Televisiones de plasma, el Nokia “más potente del mercado”, “cojo-teléfonos”, iPod “con un huevo de potencia”, esculturas.... A los sueldos astronómicos, las dietas superiores a los mil euros por asistir a una reunión y las tarjetas 'black' a efectos fiscales, se sumaban los regalos con los que Caja Madrid obsequiaba a los miembros del Consejo de Administración, del Comité de Dirección, de la Comisión de Control e incluso a los 320 integrantes de la Asamblea.
Algunos de los regalos se sometían al visto bueno del presidente de la entidad, que incluso participaba en la elección, según se desprende de su correspondencia por email a la que eldiario.es tuvo acceso gracias a una fuente anónima derivada del Partido X. Los obsequios con los que Caja Madrid premiaba la fidelidad de sus consejeros y de los miembros del Comité de Dirección o de la Comisión de Control eran de lo más variado: desde reproductores Blu-ray hasta esculturas de Mariano Vilallonga.
Además de disponer de una “línea especial de crédito”, los 320 integrantes de la Asamblea de Caja Madrid cobraban 1.350 por cada reunión a la que asistían, como mínimo dos al año. Al finalizar esos encuentros, recibían un obsequio de la entidad. Los cargos públicos –como el actual secretario general, Pedro Sánchez, que se sentó en la Asamblea entre 2004 y 2009 como parte del cupo socialista en el Ayuntamiento de Madrid– no cobraban esas dietas por la Ley de Incompatibilidades, pero sí podían recoger los regalos.
“Los Consejeros Generales, miembros de la Asamblea pero no pertenecientes al Consejo ni a la Comisión de Control, cobran una dieta de 1350 € brutos por reunión (más el regalo, que es importante)”, explicó el secretario del Consejo de Administración, Enrique de la Torre, a su sucesor, Jesús Rodrigo.
¿Por qué eran importantes los regalos de los asambleístas? Porque Caja Madrid no escatimaba. “Voy a guardar las esculturas para la Asamblea de julio, y en la de junio vamos a regalar un ordenador portátil Toshiba de 120 GB, pequeño, ligero y la leche”, comentó Enrique de la Torre a Blesa en un email en junio de 2009, en plena crisis financiera. “Y al Consejo/Comité/Comisión, además, un teléfono HTC con GPS. Creo que gustarán mucho y compras me los ofrece a magnífico precio”, añadió el secretario del consejo. “Adelante”, autorizó el presidente.
Unos meses antes, en la reunión de noviembre de 2008, los asambleístas recibieron un teléfono Nokia. “Para la Asamblea de noviembre regalaremos el televisor sony al Consejo, CdeControl y Comité y el telefono nokia a los CGenerales”, informó a Blesa el secretario del Consejo. “Para la Asamblea de tu reelección irá el iphone”, presumía. Uno de los dos archivos adjuntos de ese correo contenía la propuesta de obsequios institucionales para diciembre de 2008. Según ese documento, el Nokia N95 “más potente del mercado” costaba 413 euros y la televisión Sony, 356 euros.
“Te mando 3 IPod con radio y altavoces/reloj/despertador, con un huevo de potencia (7000 canciones). Recuerda que este es el regalo a la Asamblea y a la CdeControl”, le dijo De la Torre a Blesa en junio de 2007. Entre los asistentes a esas reuniones figuraba el actual líder del PSOE, como uno de los 320 asambleístas.
El entorno de Sánchez negó a El Huffington Post que recordara haber recibido todos esos regalos, aunque sí admitió “una televisión pequeña, un despertador, una cámara de fotos y algunos libros”. El nuevo código ético que han aprobado los socialistas impide a partir de ahora que pueda repetirse esta situación, ya que tiene un apartado concreto en el que prohíbe a sus cargos recibir obsequios que superen los 60 euros.
Entre los miembros del PP que formaron parte de la Asamblea y que recibieron los regalos, estaban la actual delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, el exalcalde José María Álvarez del Manzano y José Ignacio Echániz, entonces diputado madrileño y ahora consejero de Sanidad en Castilla-La Mancha.
Blesa recibió en su bandeja de entrada el presupuesto de unas esculturas realizadas por Mariano Vilallonga que iban a ser regalos de Navidad de la entidad. “Mira qué maravilla las ceras de Mariano para los regalos de navidad”, celebró De la Torre. 50 de esas figuras, que De la Torre había encargado unos días antes para entregar a los miembros del Comité de Dirección y del Consejo, costaban 26.750 euros. “Encargo la mitad del 3 y la mitad del 5 y a alguien le tocarán dos”, comunicó el secretario a Blesa, en referencia a las unidades y modelos ofertados.
También “alguno” de los consejeros se llevó dos regalos en la Navidad de 2007: “He seleccionado como regalo del Secretario para el Consejo, por Navidad”, explicó al presidente en un correo en octubre de 2007. “Obviously, como he pedido stock de más, ”alguno“ se llevará los dos”, apostilló. La calidad de los regalos era importante para el directivo de la entidad: “Por cierto, a mí me da el pálpito que las impresoras de fotos no van a gustar a la mayoría más que absoluta (y además la que te propone Gemma es demasiado barata para ser buena), pero up to you”, concluyó en ese mensaje.
¿Magnum a los directores? “Tan mal no estoy”
El trato que recibían los consejeros difería del resto de los cargos de Caja Madrid. Algunos, como José Antonio Moral Santín, entonces en Izquierda Unida, negociaron un incremento en sus dietas y todos recibían dádivas de mayor calidad. “Cuando me lleguen los cojo-teléfonos te los haré llegar: al Consejo y al Comite de Direccion les llegará a mediados de la semana que viene”, comentó De la Torre en un correo a su jefe.
El vino, que era un producto habitual en la presidencia, también fue uno de los regalos con los que premiaron a los consejeros por asistir a una reunión. “La gente de Compras nos ha pasado unas cuantas opciones de botellas en formato Magnum para regalar a los miembros del Consejo en Toledo. Les habíamos pedido que nos buscaran opciones de Rioja y Sauternes, porque la idea es regalar a cada uno dos botellas”, informó a Blesa una de sus secretarias al reenviarle un correo. Entre las opciones, había botellas de entre 46 y 1.200 euros (esta se descartó directamente por ser “carísimo”).
Blesa dejó claro que esa generosidad no se ampliaba a escalones inferiores del organigrama: “Yo no di instrucción alguna para enviar un Magnum a los Directores. Lo hablé con Juan Astorqui y me dijo que era cosa suya, las botellas que le sobraron de los regalos de Navidad. Tan mal tan mal no estoy”.