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El odio que se puede masticar y otros hitos de la hipérbole en el juicio

Nos quejamos con frecuencia de la tendencia de los políticos a la hipérbole. Habrá que hacer un sitio también a algunos de los guardias civiles que prestan declaración en el juicio. Han asumido con tanta energía la causa de la acusación –lo que entra dentro de lo normal– que compiten por dar la versión más truculenta de los incidentes ocurridos en septiembre de 2017 ante los edificios en los que se realizaban registros ordenados por el Juzgado número 13 de Barcelona.

El subteniente H112669K contó cómo fue la “inspección” de las instalaciones de la empresa Unipost, en Terrassa, donde encontraron material electoral para el referéndum con el sello de la Generalitat. Primero, inspeccionaron –con permiso de un responsable de la empresa– y luego pidieron una orden judicial para incautarse de esos documentos. Su salida fue problemática en un convoy de varios vehículos en la que contaron con la protección facilitada por los Mossos.

Según el subteniente, el primer coche de los Mossos cometió el error de girar en una calle y meter a todos en una zona con manifestantes. Se trataba de una calle en obras algo estrecha con vallas y parte del pavimento levantado. “Nos meten en una calle que era una ratonera”, dijo. También afirmó que los Mossos salieron de sus coches para quitar las vallas y apartar a los manifestantes.

Como parecía que estaba acusando a los Mossos de haberles llevado por esa ruta con toda intención, el fiscal insistió por ahí:

Fiscal: “¿Estaban en lo que podía llamarse una encerrona?”.

Subteniente: “Ya he dicho que era una ratonera”.

Encerrona o ratonera, era una situación comprometida. ¿Hubo golpes en los coches?, preguntó el fiscal. “En el nuestro, no. Pero sí hubo una proximidad extrema”. A diferencia de la comúnmente conocida como proximidad relativa.

Los mossos se ocuparon de despejar la zona, dijo. Los guardias civiles lo observaron todo desde el interior de los vehículos. Y esto es lo que vieron: “Vi en las caras de las personas de la calle por primera vez en mi vida el reflejo del odio”, contó el subteniente.

Si esa es la primera vez en su vida que ve a gente enfurecida y fuera de sí, ha tenido una experiencia policial muy plácida. Los agentes de la ley suelen afrontar situaciones realmente dramáticas en su trabajo en la calle. Este subteniente encontró el odio en las de Terrassa. Siempre hay una primera vez para todo.

Hay imágenes del movimiento de ese convoy, una vez terminado el registro de Unipost. Se ve la zona de esa calle en obras por las que cruzó con dificultades, con los vehículos casi parados. Hay gritos, insultos y silbidos, y muchas personas ocupadas en tomar imágenes con los móviles. Quienes estaban más cerca de esos coches eran los antidisturbios de los Mossos.

Jordi Pina (abogado defensor): “¿Cuántos daños sufrieron los vehículos?”.

Subteniente: “Ninguno”.

Pina: “¿Cuántos daños sufrieron los guardias civiles?”.

Subteniente: “Ninguno”.

Pina: “¿Necesitó algún tipo de tratamiento psicológico después?”.

Subteniente: “No, yo estoy habituado”.

El subteniente había pasado muy rápidamente de descubrir alarmado “el odio” por primera vez en su vida a negar que pudiera tener secuelas preocupantes, porque estaba “habituado” a estas situaciones. Sonó bastante contradictorio.

Un buen momento para meter a ETA

Hubo otro guardia civil que fue aun más lejos en su descripción de los incidentes, en su caso en el polígono industrial de Can Barris. No por una experiencia personal suya, sino de otro agente: “No he vivido el conflicto vasco, gracias a Dios, pero compañeros míos veteranos decían que los principios del conflicto vasco se parecían bastante a eso”.

Sin heridos y sin daños en los vehículos. Ya quisiera el conflicto vasco haber tenido el mismo balance de daños personales y materiales.

Los “principios” del conflicto vasco son de finales de los años 60 con los primeros asesinatos de ETA. Si el agente S17971T estaba pensando en la kale borroka, donde el uso de cócteles molotov estaba bastante extendido, no es posible considerar eso como parte de los “principios”.

En ambos casos, la comparación estaba fuera de lugar y, como con otros testimonios, sólo sirvió para desacreditar la declaración del testigo. Parece que algunos tienen ganas de ganar el juicio ellos solos a golpe de símiles desaforados.

Un prólogo de las sesiones sobre el 1-O

La sesión del jueves tuvo en sus momentos finales un aperitivo de futuras declaraciones centradas en los incidentes violentos ocurridos el día del referéndum. Fue una forma de echar un vistazo al duelo que se producirá entre policías y guardias civiles, y los abogados de la defensa. Los primeros denunciarán que los concentrados ante los colegios les atacaron con violencia. Los segundos les preguntarán por las cargas policiales contra esos votantes y los heridos que provocaron.

Un oficial de la Guardia Civil insistió en primer lugar en la descalificación colectiva de las personas que tenía enfrente el 1-O en el instituto de Sant Joan de Vilatorrada, en Barcelona, para describirlos como lo peor de lo peor: “Pude ver, metafóricamente, que se masticaba el odio. No sé cómo esas personas podían tener tanto odio”.

De forma nada metafórica, la Audiencia de Barcelona imputó en 2018 al teniente que dirigía ese dispositivo policial. Catorce personas denunciaron a la Guardia Civil por las lesiones sufridas a manos de los agentes en ese instituto. “Se hizo un uso totalmente proporcionado, congruente y oportuno” de la fuerza, dijo U41806Z en el juicio.

En su turno, el abogado Jordi Pina preguntó al guardia civil si recordaba a sus compañeros golpeando a los votantes mientras estos gritaban 'somos gente de paz'. Pina había ofrecido una pregunta en la que la respuesta carecía de interés. El testigo no iba a complacer al abogado. El juez Marchena dio la señal de alto: “Intente convencer al tribunal y no a la galería”.

Pero la galería está muy presente en la sala desde el primer día del juicio. Es inevitable. Fiscales, defensores y testigos son muy conscientes de la repercusión pública del juicio a través de su retransmisión en directo y de los medios de comunicación.

Pina hizo una sola pregunta a una agente de la Guardia Civil que testificó después. Si recordaba las imágenes de la salida de refuerzos policiales con destino a Catalunya desde varios puntos de España en las que se cantaba el “A por ellos”. Sí, respondió. “No hay más preguntas”, dijo Pina.

No era necesario. No buscaba más información, más datos. Sólo sacar el tema del “A por ellos” en ese momento. Sólo dejar la huella. Metafóricamente.