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Hace cuatro años, Esperanza Aguirre se topó con una rival más fuerte de lo que esperaba en las elecciones municipales de Madrid. Se puso dura, y eso no le resultaba difícil, y aseguró que Manuela Carmena iba a poner en marcha una red de soviets que controlarían la vida de los madrileños como si fueran personajes de 'Doctor Zhivago'. Aguirre se estampó contra la imagen de Carmena en un célebre debate y se quedó sin la alcaldía de la capital de España que casi parecía garantizada por derecho divino para el PP.
En Ciudadanos, no están atentos a la hemeroteca. En el debate de los candidatos al Ayuntamiento emitido por Telemadrid en la noche del miércoles, Silvia Saavedra –que sustituía a Begoña Villacís, aún convaleciente tras su parto de hace unos días– enarboló un retrato de Lenin para alertar de los peligros que vienen. La imagen estaba de lado, con Lenin no muy amenazante al estar tumbado, pero hay que tener en cuenta que Saavedra estaba muy nerviosa. Bastante con que no la puso al revés.
Cada vez se lo ponen más difícil a los candidatos de Ciudadanos. Deben presentar su programa, resultar convincentes, criticar a los rivales, ajustarse al tiempo y además dar salida a todo el repertorio de carteles que prepara su departamento de atrezzo electoral. La idea le gustó a Albert Rivera y ahora todos tienen que presentarse en los debates como buenos soldados con la cartelería bajo el brazo.
No está claro por qué lo que no le funcionó a Aguirre le puede servir ahora a Ciudadanos. Meter miedo con el izquierdismo de Carmena resulta algo difícil de entender cuando precisamente Ahora Madrid ha sufrido una escisión por la izquierda.
Para dejarlo claro, Carlos Sánchez Mato –candidato de Madrid en Pie– mandó un recado a Carmena cuando se hablaba de posibles pactos: “No vale de nada ponerse la etiqueta de ser de izquierdas y luego hacer la política del señor Montoro”. Sánchez Mato fue concejal de Hacienda con Carmena hasta que fue cesado por querer ir a la guerra contra el Ministerio de Montoro por las restricciones de gasto impuestas al Ayuntamiento. Mato se estaba guardando el comodín de Montoro y lo soltó cuando más daño podía hacer.
Carmena ya no era la abuela que desarmó a Aguirre con una sonrisa y los mejores deseos. Ni presentó a una candidatura formada por partidos y organizaciones sociales de muy distinto origen. “Soy una persona completamente independiente. He elegido al equipo de gestión que necesito”, dijo. Las dos cosas son ciertas. Es la líder del Partido Carmenista que está cerca de repetir en la alcaldía.
Carmena salía con varios cuerpos de ventaja en el debate, a pesar de que no se han cumplido todas las promesas hechas hace cuatro años. Tras la explosión de la deuda provocada por las grandes obras puestas en marcha por el Partido Popular, la ciudad estaba preparada para una pausa de varios años. Tampoco tenía otra opción. A los políticos se les llena la boca diciendo que en el Ayuntamiento se hace la política mas cercana para el ciudadano y por tanto la más importante, pero la realidad en España es que las instituciones locales viven a merced de las decisiones que toman el Gobierno central y los autonómicos. Sobre todo, en cuestión de pasta.
La alcaldesa dijo que se han contratado 800 operarios de limpieza más en su mandato. También es cierto que no ha lucido mucho. Las ciudades españolas de entre 100.000 y 500.000 habitantes están mucho más limpias que Madrid. En la capital de España, hay más papeleras que semáforos. En realidad, hay más papeleras que casi cualquier otra cosa. Es también cuestión de clases: “Se invierte en limpieza en Argüelles el doble que en Carabanchel”, dijo Sánchez Mato. En el primer barrio vive gente con mucho dinero. En el segundo, no. Por eso, Carmena prometió que a partir de ahora “se limpiará igual todo” con 3.000 operarios más.
José Luis Martínez Almeida, del PP, demostró las virtudes en época electoral del político con experiencia. Rentabilizó sus años de líder de la oposición mostrando una seguridad y un aplomo del que carecieron Pepu Hernández y Silvia Saavedra. El primero pasó una buena parte del tiempo de sus intervenciones echando la vista a los papeles. Cuando no lo hacía, tampoco parecía que lo que decía lo hubiera escrito él. Es lo malo de fichar famosos, gente conocida por sus éxitos en actividades que poco tienen que ver con la política.
En las librerías, se pueden comprar muchos libros sobre liderazgo y trabajo en equipo escritos por figuras del deporte, muchas de ellas de una fama ganada con toda justicia. Ser candidato a diputado o alcalde es otra cosa. El votante espera algo más que generalidades, sino propuestas bien articuladas sobre vivienda, impuestos, limpieza o transporte. La gente se burla mucho de los candidatos en los debates, pero ser político en campaña es mucho más difícil de lo que creen.
El problema de Almeida es que las encuestas dicen que sólo lo conoce en torno al 60% de los madrileños. Y es complicado votar a alguien al que conoces poco o nada. La marca del Partido Popular vive además en Madrid su peor momento en décadas, como se vio en las elecciones de abril.
La alternativa de las tres derechas fue prometer cosas y que los madrileños pagarán menos para conseguirlas. Bajarán el IBI y todo lo que suene a impuesto. Almeida ha prometido hasta bajar las multas por aparcar en sitios prohibidos. Saavedra se comprometió a construir muchos aparcamientos disuasorios que serán gratis. Y además soterrar más vías de entrada a la ciudad, una de las obras públicas más caras que existen y con las que Gallardón arruinó a Madrid. Hubiera sido de mala educación preguntarle cómo se va a pagar. Lo mismo te atiza con el retrato de Lenin.
PP, Ciudadanos y Vox pintaron un retrato terrorífico de Madrid, una ciudad dominada por los okupas en una descripción que poco tiene que ver con la realidad. Saavedra abría los ojos como platos como si fuera a encontrar en su casa por la noche una banda de zombis ataviados con hoces y martillos.
El escenario catastrofista sirvió de poco a Esperanza Aguirre en 2015. Por alguna extraña razón, algunos piensan que hay que darle una segunda oportunidad. Carmena prometió progreso y sentido común. No suena espectacular, pero los alcaldes ganan la reelección en España con mucho menos que eso.
Nota: corregido el error de identificar como foto lo que era una ilustración de Lenin dando un discurso.
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