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Irene Montero (Madrid, 1988) lo tiene claro: si Unidas Podemos tiene capacidad de decisión tras las elecciones de este domingo, su apuesta volverá a ser la de un Gobierno de coalición con el PSOE de Pedro Sánchez. Pese a que, dice, el candidato del PSOE tiene “un plan”: “Buscar el apoyo de la derecha”. La única opción de que no se dé esa alianza entre el PSOE y el PP o Ciudadanos, asegura, es que Unidas Podemos “esté fuerte” en las urnas.
Montero atiende a eldiario.es en los últimos días de la campaña y responde sobre qué cree que falló en las negociaciones de este verano. La dirigente de Podemos rechaza unas hipotéticas terceras elecciones: “Nosotros no vamos a defraudar”.
La número 2 de la lista de Unidas Podemos por Madrid al Congreso apunta su receta para contrarrestar a Vox: “Lo más determinante para combatir a la extrema derecha es gobernar y hacer políticas progresistas que garanticen un Estado del bienestar”. Y defiende que los “cambios globales” que plantea el movimiento feminista van en esa dirección.
Esta semana conocimos que el paro registrado subió en 100.000 personas en octubre. ¿Le interesa a Unidas Podemos entrar en un Gobierno de coalición con el PSOE ante lo que parece, sino una recesión, sí una desaceleración económica profunda?
Para eso nacimos y para eso nos presentamos a las elecciones. Para gobernar y para combatir los problemas estructurales que tiene nuestra economía y nuestro mercado laboral. Si no, no nos hubiésemos embarcado en este proceso.
Más allá de los datos coyunturales, después de 10 años la crisis ha servido para devaluar los salarios, precarizar las condiciones de trabajo y no necesariamente para crear más empleo, y mucho menos empleo estable, digno. El porcentaje es altísimo, el 80% del empleo que se ha creado son contratos precarios. Incluso los que son indefinidos no duran más de un año.
Tenemos propuestas que creemos que van a atajar los problemas estructurales y que tienen que ver con que el contrato ordinario será indefinido, con que no pueda haber contratos temporales de más de seis meses ni de menos de un mes. Con que persigamos el fraude, con que dejemos de subvencionar la contratación y hagamos políticas de empleo activas, como por ejemplo apostar por sectores económicos de alto valor añadido, la rehabilitación energética de edificios, la atención a la dependencia... Eso podría crear en conjunto más de un millón de empleos estables y de alto valor añadido, es decir, los empleos que necesita la sociedad, que se puedan mantener en el tiempo. Hay muchísimas peluqueras, quiosqueros, gente que trabaja como autónomos, que necesitan pagar unas cuotas justas proporcionales a lo que ingresan, y si ingresan menos del salario mínimo inteprofesional, pues no pagar la cuota. O los riders [repartidores de pedidos en bicicleta a los que las multinacionales contratan por horas o por minutos] y los falsos autónomos. Si solo tienes un pagador, eres trabajador por cuenta ajena. Lo está diciendo hasta la Justicia.
Tenemos muchas propuestas, como subir el salario mínimo a 1.200 euros como dice Europa. Precisamente por eso nos presentamos a las elecciones, porque creemos que somos los únicos que no le debemos un euro a los bancos ni tenemos puertas giratorias de las que avergonzarnos. No solamente tenemos propuestas escritas en un programa, sino la capacidad de llevarlo a cabo.
Pedro Sánchez anunció en el debate que, si gobierna, nombrará a Calviño vicepresidenta económica. ¿Estarían dispuestos a entrar en un Ejecutivo que tenga a Calviño, que ha sido quizá del Gobierno una de las personas con las que más han confrontado políticamente, en un puesto tan determinante?
Primero, me parece peligroso utilizar un debate electoral en el que todos los candidatos van representando a su formación política, a sus programas electorales, para hacer anuncios que son de gobierno. Creo que el PSOE lleva demasiados meses en los que le está costando mucho separar la acción de gobierno de su acción como partido que se presenta a las elecciones.
Aparte de eso, creo que es grave el anuncio por lo que significa. Es un mensaje que iba fundamentalmente destinado no a los españoles. Era un mensaje fundamentalmente dirigido a Bruselas para decir que el PSOE ha abandonado la posibilidad de que haya un Gobierno progresista que blinde derechos y están decididos a apostar por uno que, se llame como se llame y tenga la etiqueta que tenga, mantenga los privilegios de unos pocos y cumpla a rajatabla con los criterios austericidas de Bruselas.
A mí eso me parece muy peligroso. ¿Qué es lo que nosotros planteamos? Que las cosas no tienen por qué responder al plan de Sánchez. Que en España no tiene por qué pasar lo que Sánchez está planificando. En España, si Unidas Podemos está fuerte, puede haber un gobierno progresista que no prefiera cumplir con los criterios austericidas de Bruselas o con los de las peticiones de aquellos que mandan sin presentarse a las elecciones o los grandes acreedores internacionales, sino que blinde derechos sociales. Si la gente vota y, sobre todo si lo hace el electorado progresista, que es la gente que en este país ha defendido los servicios públicos, ha protestado contra los recortes, ha salido siempre a defender lo que nos es común... Si esa gente es fiel a sus principios, probablemente le preste el voto a Unidas Podemos.
Pedro Sánchez en abril dejó la puerta abierta al Gobierno de coalición. Ahora está diciendo de forma muy explícita que quiere gobernar en solitario. ¿Cómo van a convencerlo de que pacte con ustedes, si tiene la opción de reclamar al PP o a Ciudadanos una abstención?
Cuando Pedro Sánchez afirmó que no tendría ningún problema de gobernar con Unidas Podemos, mintió. Y él mismo se desmintió cuando le dijo a Antonio García Ferreras que no podría dormir tranquilo si hubiera ministros de Unidad Podemos en su Gobierno. Creo que en abril lo que estaba haciendo eran unas declaraciones completamente electoralistas, buscando arañar un puñado de votos de todo ese electorado progresista que le dijo después de las elecciones “con Rivera, no”. Ahora su plan, lo está diciendo con total rotundidad, es buscar el apoyo de la derecha. Ese es el plan de Pedro Sánchez.
A partir de ahí, creo que con el Gobierno de coalición progresista está pasando exactamente lo mismo que con la moción de censura: que nos dijeron durante dos años, que no daban los números, que era imposible. Pero dos años después, como nosotros perseveramos, como no nos rendimos, como los pensionistas salieron a la calle, como una huelga feminista dio un ejemplo al mundo el 8 de marzo, como la gente en la calle no cambió, no se rindió y siguió insistiendo en que quiere para España un Gobierno progresista y también Unidas Podemos desde las instituciones, finalmente Pedro Sánchez vio que los números sí daban. Y, por cierto, esos números no los construyó él. Los construimos fundamentalmente aquellos que apoyamos esa moción de censura.
En España no va a haber un Gobierno de coalición progresista porque Pedro Sánchez quiera. Lo va a haber si Unidas Podemos está lo suficientemente fuerte como para que Pedro Sánchez vea que tiene más costes que beneficios pactar con el PP.
Sí a Unidas Podemos se le plantea otra vez la duda de un Gobierno en solitario de Pedro Sánchez o una tercera convocatoria electoral. ¿Que decisión tomaría?
Esa duda nunca se nos ha planteado. Nosotros estamos pidiendo que se respete lo que la gente vota. Cuando a un partido se le da la mayoría absoluta, tiene apoyos parlamentarios suficientes por sí mismo para elegir el Gobierno que quiere. Pero si no tienes mayoría absoluta, tienes que llegar a acuerdos. Y la forma de llegar a acuerdos estables son los gobiernos de coalición, y eso se está viendo en las comunidades autónomas. El gobierno de coalición no es una exigencia de Unidas Podemos. El Gobierno de coalición es la forma normal de llegar a acuerdos cuando uno no tiene mayoría absoluta en un sistema parlamentario.
Pero ustedes dicen que la idea que tiene Sánchez es conseguir el apoyo de la derecha para gobernar.
Eso es. Cuando un partido no tiene la mayoría absoluta, algún tipo de acuerdo tiene que haber. La duda es si va a ser un acuerdo de derechas o va a ser progresista. ¿Cuál es nuestra apuesta? Nosotros le decimos a todos los votantes progresistas que no les vamos a defraudar. Estamos diciendo con claridad que el voto a Unidas Podemos sirve para hacer un Gobierno progresista.
La alternativa es hacer un Gobierno de derechas. ¿Alguien cree que una abstención del PP, incluso una abstención para un Gobierno de Pedro Sánchez, va a ser a cambio de nada, que le va a salir gratis a los españoles? Es impensable. Va a ser a cambio de impedir las políticas que Unidas Podemos está proponiendo. De hecho, si hacemos cuatro elecciones generales en cuatro años no tiene sólo que ver con vetar a una fuerza política, con impedir por todos los medios que Unidas Podemos entre en el Gobierno, sino fundamentalmente con impedir que determinadas políticas, como son las que garantizan los derechos sociales de la mayoría, se conviertan en política de gobierno. Hay intereses muy poderosos que quieren que las cosas sigan como hasta ahora y que si viene una situación económica difícil, como va a venir, pues que se haga otra vez con recortes y no con derechos. Pero ahí estamos para intentar que ese plan no salga adelante y consigamos que haya un Gobierno que blinde los derechos de la gente.
Si se produce este escenario que ustedes vaticinan y Pedro Sánchez les ofrece unos Presupuestos comos los de 2019, que no salieron. ¿Lo harían? Sin estar en el Gobierno, me refiero.
Esto ya lo hemos probado. La única vez que Pedro Sánchez ha sido presidente del Gobierno ha sido gracias a Unidas Podemos. Gracias al trabajo en concreto que Pablo Iglesias, junto a otras personas. Hicimos los números para una moción de censura que le hizo presidente, sin tener ninguna experiencia previa y a cambio de nada. Nosotros ya hemos probado lo que es entregarle al PSOE un Gobierno en solitario a cambio de nada y hacer un acuerdo programático, que fue ese acuerdo de Presupuestos. Y nos quedamos con cara de idiotas. Lo único que cumplió fue la subida del SMI a 900 euros porque se lo arrancó Pablo Iglesias en el último minuto en la Moncloa a las doce de la noche. Es lo único que cumplió. Lo demás lo firmó de su puño y letra y después no cumplió nada.
Alguien podría decir que no lo cumplió porque los Presupuestos no se aprobaron. Mentira. Hay muchas cosas que el Gobierno ha hecho sin necesidad de tener esos Presupuestos y que podría haber hecho si hubiese tenido voluntad política. Pero la ministra [María Jesús] Montero ha dicho que el impuesto a la banca no lo van a hacer porque es una propuesta de Unidas Podemos y no les parece bien. Y Pedro Sánchez ha salido con Julia Otero diciendo que lo de regular el precio de los alquileres es una medida intervencionista que no está dispuesto a aplicar a pesar de que lo había firmado. Entonces, si tú firmas una cosa que no te crees y yo no tengo garantías para asegurar que lo cumples, eso se queda en papel mojado. Y nosotras no estamos aquí para intentar condicionar la acción de gobierno de otro partido. Nosotras hemos nacido y nos presentamos a las elecciones porque creemos que en España hay que hacer las cosas de otra manera.
Ya hemos probado lo que es entregarle al PSOE un gobierno en solitario a cambio de nada y hacer un acuerdo programático. Eso ha sido un fracaso. Es, de hecho, lo que nos ha llevado a elecciones, porque el PSOE no tenía un Gobierno con una mayoría parlamentaria estable.
Y a partir de ahí creemos que hay que probar las cosas de otra manera, por una cosa, y con esto termino que también creo que es fundamental. Los retos que tiene España son retos estructurales que requieren de estabilidad política. Y para que haya estabilidad se necesita una base parlamentaria amplia y, por tanto, necesariamente acuerdos amplios.
¿Contemplan una tercera repetición electoral?
Si nosotros ganamos las elecciones generales, vamos a tender la mano a todo el mundo que sea necesario para que haya en este país un Gobierno progresista. No tengas ninguna duda. Ya hemos hecho todo lo posible por que no hubiese una repetición electoral y que de las elecciones de abril saliésemos con un Gobierno de coalición progresista. Nosotros no vamos a defraudar. Todos los votantes progresistas, cuando vayan a votar el 10 de noviembre, deben saberlo. Si le prestan el voto a Unidas Podemos, tiene que tener claro que nosotros no les vamos a defraudar y que su voto va a servir para un Gobierno de coalición progresista.
En el debate del lunes intervino por primera vez Santiago Abascal. ¿Cree que sirvió para naturalizar a Vox o para blanquear a la ultraderecha?
No es solamente un problema de que tienen representación parlamentaria. Que la extrema derecha, no sólo en España, en Europa, está presente y está planteando discursos que rompen la convivencia, discursos de odio.
Muchas veces los temas que dominan la agenda pública son temas que contribuyen a que tengan protagonismo. Cuando hablamos de la forma en la que se ha tratado la cuestión del antifranquismo y de sacar a Franco del Valle de los Caídos, dándole más voz a la familia Franco y poniendo el foco más a la familia del dictador que a las víctimas del franquismo, que fueron torturadas, que lucharon por la libertad y pusieron su cuerpo muchas veces su vida, eso tiene unas consecuencias. Cuando le damos tanta centralidad a solamente una parte de los problemas territoriales que tiene España, por importante que sea, como es Catalunya, y lo hacemos de una manera en la que constantemente renunciamos a tratarlo como un tema político y lo judicializamos y lo tratamos como una cuestión de orden público, ahí estamos dejándoselo fácil a la extrema derecha para que se pueda colar.
Más allá de eso, y estoy orgullosa, creo que Pablo Iglesias sí fue capaz de decirle que a los demócratas españoles que han defendido lo público y que han luchado contra los recortes no le va a dar una sola lección de ser español, porque ustedes en su programa están diciendo que hay avalanchas de jubilados. Ustedes en su programa están diciendo que las pensiones tienen que ser privadas. Ustedes en su programa están diciendo barbaridades al respecto de cómo gestionar la convivencia entre los diferentes pueblos, entre los diferentes territorios españoles.
¿Fue suficiente esa confrontación de Pablo Iglesias con Abascal o debería haber intentado hacerlo más, ante la ausencia quizá de los demás?
Fue el único que lo hizo. Y contrarrestando sus argumentos. Y no solamente contrarrestar los datos que daba, que eran falsos. Ni contrarrestar, digamos, las afirmaciones que hacía, que la mayoría de ellas son falsas, sino sobre todo afirmando los principios en los que nosotros creemos que tiene que basarse la política que se haga en España, los principios que nosotros creemos que son los que tienen la mayoría de los españoles y de las españolas.
España es un país solidario. España es un país que tiene humanidad y no cree que la gente se deba morir en el Mediterráneo. Aunque sean de derechas. Hay mucha gente de derechas que va a votar al PP y que tampoco ve normal que la gente se esté muriendo en el Mediterráneo y que sea la mayor fosa común de toda Europa. España es un país que cree en los servicios públicos, que sabe que esa es nuestra forma de vida y nuestra seña de identidad como españoles. El hecho de que, por ejemplo, cuando te pones enfermo te vayan a curar, te llames Santiago Abascal o hayas nacido en el país que hayas nacido. Y te van a curar y van a hacer todo lo posible para que tú y tu gente puedas tener una vida digna de ser vivida.
De todas maneras, lo más determinante para combatir a la extrema derecha en España y en Europa no es solamente los discursos o contrarrestar sus argumentos en un debate y afirmar los principios que son consustanciales a la identidad de España. Sobre todo es gobernar y hacer políticas progresistas que garanticen un Estado del bienestar. Que no haya tantas casas de apuestas en los barrios más humildes; que se garantice que todo el mundo paga en función de lo que tiene y que no hay mucha gente trabajadora que está pagando una pasta en impuestos mientras ven como hay privilegios fiscales escandalosos para las grandes empresas; y que se sitúe frente a la amenaza de los poderes extranjeros.
Porque esa es la verdadera amenaza. Nosotros no tenemos una amenaza de avalancha de emigrantes. La amenaza que hay en España es que el precio de los alquileres lo está decidiendo una entidad extranjera, que no sabemos ni cómo se llama quien la dirige ni seguramente esa persona sepa dónde está España.
Decía antes que cuando se habla de Cataluña solo se habla en términos judiciales. El lunes Sánchez anunció que su intención es endurecer el Código Penal para volver a introducir el delito de referéndum ilegal, que lo introdujo en su día José María Aznar y luego lo eliminó José Luis Rodríguez Zapatero. ¿Cree que es una medida necesaria, que puede solucionar el problema catalán?
Lo más llamativo de esto es que hasta este momento solamente una parte de los partidos independentistas en Cataluña estaba diciendo que el 1 de octubre [de 2017] hubo un referéndum. Lo que el resto interpretamos es que el 1 de octubre hubo una movilización popular masiva que tenía la forma de meter votos en las urnas. Y hasta ahora el PSOE estaba en esa misma lógica. Llamar ahora referéndum ilegal a lo que ocurrió el 1 de octubre es darle la razón a los independentistas de una forma absolutamente innecesaria. Es absurdo y una locura que Pedro Sánchez venga ahora a dar la razón a los independentistas. Además, con algo que es de nuevo volver a buscar una medida punitiva frente a un conflicto político y que debe resolverse por vías políticas.
Lo que está ocurriendo en Cataluña es que hay una parte muy importante de los ciudadanos y ciudadanas que quieren poder debatir y decidir sobre cómo rearticulamos la convivencia. Y hay diferentes opciones. Hay gente que quiere que Cataluña sea un Estado independiente y gente que quiere un encaje territorial o que está cómoda con este. Vamos a coger el toro por los cuernos y a tratarlo de forma política con una mesa de partidos en la que escuchemos las diferentes posiciones. En mi opinión, incluso después de eso no estaría de más escuchar directamente a la gente. Porque cuando hay movilizaciones tan masivas, en uno y en otro sentido, cuando la gente está demostrando, ejerciendo sus derechos constitucionales, que tienen ganas de participar de forma directa, ¿por qué no permitir en un Estado democrático que debe fortalecerse como la nuestra que la gente se exprese de forma directa sobre lo que hayamos hablado en esa mesa de partidos?
Entre abril y septiembre la izquierda perdió la oportunidad de alcanzar un acuerdo que hubiera sido histórico porque no se veía desde hace 100 años. Desde septiembre hasta ahora lo que las encuestas indican es que se refuerza la derecha. Vox incluso puede llegar a ser tercero. ¿Se arrepienten del voto de julio? Con la perspectiva que da ahora ver lo que ha ocurrido desde entonces.
Nosotros con el paso del tiempo tomamos perspectiva de cosas que hemos aprendido y que sabemos que podríamos haber hecho diferentes. Es muy difícil estar 90 días sin negociar nada y en 48 horas pretender sacar adelante un acuerdo de coalición. También sabemos que en este tipo de negociaciones la relación entre las formaciones políticas y los medios de comunicación a veces genera distorsiones y nosotros somos conscientes de que las negociaciones, para que sean exitosas, hay que protegerlas. No para ir en contra de la transparencia, sino para proteger el éxito de unas negociaciones que pueden aportar, en mi opinión, algo bueno para España, como es que haya un Gobierno progresista.
Hay cosas que no se pueden volver a hacer como se hicieron, pero creo que lo determinante no fue nuestro voto en la sesión de investidura. Lo determinante es que el PSOE no quería llegar a un acuerdo con nosotros. Si el PSOE hubiese querido, ese acuerdo se habría producido.
Pero les hicieron una oferta. Ustedes dicen que no era real, que se hubiera buscado una excusa para no ponerla en marcha, que la prueba es que luego Pedro Sánchez dijo que no dormiría tranquilo. Pero si hubieran aceptado esa oferta habrían puesto la carga de la prueba de la responsabilidad exclusivamente en Pedro Sánchez. Y si hubiera intentado una maniobra para deshacer esa oferta, hubieran quedado en una posición privilegiada a la hora de tejer un relato sobre qué ocurrió en aquellas fechas.
La cuestión fundamental es que nosotros, de verdad, no queremos putear al PSOE. Nuestro objetivo en el proceso negociador era conformar un Gobierno de coalición e hicimos cesiones que el PSOE nunca hubiese hecho, como aceptar un veto al candidato de nuestro espacio político. Además, nos dijeron cosas que creo que no se corresponden con el trato y con la relación que el PSOE y nosotros podríamos tener. Nos decían, por ejemplo, que hay ministerios en los que no podíamos estar porque incomodabámos a la CEOE, como el Ministerio de Trabajo. A mí me parece muy preocupante que Pedro Sánchez diga que lo que le quitaría el sueño por las noches es que hubiese un ministro de Unidad Podemos en Empleo que garantizase un SMI de 1.200 euros. A mí eso me parece una barrabasada. Se supone que la gente progresista de este país lo que quiere es precisamente eso. Incluso mucha gente de derechas quiere derechos y garantías sociales.
Cuando nosotros hicimos presidente a Pedro Sánchez, le hicimos presidente sin tener ninguna experiencia de gestión. Porque a ti lo que te da la posibilidad de ser presidente o formar parte de un Gobierno, es el voto de los ciudadanos españoles. Y cuenta la experiencia, pero cuentan otros muchos criterios que los españoles tienen a la hora de decidir. Por ejemplo, el PP tiene mucha experiencia, pero en robar también. Yo a lo mejor prefiero a alguien que no tenga tanta experiencia de gobierno, pero que no tenga ningún motivo para robar ni para terminar en un consejo de administración y, por tanto, para legislar antes, para lograr un oligopolio eléctrico.
Nosotros no planteamos el proceso de esa investidura diciendo, vamos a ver cómo nos colamos y cómo confrontamos con el PSOE. Lo que queríamos era una negociación honesta y lo que nos encontramos es que el PSOE no quería sacar adelante un Gobierno de coalición con nosotros.
En este camino, desde las elecciones de abril hasta ahora, ha surgido también otro actor: Más País. ¿Ustedes ven en el movimiento de Errejón un intento de abrirse un hueco gracias a las circunstancias o han pesado otros motivos en la decisión de dar el salto estatal?
Lo desconozco, pero creo que en democracia lo más normal es que cuando alguien cree que puede aportar algo se presenta a las elecciones, si cree que eso es algo positivo, y trate de convencer a los ciudadanos de que les voten. Es una cosa que creo que hay que normalizar en democracia. Las escisiones, de hecho, son una cosa muy habitual en nuestro sistema de partidos. Desde UPyD a VOX, que es una escisión del PP, o La Nueva Izquierda, una escisión de Izquierda Unida que terminó en el PSOE. Y al revés, también ha habido escisiones del PSOE que terminaron en IU. Creo que es algo habitual y me parece lo más normal del mundo y no puedo hacer otra cosa más que respeto.
A pocos de las elecciones del 10 de noviembre. ¿Qué considerarían un éxito y que consideraría un fracaso?
Lo hemos dicho con total claridad, aquello que nos permita gobernar. Para nosotros, que nacemos como una fuerza política que cree que en España hay que gobernar de otra manera y hacer las cosas diferentes a como se han hecho hasta ahora, gobernar blindando derechos y no haciendo recortes; gobernar cumpliendo con lo que se promete. Nosotros queremos responder a esa gente que no siempre te tienes que encontrar con un Gobierno que al final haga más caso a una eléctrica que a ti. La gente progresista de este país creo que se merece tener un Gobierno que finalmente cumpla con lo que dice en campaña electoral.
¿Y si no gobiernan, debería dimitir después de las elecciones?
Es que nuestras responsabilidades, no sólo la de Pablo Iglesias... Las decisiones aquí se toman en colectivo y por tanto todos los miembros de la dirección de Podemos tenemos siempre nuestras responsabilidades a disposición de los inscritos.
Una cosa es, por ejemplo, poner tu cargo a disposición, convocar una asamblea ciudadana y que haya un proceso asambleario del que salga una nueva dirección. Y otra cosa es dimitir, que implica que tú das un paso atrás y que ese proceso asambleario sigue su curso sin que ustedes participaran en él. Si esa responsabilidad es colectiva.
Yo creo que para valorar si una cosa ha sido un fracaso o un éxito, y para valorar cuáles son las mejores decisiones de organización interna de una formación política, lo mejor es siempre plantearlo como un proceso colectivo. Precisamente por eso creemos en el funcionamiento democrático de las organizaciones. Creo que muchas cabezas piensan mejor que una sola o que unas poquitas solas. Y creo que esas valoraciones siempre son colectivas.
Pero vamos, que a nadie le quepa ninguna duda que nosotros no estamos aquí para pasarnos toda la vida intentando estar al frente o en una posición de primera línea. En Podemos ni en Unidas Podemos. Nosotras estamos aquí por un tiempo para intentar cumplir con unos objetivos y si no los cumplimos vamos a ser las primeras que lo reconozcamos y que permitamos que otras personas lo intenten.
Lo que en 2014 2015 se llamó el espacio del cambio, que aglutinaba a diferentes actores como Ada Colau, Mónica Oltra y lo que representan; Podemos e Izquierda Unida. Vive ahora un momento en el que está más disgregado, con el proyecto de Errejón, etcétera. Después de las elecciones, ¿habrá que reconstruir un poco ese espacio, volver a tejer esas alianzas y volver a definir quién y cómo se ordena internamente?
Comparto la idea, creo que es una cosa que es evidente, que el espacio del cambio, no solamente Podemos, ha vivido con mucha intensidad estos años. Por su juventud, por los propios errores que hemos cometido, porque ha habido poderosos intereses en intentar destruir a este espacio político. Y todo eso ha generado un cóctel que ha hecho que hayan sido muy intensos estos años para el espacio del cambio. Y por qué no, también decir claramente que ha sufrido ese espacio.
A partir de ahí, creo que también hay que poner en perspectiva todo lo que sabemos al respecto del espacio del cambio. A nivel de sus dirigentes, ¿se ha sufrido? Sí. ¿La gente que ha estado desde la base de una forma desinteresada construyendo ha sufrido? Sí. También en esta última campaña electoral hemos batido récords en recaudación de microcréditos y hemos recaudado más de dos millones y medio de microcréditos, que es récord de todas las campañas electorales y de todos los procesos anteriores que hemos abierto.
Hay señales que nos indican que hay muchísimos miles de personas, millones de personas, que quieren seguir construyendo este espacio del cambio, aunque sea un reto para nosotras articular las formas en las que podemos generar esos vínculos permanentes, una estructura organizativa que sea amable y que sea cariñosa y que cuide y no dificulte la participación.
Yo asumo que tenemos un reto como espacio del cambio, como Podemos, para fortalecer y cuidar nuestra estructura. Porque una estructura es lo que permite a la gente participar. Todavía seguimos aquí, todavía seguimos con fuerza, incluso pese a los errores y pese a los adversarios. Y todavía tenemos posibilidades de gobernar en España para cambiar las cosas. Eso es lo que tenemos que pelear.
Habla de ese espacio social que se aglutinan en torno a Unidos Podemos y demás organizaciones de ese espacio político, que tiene como una de sus puntas de lanza al movimiento feminista. Un movimiento que en los dos últimos años que ha demostrado una potencia muy fuerte y que, en algunos casos, ha hecho resurgir casi su proyecto político. Pero da la sensación de que, más allá de los hechos del 8 de marzo y alrededor, la potencia política del movimiento feminista no termina de impregnar los debates. Por ejemplo, el del pasado lunes, los programas electorales, las políticas reales, los discursos de los dirigentes, etcétera. ¿Qué falta para que ese movimiento social que es tan potente impregne la política institucional y la política de partidos?
Creo que nadie mejor que las mujeres sabemos, porque nos lo han enseñado quienes han venido antes, que las cosas no salen a la primera. Lo que está planteando el movimiento feminista, que es reorganizar la economía, reorganizar la sociedad de forma que la mitad de la población no tenga más probabilidades de sufrir desigualdad, pobreza o discriminaciones por el hecho de ser mujeres o por el hecho de amar a quien ame o de sentirse con la identidad que se sienta. Lo que está planteando el feminismo es que la economía tiene que tener en cuenta también los cuidados, que ha estado invisibilizada y realizada mayoritariamente por mujeres, y lo que implica las cadenas globales de cuidados donde al final son las mujeres migrantes con menos derechos quienes ocupan esas tareas en la sociedad y quienes sostienen la vida, en definitiva. De ahí la urgencia de, por ejemplo, ratificar el Convenio 189 de la OIT para las trabajadoras del hogar, que fundamentalmente son mujeres.
Lo que está planteando el movimiento feminista es una corriente de fondo. Es un cambio estructural de la forma en la que convivimos y articulamos nuestra economía y nuestra sociedad. Además, no basta sólo con que ese proceso se da en un país. Es un proceso global mundial, aunque se encarne en cuerpos concretos, en países concretos. Y eso lleva tiempo.
¿Y qué falta? Falta que eso se traduzca en un Gobierno que realmente haga una apuesta decidida. Falta no solamente que haya más mujeres tomando decisiones en el Parlamento o en el Gobierno, o que haya una presidenta del Gobierno, que haya alguna candidata a la Presidencia del Gobierno, sino también que todas las mujeres que están en ese suelo pegajoso, recogiendo los cristales de ese techo de cristal que algunas mujeres podemos golpear, también se vean despegadas de ese suelo pegajoso. Nosotras estamos apostando, y creo que el movimiento feminista lo hace, con un feminismo del 99%. Donde no solamente un 1% rompa el techo de cristal, sino donde el 99% se despegue del suelo pegajoso.
Y eso requiere tiempo una lucha constante, decidida, que muchas veces se encontrará con dificultades. Y solo si somos capaces de vencer ese desaliento cada vez que hay una nueva sentencia patriarcal, cada vez que hay una nueva sentencia que dice que es abuso y no es violación, cada vez que nos encontramos con una compañera que ha sufrido una violencia machista o a la que pagan menos por hacer el mismo trabajo o a la que no le dejan hablar en una reunión, si nos rendimos, si no perseveramos, pues obviamente no se van a conseguir las cosas. Pero si insistimos, aunque no salgan a la primera, van a salir. Esto no es una cosa que me invente yo. Esto nos lo han enseñado las que han venido antes, que han peleado mucho para conseguir los derechos que ahora nosotras disfrutamos.
Dentro del movimiento feminista hay varios debates que están todavía sin cerrar. Los tienen también en Podemos, por ejemplo, la prostitución o la gestación subrogada. ¿Cuándo podrán alcanzar una posición común en estos dos asuntos?
Estoy convencida de que hay muchísimas mujeres que votan en clave feminista y que una de las cuestiones que tienen en cuenta para decidir su voto son precisamente estos temas y otros que tienen que ver con el feminismo.
Respecto a la prostitución, la posición de Podemos y del espacio de Unidas Podemos es que hay diferentes posiciones que conviven. Yo también quiero dejar clara cuál es la mía. Yo soy abolicionista y he militado muchos años en contextos fundamentalmente abolicionistas. Fíjate que este es un debate que moviliza las tripas y para mí lo hace. Yo soy vehemente y creo que se me ve en las entrevistas. Y en un debate de prostitución, más. Pero he aprendido a convivir con compañeras que para mí son muy valiosas y que tienen otro punto de vista, que son regulacionistas. Lo que al final he aprendido es a ponerme de acuerdo con ellas es en políticas concretas. Y ahí creo que hay otras opciones políticas que dicen ser abiertamente abolicionistas, pero que después no cumplen cuando están gobernando. Yo, precisamente porque soy abolicionista, defiendo firmemente que hay que derogar las dos reformas laborales, porque si no abolir la pobreza es imposible abolir la prostitución. Creo que regulacionistas y abolicionistas, tanto en Unidas Podemos como en el movimiento feminista, estamos completamente de acuerdo en que hay que luchar de forma decidida contra la trata con fines de explotación sexual, que obviamente afecta fundamentalmente a mujeres y niñas y que es, en opinión de las abolicionistas, la clave de la prostitución.
En el movimiento feminista hemos sido capaces de hacer cosas tan enormes como el 8 de marzo pensando diferente al respecto de este tema. Por favor seamos humildes en esta cuestión, y quien dice muy alto que es abolicionista, pero después hace reformas laborales o plantea la mochila austriaca, o cuando ha gobernado no ha sido capaz de garantizar que en este país haya empleo estable y ha prometido muchas veces derogar la reforma laboral, pero luego nunca lo ha hecho, a mí no me va a dar lecciones de abolicionismo, porque para abolir la prostitución primero hay que abolir la pobreza.
Y respecto a la cuestión de la gestación subrogada, los vientres de alquiler, ahí sí que tenemos en Podemos una posición definida, fruto de un debate, además de un proceso de reflexión y de informarnos. Nuestra posición es firme y es contraria.
La entrevista completa a Irene Montero