Los ganaderos son los que más quejas presentan por la presencia del lobo, uno de los mayores depredadores, en pastos gallegos. En 2013 atacó 1.227 reses entre caballos (160), ovejas (687), cabras (101) y vacas (279), pero hay coincidencia en que el daño causado se mueve dentro de lo razonable.
Las 'víctimas', según los datos facilitados por el departamento de Medio Ambiente de la Xunta a Efe, son 226 menos que un año antes, cuando el dato que se obtuvo fue de 1.453, mientras que en 2011, el cómputo es de 1.430 y 2010 aporta la cifra mayor, con 1.733 cabezas.
El número de avisos es de 579 en 2013 -algunos de los de mayor trascendencia fueron en Ordes (A Coruña) y Maceda (Ourense)-; 645 en 2012, 638 en 2011 y 691 en 2010.
En 2013 se acometieron los trabajos de campo para el censado de las poblaciones de lobo en A Coruña y Pontevedra, que se completarán en 2014 con Ourense y Lugo, como parte de un recuento exhaustivo de ejemplares que algunos expertos consultados cifran entre 400 y 500.
Todavía no se dispone de un informe definitivo de las dos primeras provincias puesto que está pendiente el procesado y tratamiento de la totalidad de la información recabada.
El lobo, una de las especies más vinculadas a la identidad gallega, requiere una atención especial, y en ello coinciden todos los representantes que Efe ha contactado.
El presidente de la Unión de Tecores de Galicia (Unitega), Florencio Blanco, sostiene que “el lobo tiene que existir” pero apunta que “ahora no está en extinción, sino en proliferación”, y por ello aboga por organizar batidas.
“Si no se toman medidas a tiempo, ahora se alimentan de corzos y jabalíes, pero cuando no tengan... se plantarán ante las personas y el ganado”, dice, y expone que donde reside, en Verín (Ourense), se nota una “mayor visibilidad” de este animal.
En su conversación, alerta incluso de ejemplares híbridos, que a diferencia de los autóctonos, tienen mayor ferocidad. En su opinión, eso genera “falta de seguridad”, hasta el punto de que “hay zonas en las que los vecinos no se atreven a pasear por el monte” por pánico.
El representante de Unitega apuesta por rebajar las sanciones que están vigentes y prevén multas de hasta 30.000 euros por cazar lobo.
Muy precavido, el presidente de la Federación Galega de Caza, Javier Nogueira, reconoce que no tiene datos precisos, aunque afirma que “parece que se estabiliza, o bien aumenta” algo la población de lobos, ya que “se avistan más” y además “hay más daños”, puntualiza.
Respecto a los datos de la Consellería sobre los ataques, opina que “el protocolo de denuncia es un poco complicado y no funciona lo bien que quisieran” los ganaderos, que en su opinión “no deberían pagar los daños” de esos ejemplares protegidos.
Así, enfatiza: “Hay que ser más rigurosos en la percepción de los datos y manejarlos con criterios mucho más técnicos”.
Acerca de la supuesta presencia de híbridos, opta por ser “cauto” al “no atreverse” a confirmar ese extremo.
El lobo es “una especie emblemática, el rey del monte gallego”, prosigue Nogueira, quien opta por defender su presencia pero “no de manera sobredimensionada”.
El secretario de Desarrollo Rural de Unións Agrarias (UU.AA.), Jacobo Feijoo, considera que puede haber una mayor percepción de más ataques, pero asegura que están “dentro de la media de los últimos años, con tal vez algún cambio en determinada zona o en el número de daños”, pero “las manadas de lobos suelen ser bastante estables”.
Feijoo estima que lo que ha cambiado fundamentalmente es que “hay una disminución de las compensaciones” por parte de la Xunta, que han pasado “de un presupuesto de cerca de 200.000 euros años atrás a unos 106.000 actualmente”.
Asimismo, comenta que hay “retrasos” y “falta de agilidad” en la tramitación y el cobro de las indemnizaciones, así como conflictos por los “baremos de valoración que no se adaptan a la realidad del mercado”.
El biólogo Serafín González advierte desde su posición contra las “percepciones interesadas” de los cazadores: “Que los lobos sean más visibles no quiere implicar que haya más”.
“Hay que decir alto y claro que el lobo es patrimonio de los cerca de 3 millones de gallegos y no de los 50.000 cazadores”, indica González, y observa que actualmente “apenas hay un lobo por cada cien cazadores”.
Este profesional critica también que la Xunta está contribuyendo, con la excesiva burocracia y el recorte de indemnizaciones a ganaderos, a fomentar, aunque indirectamente, “esa negativa imagen” del lobo y a una mayor presión cinegética.
Por ello, sugiere resolver de raíz el “falso problema” de la conflictividad socio-económica del lobo con un “pago más ágil” de la Administración autonómica a los afectados y con “más recursos” para indemnizaciones y prevención contra ataques.
Los daños que generan los lobos representan “unos seis céntimos de euro al año por gallego, una cantidad perfectamente asumible” por la población, remarca, y afirma que esa carga no deben “padecerla” los ganaderos, a los que les supondría en cambio “mil euros al año”.
Xavier Barros