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“La diferencia entre los populismos de extrema derecha y progresistas es quién es el adversario, los de abajo o los de arriba”

Uno de los lemas que mejor sintetizan las posiciones políticas de Íñigo Errejón es 'Pueblo, Patria, Podemos'. Que incluso es el nombre de un canal de Telegram. Al hilo de la victoria de Donald Trump en EE UU y de las proyecciones de Marine Le Pen en Francia, Errejón compara populismos.

¿Qué lectura hace?

Creo que hay que hacer una lectura más cuidadosa del éxito de los populismos de extrema derecha. Una lectura superficial podría decir: como le votan los más castigados por la globalización, esto rescataría por una parte el obrerismo: '¿veis? hay que hablar de clase para que te voten los más desfavorecidos'. Es algo que choca de frente con los discursos de Marine Le Pen o Donald Trump. Y por otra parte rescataría el: '¿veis? Las alternativas destituyentes duras que impugnan a las élites tienen capacidad de ganar'.

Compro una parte, pero creo que hay que hacerle un matiz muy importante: lo que restauran es la idea de una comunidad nacional que te protege y que por tanto es más un ideario nacionalpopular o patriótico que clasista. Y en segundo lugar, hay una propuesta de orden, de orden reaccionario, claro, que me parece terrible, pero hay una propuesta de orden. El Make America Great Again, no es un solo 'que se vayan todas las élites de Washington', está prometiendo un orden creíble para la gente, reaccionario, que mira el pasado y que sobre todo construye el orden contra los pobres, contra los negros, contra los hispanos... Pero que marca una idea de orden que está instalada en el sentido común americano. América en un momento dado fue grande y tuvo orden, hay que restaurarlo. Y Marine Le Pen lo hace permanentemente.

Al tiempo que hay una promesa de destitución de las élites, hay una promesa creíble de orden. No hay sólo una parte destituyente, hay una parte que promete un orden que para mí es reaccionario y el regreso a los peores aspectos de la barbarie y del enfrentar construir el pueblo contra los de abajo y no contra los de arriba, pero creo que hay que leer esas experiencias con cuidado. Hay una parte destituyente y una propuesta creíble de orden. Si no entendiéramos las dos patas, no entenderíamos una parte de la fórmula del éxito de los populismos de extrema derecha para hacer lo mismo pero al contrario.

Porque construyen pueblo.

Claro.

Que es lo que usted defiende.

Efectivamente, construyen pueblo. En Francia se dice mucho que los hijos de los que votaban al PCF ahora votan a Marine Le Pen, como si hubiera habido una traslación directa: 'como yo soy trabajador, si ayer me defendían estos, hoy me defienden estos otros'.

No, lo que ha pasado es una profunda crisis de las identidades de clase, que ha sido sustituida por la identidad nacional, y no hay muchas más identidades trascendentes disponibles: la religión, la clase y la patria. No hemos inventado en la modernidad europea muchas más grandes cosas que nos trasciendan y nos conmuevan como para fundar un horizonte que haga que la gente se movilice para hacer historia.

Lo que han hecho es fundar una idea de comunidad nacional que protege. Ojo, como es una idea reaccionaria deja intactos a los de arriba, castiga a los políticos, pero deja intacta a la oligarquía nacional, amaga con la oligarquía financiera –el fascismo siempre tiene un punto de simulacro de enfrentamiento con la oligarquía–, pero deja fuera una parte de los poderosos, y construye comunidad contra los de abajo. La diferencia entre los populismos de extrema derecha y los democráticos o progresistas es quién es el adversario, los de abajo o los de arriba. Pero una construcción de un pueblo no es ni decir muchas veces pueblo....

¿Pero los populismos de derechas construyen contra los de abajo?

Un poco...

¿No cree que apelan a un cierto miedo a lo de fuera?

A un miedo que no siempre es económico, sino de sentimiento de pertenencia, a que lo de fuera va a desnaturalizar nuestra nación. Claro, lo que pasa es que no siempre lo de fuera es el FMI, tiene más que ver con los argelinos aunque lleven cuatro generaciones en Francia.

La idea de construir pueblo no es sólo marcar al adversario, eso es la mitad de la hipótesis populista, también es ofrecer un horizonte creíble que se hace cargo incluso de los problemas de los que no te votan. La idea de patriotismo tiene que ver también con que como eres una fuerza política patriótica, no representas solo una parte.

Como queremos refundar una España nueva, yo no sólo tengo que hablar a nuestros cinco millones, sino que tengo que hacerme cargo no sólo de los problemas económicos, sino de identidad, de deseos, de voluntades aspiracionales, simbólicos. Hacerme cargo de lo que quieren también los que no nos han votado.

¿En ese proyecto patriótico hasta qué punto la herencia franquista de una España y antiEspaña dificulta su construcción?

Claro, claro. Lo dificulta bastante. Pero también hay ahí una cuestión generacional. Yo vengo familiar y políticamente de dos generaciones de perdedores, que pierden la guerra y la Transición. Pero creo que el mejor homenaje que puedo hacer es ganar ahora, con las condiciones de ahora, no revivir sus derrotas para ver si gano ahora lo que ellos perdieron hace 40 años. Yo no voy a ganar lo que perdieron mis padres hace 40 años. Pero lo puedo ganar si lo gano con otros códigos.

Hay una pesada herencia para imaginar una idea de España diferente, pero que es menos pesada de lo que nos imaginábamos al empezar la andadura con Podemos. Nosotros siempre estábamos convencidos de la necesidad de que las fuerzas progresistas hegemonizaran la idea de país. Pero nos parecía que iba a ser muy difícil. Creo que hemos avanzado mucho en tres añitos. Lo cual nos ha demostrado que en realidad, pese a esa pesada herencia, eso se puede desmontar. Sobre todo porque el franquismo es un triste y bárbaro paréntesis en nuestra historia.

Hay un hilo rojo de lo nacional popular en España que el franquismo trunca o a veces se intenta apropiar. Hay muchos fenómenos en la historia de nuestro país de un nacionalismo de los de abajo, una patria hecha por la gente que la camina.

Pablo en la Marcha del Cambio hablaba del Quijote, como una representación de una patria construida por los más desgraciados, por los más golpeados. El 2 de Mayo es un ejemplo de un momento en el que las élites venden nuestro país y sale la gente sencilla del pueblo a defender la soberanía de nuestro país...

Que eran menos liberales...

Que eran menos liberales. Ahí choca lo comunitario y popular contra lo liberal e ilustrado. Y creo que había partes buenas en los dos bandos. Había una parte de la Ilustración que no nos habría venido nada mal, pero hay un momento claro en el que la soberanía de nuestro país la defienden los de abajo; como el levantamiento patriótico del general Torrijos en Málaga [en 1831, contra Fernando VII, para restaurar la Constitución de 1812] cuando es capaz de representar una idea de país que tiene que ver con los derechos.

Me estoy leyendo ahora un libro sobre la idea de nación y patriotismo en la Guerra Civil, y cuenta cómo se presenta como una guerra de liberación nacional en el anarcosindicalismo, que representa un movimiento nacional popular que dice: 'No soluciones extranjeras, ni el liberalismo inglés, ni el comunismo ruso, ni el fascismo italiano o alemán'. El anarquismo se postula como la mejor esencia de lo español, como una solución específicamente española. Claro, después te vienen 40 años de dictadura y parece muy difícil volver a reivindicarlo. Pero hay un hilo entre las mejores tradiciones revolucionarias de nuestro país y un hilo nacional popular que a mí me fascina intelectualmente y que indica una tecla que se puede tocar.

Tengo dificultades estéticas con la bandera rojigualda, y sin embargo para una buena parte de nuestra generación no le pasa. En el 15M vi banderas rojigualdas, algo estaba pasando para que lo que se estaba manifestando no era una parte, sino el verdadero país desatendido por los de arriba, y la posibilidad de fundar una idea de país que coincide con las necesidades de los de abajo. Para mí hay un hilo apasionante, que es con el que nosotros nacimos y que nunca deberíamos desprendernos de él.

Entrevista con Íñigo Errejón, parte 1: “Corremos el riesgo de entender que es una fase de resistencia, que hay que cerrarse y fortalecer el espacio tradicional de la izquierda”