, aseguran unos en el partido. Otros, que el elegido por Sánchez como sustituto se echó atrás en el último momento.
Pérez de los Cobos, asunto pendiente
Para entonces ya se había abierto una segunda gran grieta en el mandato de Marlaska, con nombre de mando de la Guardia Civil: Diego Pérez de los Cobos. El coronel se convirtió en icono de la derecha al ser elegido para coordinar la actuación policial contra el referéndum separatista en Catalunya del 1 de octubre de 2017. Al tiempo, Pérez de los Cobos no era un agente extraño para el PSOE. Desde el mismo puente de mandos del Ministerio que ocupaba cuando fue enviado a Catalunya había actuado de estrecho colaborador de Alfredo Pérez Rubalcaba, del que se hizo amigo, en el proceso del final de ETA. Tanto es así que cuando no existía Vox, los entornos más ultras del PP le etiquetaron como miembro de un supuesto ‘comando Rubalcaba’.
El futuro de Pérez de los Cobos parecía marcado desde que un día de mayo de 2020, el teléfono de Marlaska sonó y al otro lado estaba un alto cargo de Moncloa. El interlocutor tenía en su poder un informe de la Guardia Civil que vinculaba al Ejecutivo central con la extensión del Covid y Marlaska no había informado de él. El ministro optó por cesar de inmediato a Pérez de los Cobos por no haber elevado a la cadena de mando avances en la investigación. O al menos, esa fue la tercera versión que ofreció Marlaska en una semana.
El cese, firmado por la directora de la Guardia Civil, no incluía un motivo por tratarse de un puesto de confianza. Pérez de los Cobos acudió a los tribunales y la Audiencia Nacional terminó por darle la razón y considerar ilegal la destitución. Después lo hizo el Supremo y en octubre pasado el coronel volvió a ocupar su despacho en la Comandancia de Tres Cantos. A Marlaska no pareció importarle el revés y se empeñó en no ascender a general a Pérez de los Cobos, pese a ser el número uno en el escalafón, en tres convocatorias distintas. El Supremo ya ha obligado a la Guardia Civil a repetir los tres concursos de ascenso tras el recurso del coronel.
Desde el departamento del ministro insisten en que es una cuestión formal que solventarán, dejando intuir así que Pérez de los Cobos no será general. El conflicto interno que se prolongará en la Guardia Civil, así como el judicial, con los previsibles recursos de Pérez de los Cobos, no son algo que parezca preocupar a Pedro Sánchez.
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