La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, defendió hoy su inocencia en el juicio por negligencia contra ella en París, pero reconoció que no valoró los riesgos de fraude en el contencioso que terminó en una indemnización millonaria al empresario Bernard Tapie.
En su declaración final ante los jueces y parlamentarios de la corte especial que la juzga desde el pasado lunes, Lagarde se mostró firme en sus convicciones de que actuó con honestidad y se le quebró la voz al referirse al “sufrimiento” que ha tenido que afrontar por este juicio.
“Estos cinco días de audiencia acaban con cinco años de sufrimiento para mi, mi pareja, mis hijos y mis hermanos, que están en la sala”, afirmó la mujer que sustituyó al frente del FMI a otro francés, Dominique Strauss-Kahn.
Lagarde, que está acusada de “negligencia” en el ejercicio de sus funciones en 2007 y 2008 mientras era ministra de Economía de Francia, conocerá el lunes la decisión de la Corte de Justicia de la República, una jurisdicción constituida por tres magistrados y 12 parlamentarios competente para juzgar a ministros por delitos cometidos en el ejercicio de sus funciones.
Todo apunta a que la responsable del FMI saldrá absuelta -teóricamente podría ser condenada hasta a un año de cárcel y 15.000 euros de multa-, sobre todo después de que la Fiscalía insistiera ayer en que no hay elementos para declararla culpable.
La exministra, de 60 años, asumió sus decisiones en la gestión del contencioso con Tapie, en particular decantarse por el procedimiento controvertido del arbitraje en lugar de continuar la vía de los tribunales, aunque al mismo tiempo hizo notar que no seguía el día a día de las discusiones, absorbida por otros aspectos de su misión al frente del departamento de Finanzas.
Al final, el resultado del arbitraje fue favorable al empresario por la venta de Adidas, que tuvo que traspasar al entonces banco público Crédit Lyonnais, y el costo para las arcas públicas fue de 403 millones de euros, incluida una partida particularmente polémica de 45 millones en concepto de indemnización por daños morales para Tapie y su esposa.
Nadie le avisó, dijo en su alegato final Lagarde, de la posibilidad de que en ese arbitraje hubiera malversaciones y reconoció que no tuvo en cuenta “el riesgo de fraude”.
Fue el único error que admitió. El resto de su declaración lo dedicó a insistir en que había actuado “en consciencia” y confiando en sus asesores, con “el único objetivo de defender el interés general”.
Manteniendo la que ha sido su línea de defensa durante el juicio, aseguró que las negociaciones con Tapie las llevaron sus subordinados, en particular su jefe de gabinete, el actual presidente de France Télécom, Stéphane Richard, procesado por el caso y que será juzgado como los demás inculpados por un tribunal de derecho común.
La entonces ministra señaló en la vista desconocer la cocina de ese arbitraje, anulada ahora por la justicia después de que se conociera que uno de los árbitros privados elegidos mantenía relaciones contractuales con el abogado de Tapie.
Los letrados de la directora del FMI, al igual que la Fiscalía, han sostenido que la negociación se hizo en el Elíseo, es decir por los colaboradores del entonces presidente, Nicolas Sarkozy, y que la decisión de recurrir a un arbitraje privado no puede tener consecuencias penales.
Tampoco el que Lagarde decidiera no recurrir ante los tribunales ordinarios el monto decidido por los árbitros, que ella misma juzgó demasiado elevado pero que, recordaron sus abogados, no provocó ningún escándalo social cuando fue establecido en 2008.