Con el Congreso de los Diputados todavía por constituir y sin atisbo aún de pactos para formar Gobierno arranca una nueva campaña electoral, 12 días después de los últimos comicios. El próximo 26 de mayo volverán a abrirse los colegios y esta vez con tres urnas -municipales, autonómicas y europeas- que determinarán si la izquierda es capaz de mantener el nivel de movilización del 28A, que lo llevó a superar a la derecha en votos y escaños, para mantener sus gobiernos autonómicos y arrebatar feudos históricos del PP y otros que gobierna con Ciudadanos.
En la derecha, los comicios de dentro de dos semanas supondrán una segunda vuelta de la pugna particular entre Pablo Casado y Albert Rivera por ver quién se erige como líder de la derecha.
Esta noche arrancan dos semanas de campaña que, a falta de polémicas sobre los debates electorales, estarán marcadas a nivel nacional por la formación de la Mesa del Congreso, que ya negocian PSOE y Unidas Podemos, y la elección del presidente del Senado. La mayoría del PSOE en esa cámara no será suficiente para nombrar a Miquel Iceta si este no consigue que independentistas y Ciudadanos levanten el veto contra su designación como senador autonómico en el Parlament de Catalunya.
Los que hasta hace unos días eran candidatos de los partidos vuelven a recorrer España tras haber pasado por la Moncloa. Pedro Sánchez citó para una ronda de contactos a los líderes de PP, Ciudadanos y Unidas Podemos y excluyó a Vox. Pablo Casado y Albert Rivera salieron de sus encuentros dando por hecho que Sánchez iba a lograr la investidura. Pablo Iglesias pidió tiempo en una breve intervención ante la prensa en la que dejó claro que nada iba a resolverse antes de que los ciudadanos votaran de nuevo.
El pistoletazo a la campaña lo ha protagonizado el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que desde que acertó más que ninguna otra encuesta el pasado 28A ha perdido ya la coletilla de ser “el de Tezanos”. Si el de este jueves se acerca también a los resultados finales, la izquierda vencerá de manera clara el próximo 26M: mantendrá los gobiernos que logró gracias a coaliciones hace cuatro años y tendrá a su alcance hacerse con algunos que están ahora en manos de la derecha.
El barómetro da como principal vencedor al PSOE, que ganará en todas las comunidades autónomas salvo Cantabria y Navarra. Los socialistas ya tiñeron de rojo el mapa de territorios el pasado 28A y ahora aspiran a hacer lo mismo para situarse como vencedores de las autonómicas y municipales.
El CIS presenta para los socialistas unas mejores perspectivas que las que arrojaron los resultados de las generales. La ley electoral permitió reducir los diputados del bloque de la derecha, pero no hubo tanta diferencia en cuanto a votos. En algunos territorios -Aragón, Extremadura o Castilla-La Mancha- las tres derechas sumaron más que la izquierda. Por eso, en el PSOE se conjuran para repetir la movilización del 28A cuatro domingos después.
Estos comicios mostrarán si el efecto de Pedro Sánchez en la Moncloa -que esta semana ha tratado de reforzar con una ronda de consultas con pocos efectos reales-, que impulsó al PSOE hace dos semanas, logra por ejemplo situarlo como fuerza más votada en la Comunidad de Madrid y le da opciones para disputársela al PP tras tres década de hegemonía popular. Lo mismo podría ocurrir en Castilla y León y Murcia, otros feudos tradicionales de la derecha, y en Canarias, donde gobierna Coalición Canaria.
Casado se juega continuar al frente del PP
El PP es quien más se juega durante esta dos semanas de campaña. Casado ha llevado al partido a los peores resultados de sus historia en unas elecciones generales y afronta estos comicios como la prueba definitiva a su gestión, entre críticas más o menos veladas de sus barones. Desde que sustituyó a Mariano Rajoy ha conducido al PP a una radicalización del discurso y a aproximarse a los postulados de la derecha más extrema con el objetivo de no perder más votos hacia Vox. El punto final se produjo el último día de campaña, cuando se abrió a dar entrada a la extrema derecha en un posible gobierno.
El desplome del partido y las voces críticas con su estrategia han llevado a Casado a tratar de revertir ese camino de manera abrupta. El líder del PP quiere hacer olvidar en unas semanas una deriva que comenzó desde el día que se impuso a Soraya Sáenz de Santamaría en julio del año pasado. Ha empezado por llamar al partido de Santiago Abascal por su nombre -“hay otro partido de extrema derecha, que es Vox”- y por insistir cada vez que tiene un micrófono delante en que el PP es de centro. Lo dice hasta su lema para esta campaña: “Centrados en el futuro”.
Casado se juega el 26M su propio liderazgo en el PP y el del partido dentro de la derecha. Ciudadanos aspira a que las municipales y autonómicas supongan el sorpasso que no se dio el 28A por 200.000 votos y nueve escaños. La pugna por ver quién lidera ese espacio político se juega en unos comicios que supondrán una segunda vuelta en ese enfrentamiento particular.
“Si Ciudadanos no tiene acceso al poder territorial autonómico se le van a hacer muy largos esos cuatro años de oposición”, dijo Casado el otro día. Si lo tiene podría ser la puntilla para el líder del PP, al que Albert Rivera pretende quitar el liderazgo de la oposición contra Sánchez. Ciudadanos quedó tercero y no le corresponde ese cargo simbólico, pero ya se ocupó Rivera de decir el otro día que ser jefe de la oposición es “una forma de comportarse, una actitud”.
El buen resultado de Ciudadanos el 28A le coloca a las puertas de superar al PP en varios territorios pero el CIS de este jueves ha rebajado esas aspiraciones. Rivera se centrará durante la campaña en los bastiones populares con la vista centrada en Madrid. Aunque el barómetro -con entrevistas realizadas entre el 21 de marzo y el 23 de abril- los deja terceros, el 28A superaron al PP y se quedaron como segunda fuerza más votada.
Si Casado exhibe su centrismo cada vez que tiene ocasión, Rivera hace lo propio con su rechazo a Sánchez y los ataques al independentismo para tratar de desplazar al presidente del PP como cabeza visible de la oposición. Apenas estuvo media hora reunido con él para decirle que no va a facilitar su investidura con una abstención. También le ofreció ayuda para aplicar el 155: puso a su disposición sus 57 diputados -el Congreso no interviene en ese trámite- y sus cuatro senadores -el PSOE tiene mayoría absoluta en la cámara alta-.
El día después del 26M también se pondrá a prueba si ese veto que Rivera impuso a los socialistas se traslada a todas las autonomías, en las que algunos líderes territoriales de Ciudadanos han puesto en duda que a ellos les obligue esa prohibición de pactar con el PSOE.
Podemos busca retener el éxito de 2015
La tercera reunión de Sánchez fue con Pablo Iglesias, que afronta esta campaña después de haber perdido 29 escaños en las generales. Podemos no consiguió diputados en Extremadura, las dos Castillas La Rioja y Cantabria y se enfrenta a unos comicios en los que muchas de sus alianzas territoriales con otras formaciones han saltado por los aires.
La Comunidad de Madrid es el caso más claro. Podemos pugnará contra la candidatura que encabeza uno de sus fundadores, Íñigo Errejón, y en el Ayuntamiento ni siquiera concurren después de que se rompiera el acuerdo con Manuela Carmena. Podemos se juega mantener su presencia en las instituciones en las que irrumpió hace cuatro años y cuya gestión -especialmente en las conocidas como ciudades del cambio- ha enarbolado en muchas ocasiones.
El mensaje, como ha ocurrido a nivel nacional, es que su presencia en parlamentos autonómicos y Ayuntamientos garantizará auténticos gobiernos progresistas.
Los cuatro principales partidos mirarán de reojo a Vox durante estas dos semanas, como ya ocurrió en las generales. La extrema derecha de Abascal no consiguió el resultado que esperaba en el Congreso, donde su poder va a quedar reducido a iniciativas sin peso legislativo, pero ahora juega con otras reglas. La ley electoral penalizó a Vox sin representación en muchos territorios, pero ahora dependen solo de sus propios resultados.
El 28A les dio esperanzas de irrumpir con fuerza en muchos parlamentos autonómicos -esos mismos que quieren cerrar- y ayuntamientos, pero el CIS ha rebajado considerablemente esas expectativas. Aún así, podrían ser determinantes para que PP y Ciudadanos gobiernen con un pacto a la andaluza. Eso, si los líderes de los tres partidos son capaces de volver a la cordialidad que se quebró después de los debates y que estalló definitivamente tras el 28A.