Instantes de 16 meses sin luz en la Cañada Real

Por segundo invierno consecutivo, 4.000 vecinos de la Cañada Real Galiana, 1.800 de ellos menores de edad, viven sin suministro eléctrico. Los planes de realojo avanzan con lentitud en esta antigua vía pecuaria, a 13 kilómetros del centro de Madrid, lindando con el municipio de Rivas en parte de su recorrido. Tras 16 meses de lucha sin apenas frutos, y con los residentes al borde del agotamiento, un grupo de fotógrafos de prensa estrena hoy la exposición ‘Encender la dignidad’ con imágenes que ilustran los avatares de una vida sin luz en la región más rica de España.

La muestra es al aire libre, en una explanada junto a Casa de Asociaciones de Rivas-Vaciamadrid, colgadas en vallas sobre lonas, a la que se puede ir caminando desde el próximo sector 4 de la Cañada Real, según explica Olmo Calvo, colaborador de elDiario.es y uno de los fotoperiodistas que lleva documentando la lucha de la Cañada por el derecho a recibir suministro eléctrico desde que empezaron los cortes. “Es un derecho humano básico que no debería faltar a nadie en una sociedad como la nuestra”, defiende.

La muestra “plasma la realidad tal y como es”, indica Houda Akrikrez, fundadora y portavoz de la asociación de mujeres Tabadol. Un niño contemplando el atardecer previo a otra noche de intenso frío durante la mayor nevada en 50 años, una mujer aliviando la penumbra del hogar con una vela o el ritual del llenado de combustible en el generador que permitirá unas horas de luz para cargar los teléfonos, o que los niños puedan estudiar, trufan la selección. Las imágenes se han publicado en medios españoles, pero también en cabeceras internacionales, como el New York Times o el Helsingin Sanomat finlandés. Participan, además de Calvo, los fotógrafos Samuel Aranda, Luis de Vega, Susana Girón, Inma Flores, Bruno Thevenin, David Expósito y Jaime Alekos.

Aunque 2021 se cerró con acuerdos de realojo en el seno del Pacto por la Cañada Real Galiana, que incluye al Gobierno estatal, el autónomo y los tres municipios implicados (Madrid, Rivas y, en menor medida, Coslada), el proceso es lento y, entre tanto, la situación sigue teniendo “dimensiones de emergencia humanitaria”, según volvió a constatar a finales de año el Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo. Los realojos, empezando por el sector 6, al sur, pueden llevar años, y el invierno no espera.

“Los vecinos estamos muy agotados, nuestras vidas no importan”, lamenta Akrikrez, que recuerda el sombrío saldo de tantos meses de batalla. “El año pasado hubo muchas intoxicaciones por butano. Ingresos de niños con síntoma de congelación, hipotermia, neumonía. Hubo un fallecimiento. Y con todo esto, la Comunidad de Madrid no se conmueve. Es una decepción”, lamenta, convencida de que “si lo ven en La Moraleja no se lo creen; clama al cielo”.

Una plataforma cívica para continuar la batalla

La pelea continúa ahora a través de la Plataforma cívica de apoyo a la luz en la Cañada Real, que ha llamado la atención sobre los planes de la empresa Naturgy para retirar casi tres kilómetros de instalaciones eléctricas en superficie, a los que la comunidad de Madrid no ha puesto impedimento. Los denunciados picos de consumo, achacados a la demanda de plantaciones de marihuana, son los culpables oficiales de que el suministro no se recupere en el sector 6, permanentemente a oscuras, ni en el 5, donde los vecinos se organizan para turnarse en el acceso a la red. El poblado está en situación urbanística irregular, por lo que las conexiones a la red no se pueden legalizar formalmente. No es excusa, insistía hace algo más de un año el relator especial de la ONU para la Extrema Pobreza, Oliver De Schutter, alarmado ante una situación que representa “una catástrofe humanitaria y una derrota de los derechos sociales”.

Otro frente abierto es la denuncia penal de la asociación Tabadol, con el apoyo del Centro de Asesoría y Estudios Sociales (CAES) contra la Comunidad de Madrid y la compañía eléctrica. El juzgado de Instrucción número 42 de Madrid está a la espera de un informe pericial que detalle la situación del asentamiento, cuya incorporación a la causa es inminente, según Akrirez. Pese a la fatiga, en la Cañada no se rinden, explica la portavoz de la asociación: “El jugo político es intentar cansar a la gente y que se vayan retirando de la batalla, pero la plataforma cívica está creciendo. Esa es nuestra herramienta ahora, nuestra salvación”.