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Jiménez Villarejo: de la justicia a la política, comprometido contra la corrupción

Con el objetivo de lograr la desaparición de las puertas giratorias por las que los representantes públicos acaban sentándose en los sillones de consejos de administración de “empresas estratégicas en sectores estrátegicos”, Carlos Jiménez Villarejo (Málaga, 1935) presentó en mayo una directiva anticorrupción, bautizada con su propio nombre.

La directiva Villarejo pasará a ser una de sus últimas contribuciones a la justicia desde la política pues apenas dos meses después de haber sido elegido como número seis en la lista Podemos para ocupar un asiento en el Parlamento Europeo, el que fuera exfiscal jefe de la Fiscalía Anticorrupción ha anunciado que dejará dejará su escaño “principalmente por motivos de edad”.

Gracias al prestigio de la carrera de Villarejo, la reciente creada formación le ofreció dirigir dicha directiva y, en el caso de obtener suficientes votos, un asiento en Estrasburgo hacia el que él previamente había mostrado sus reticencias.

Durante la rueda de prensa que concedió el viernes para hacer oficial su despedida de la política europea, Villarejo quiso hacer hincapié en lo necesario de una formación política como Podemos a través de la cual espera que España “recupere la calidad democrática, la equidad y la justicia”. El exfiscal insistió numerosas veces en su intención de seguir volcado en la colaboración con el partido “en todo lo que precisen”.

Jiménez Villarejo cierra así una carrera política que inició en 2006 formando parte como independiente de la listas de ICV para el Parlamento de Catalunya. Su corta aventura política se suma a una larga trayectoria en la lucha contra la corrupción desde los tribunales, donde ejerció desde que se licenciara en Derecho a finales de los 50 y donde protagonizó algunos de los litigios de malversación más importantes de la década de los 90 en España como el Caso Roldán o el Caso Ertoil.

Sus inicios en la justicia

Nació en una familia humilde, en una barriada pobre de Málaga -El Palo- donde, según ha relatado en alguna ocasión, había gente que todavía vivía en cuevas. Dividió su juventud entre la militancia en el Partido Comunista -dentro del cual se identificó con la corriente eurocomunista- y la licenciatura de Derecho, que tuvo que hacer a distancia por la imposibilidad por parte de sus padres de costearle unos estudios en otra ciudad.

Impulsado por un compromiso social que nació al calor de las injusticias del franquismo, Villarejo comenzó su carrera fiscal en 1962. Destacó pronto y en 1987 ya era fiscal jefe de Barcelona tras haber pasado por las audiencias de Barcelona y de Huesca y haber ejercido como fiscal de Vigilancia Penitenciaria, un campo del que es experto en la actualidad.

En esos años, que coincidieron con el final del franquismo, sufrió los castigos de la dictadura a raíz de la denuncia de las torturas impunes que pudo ver de cerca en los juzgados. “La gota que colma el vaso es cuando pido el procesamiento del jefe de la policía política en Manresa (Barcelona)”, reconocía recientemente en una entrevista.

Firme luchador contra la corrupción

La última etapa al frente de la Fiscalía de la Ciudad Condal -ya como fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña- estuvo marcada por la formación de un grupo de fiscales contra delitos económicos. Su experiencia al frente de la causa contra la Banca Catalana, dirigido contra antiguos consejeros de esta institución -entre ellos el que fue presidente de la Generalitat, Jordi Pujol-, le concedieron la credibilidad necesaria para impulsar dicho colectivo con sus compañeros de profesión.

Es en este momento cuando comienzan los mejores años de la carrera como fiscal de Villarejo. Su nombramiento en 1995 como fiscal jefe de la Fiscalía Anticorrupción coincide con la aparición del 'Caso Roldán', del caso del 'AVE Madrid-Sevilla', el 'Caso Ollero', 'Soler' y finalmente el 'Ertoil' y 'Banesto'.

Estos últimos, ya en su recta final en el cargo -su destitución coincidió con la llegada a La Moncloa de José María Aznar-, le causaron un choque personal con fiscal general, Jesús Cardenal, por discrepancias en alguno de los encausamientos que condujo.

Acusó entonces a personalidades como Mario Conde, durante el caso Banesto, a Luis Roldán y a Jesús Gil entre otros y descubrió una de sus principales preocupaciones en los años en los que ejerció como fiscal: la delincuencia financiera y los delitos fiscales, ante cuyo fin se muestra escéptico en la actualidad. “No creo que haya más intención ahora que entonces en acabar con los paraísos fiscales”, ha sentenciado en alguna ocasión.

“Encantador” en el trato personal

En declaraciones a eldiario.es, su compañero de partido, Pablo Iglesias, se ha deshecho en elogios hacia la figura de Villarejo de quien ha dicho que es una persona “excelente”, muy comprometida con la lucha por la justicia y los derechos humanos y, ante todo, un “amigo”. Iglesias ha reiterado el orgullo que siente al haber compartido escaño con el aún europarlamentario y ha destacado su cercanía en el trato personal. “Es encantador”, ha dicho.

“A los pocos meses de fundar Podemos -relata- camino de un acto en Andalucía recibí un correo electrónico de Carlos Jiménez Villarejo y en un principio pensé que era una broma”. En dicho correo, el malagueño proponía su colaboración al partido de Iglesias. Tras aceptarla, le insistieron en numerosas ocasiones que se presentara en la lista de las primarias y que figurara en la candidatura para el Parlamento Europeo.

“No creo que haya más intención ahora que entonces en acabar con los paraísos fiscales”

Villarejo