Dos Españas. Pero no las de la Guerra Civil, sino la de una trama de políticos corruptos y empresarios corruptores por un lado; y el resto por otro lado. La de Luis Bárcenas, Miguel Blesa, Ignacio González, Rodrigo Rato y compañía; frente a la de las estudiantes emigradas, los trabajadores del telemarketing, las espartanas de Coca Cola o las taxistas.
Esas son las dos Españas que intentará oponer Pablo Iglesias en su intervención durante la moción de censura a Mariano Rajoy que arranca este martes: un Estado plurinacional con un proyecto de país asociado a la justicia social y a la soberanía popular frente a la corrupción y la desigualdad de los gobiernos de Mariano Rajoy y el Partido Popular.
Iglesias es consciente de que esta moción está llamada a no prosperar en el trámite parlamentario, pero por ello intentará que termine como la de 1980: con el mismo presidente –Adolfo Suárez– pero con un candidato catapultado –Felipe González–.
Para eso, el candidato de Unidos Podemos-En Comú-En Marea intentará presentarse como quien encarna un nuevo proyecto de país; el cambio; la ilusión. “Es una cuestión ética. El proyecto del PP es normalizar la corrupción y el saqueo y no lo podemos consentir. Nuestra obligación es responder a una demanda social amplia porque la mayor parte de nuestra población no acepta que el PP siga parasitando las instituciones. Es nuestra obligación hacerles frente y dar la cara”, explicaba en una entrevista en eldiario.es.
En su intervención durante la concentración en Sol el 20 de mayo, Iglesias defendió la existencia de esas “dos Españas”, que visibilizará en el debate de la moción de censura que el grupo confederal ha presentado contra Mariano Rajoy. Por un lado, dijo, “los corruptos sin escrúpulos que se creen que se pueden reir de España desde la tribuna del Congreso”. Por otro, hay “una España que viene”, que “quiere construir un futuro; una España en marcha que quiere construir un nuevo país”.
Iglesias, en todo caso, tenderá la mano al PSOE en su intervención, en la línea expresada no sólo tras el 20D sino también tras el 26J: hay números para una mayoría alternativa a la representada por el PP con el apoyo de Ciudadanos. Esa mayoría alternativa pasa por algunos de los apoyos que tendrá Iglesias en la moción de censura: ERC.
En este sentido, Iglesias apostará por un Estado plurinacional, incluida la posibilidad de la confederalidad para el encaje de Catalunya, cuyo presidente, Carles Puigdemont, ha anunciado una nueva consulta, esta vez para el 1 de octubre.
Iglesias entra de lleno, así, en un debate con doble aproximación: qué respuesta dar ante un asunto fundamental que atraviesa de forma transversal la sociedad catalana –el estatus de Catalunya, dentro o fuera de España–; y cómo abordarlo desde el Estado.
Iglesias escribía hace unas semanas: “Pensar el Estado pensando en España supone asumir el derecho del pueblo catalán a decidir su futuro en referéndum y, a partir de ahí, discutir en Catalunya y España un modelo de Estado plurinacional que no solo reconozca a Catalunya como nación, sino que apueste por una configuración estatal que asuma de una vez la realidad plurinacional de nuestra patria y pueda articularse también mediante dispositivos administrativos nuevos con un proyecto de país asociado a la justicia social y a la soberanía popular. Pensando en eso, las fuerzas políticas catalanas hermanas de Podemos han hablado de república catalana en España. A mí me parece que debemos ir más allá. Quizá el espíritu republicano deba dejar de ser una nostalgia asociada a símbolos del siglo XX y transformarse en un impulso constituyente. Ese impulso late en España desde el 15M. Quizá el espíritu republicano no sólo sirva para pensar Catalunya, sino que también nos dé algunas claves para pensar, como estadistas, una nueva España social y plurinacional”.