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El manual político de Tellado: no vale con criticar al rival, hay que destruirlo

Miguel Tellado en un pleno del Congreso el 4 de julio.

Iñigo Sáenz de Ugarte

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Hay pocas cosas más divertidas en política que recordar las órdenes estrictas que Alberto Núñez Feijóo dio a sus parlamentarios al poco de convertirse en presidente del Partido Popular. “Valoraré más una enmienda a los Presupuestos que un tuit ingenioso”, les dijo en mayo de 2022. Hay que huir de “la ansiedad por las reacciones rápidas”. “No creo en los circos parlamentarios”. “No [hay que] competir con los zascas y las palabras gruesas”.

Miguel Tellado nunca ha tenido problemas con la ansiedad. No le produce ninguna tensión sacar la recortada y abrir fuego en dirección a sus adversarios. Es lo que hizo en Galicia a las órdenes de Feijóo y para eso lo trajeron a Madrid. El caso de Begoña Gómez le ha ofrecido muchas oportunidades de lucir sus habilidades en las últimas semanas. Nunca le faltan temas. En el circo en el que vive Tellado, todos los días hay función.

Cuando Feijóo habló de la necesidad de “dignificar el parlamentarismo español”, pretendía distinguirse del estilo acelerado y agresivo de la dirección de Pablo Casado. Quizá quería abrir una nueva etapa en la oposición. Se le pasó rápido. El PP volvió pronto a apostar por denunciar al Gobierno de Pedro Sánchez como responsable de llevar al país a la ruina. Sin argumentos para cuestionar la situación económica, tocaba una oposición sin miramientos ni escrúpulos, y para eso el hombre perfecto era Tellado.

Nacido en Ferrol hace 50 años, Tellado participó en organizaciones estudiantiles de la izquierda cercanas al BNG, pero las cosas cambiaron cuando tuvo que buscar trabajo. Tras unos empleos no muy productivos, entró a trabajar con menos de 30 años como jefe de prensa del Ayuntamiento de Ferrol para un alcalde del PP y comenzó el ascenso. Pasó a ser años después jefe de gabinete de la Consejería de Trabajo y finalmente entró en el Parlamento gallego como diputado.

Feijóo lo adoptó y lo nombró secretario general del partido en Galicia. Necesitaba su contundencia en el papel de perro de presa de la oposición. Como un defensa central italiano de los años ochenta.

Con la elección de Feijóo como líder del PP, estaba claro que Tellado se plantaría pronto en Madrid. Se terminó haciendo con el puesto de portavoz parlamentario para sorpresa de Cuca Gamarra. En su estreno en entrevistas en televisión, dejó la impronta de su estilo. Le preguntaron por su pasado lejano en la izquierda, pasó de responder y terminó hablando de Hamás. ABC le llamó en un titular “el portavoz dinamitero” y seguro que le gustó. Sabe cómo manejarse con los explosivos.

Una de sus funciones actuales es decir aquello que Feijóo no se puede permitir por el fondo o las formas. Por ejemplo, para copiar los mensajes de Vox e intentar que no se hable de noticias que le perjudican. En enero, cuando se supo que el líder del PP en Barcelona se había reunido con dirigentes de Junts, Tellado propuso la disolución de los partidos por el delito de “deslealtad constitucional”, un concepto muy vago. La dirección del PP tardó menos de dos semanas en olvidarse de la idea y admitir que era un error que además se había explicado mal.

Más recientemente, Tellado volvió a inspirarse en Vox para proponer la intervención de buques de la Armada con la misión de impedir que los cayucos lleguen a las costas españolas. Otra improvisación de escasa viabilidad legal, porque los barcos militares tienen la obligación de socorrer a las embarcaciones que puedan estar en peligro, como recordó el jefe de Estado Mayor de la Defensa en 2020 cuando Vox propuso esa medida. Eso sin contar con que esos barcos tendrían que entrar sin permiso en las aguas territoriales de un país africano para devolver a los inmigrantes interceptados.

Lo curioso es que, después de que los partidos de izquierda criticaran duramente la idea, Tellado afirmó que la estaban utilizado como cortina de humo para que no se hablara de otros asuntos, que es precisamente lo que había hecho él mismo.

Cuando sale un tema del que no quiere hablar, esa es su respuesta por defecto. ¿Qué ocurre si se publica que el Gobierno de Rajoy ordenó a los comisarios que fabricaran pruebas contra los políticos independentistas? Tellado lo tiene claro. Es una “cortina de humo” creada por el Gobierno y su “entramado mediático”. ¿Qué pasa si el Gobierno apoya la investigación del genocidio de Gaza en La Haya? Evidentemente, es una “cortina de humo”. ¿La eliminación de los 'golden visa' para extranjeros con dinero? Otra “cortina de humo”. ¿Y si el Gobierno presenta un recurso ante el Tribunal Constitucional contra una decisión del Parlament? Sólo puede ser “una coartada y una cortina de humo”.

No se puede decir que el repertorio de Tellado sea muy variado. Pero en política no se dan premios a la originalidad. Lo importante es ser efectivo al sacudir al Gobierno. Los titulares los vas a tener igual.

La investigación del caso Koldo y del que afecta a Begoña Gómez han provocado intervenciones constantes de Tellado. Es lógico que el PP aproveche todas las noticias que puedan perjudicar al Gobierno. No tanto que lo haga dando por obvia la corrupción de altos cargos cuyos nombres ni siquiera aparecen en una investigación judicial. Con el caso Koldo, dio por hecho que Pedro Sánchez lo sabía todo cuando ni siquiera está imputado el exministro José Luis Ábalos que fue quien llevó al Ministerio a Koldo García, uno de los principales investigados de la trama.

Un asesor imputado y un exministro desacreditado no son piezas de caza mayor. Para el PP, sí lo es Francina Armengol, presidenta del Congreso y antes del Gobierno balear. En su caso, Tellado no se ha limitado a denuncias políticas, sino a mostrar su desprecio personal por Armengol con un estilo fuera de la cortesía parlamentaria habitual.

Molesto por que la portavoz de Podemos, Ione Belarra, criticó en julio a jueces y periodistas mencionándoles por su apellido, se levantó del escaño para decir a la presidenta que estaba “obligada” a llamar al orden a los que “ofendan a personas que no están aquí y no pueden defenderse”.

Tellado se refirió a los artículos 72.1 y 103.1. En ninguno de esos dos artículos, aparece nada de lo que dijo, más allá de una referencia genérica al decoro: “Cuando profirieren palabras o vertieren conceptos ofensivos al decoro de la Cámara o a sus miembros, de las Instituciones del Estado o de cualquiera otra persona o entidad”. Y lo del decoro Tellado lo interpreta a su manera.

Luego vino el bajonazo condescendiente: “Estamos llegando al verano y le pido que por lo menos aproveche el mes de agosto para leerse el reglamento [del Congreso] y consiga que se aplique”. Bajó el micrófono, pero se le escuchó decir: “La culpa es suya”.

La respuesta de Armengol fue: “Señor Tellado, le pido una vez más que se dirija con educación a la presidencia de esta Cámara”.

Ni siquiera se reprime en los lugares donde no hay público ni periodistas. Las reuniones de la Junta de Portavoces del Congreso se ocupan del funcionamiento cotidiano de la Cámara y de su calendario de plenos y comisiones. Tellado las utiliza para lanzar largos discursos políticos y deja perplejos y a veces enfurecidos a los demás portavoces, según ha contado El País. Con la misma agresividad que en un pleno y el mismo tono despectivo hacia Armengol. Todo es personal para Tellado. Cada cita es una oportunidad para mostrar desprecio a sus adversarios políticos.

Las imputaciones a la esposa de Sánchez es un regalo del cielo para él. Ha puesto en marcha todo su repertorio de insultos y ataques dando por hecho, como en el caso Koldo, que el presidente “lo sabía todo y lo tapó”. No hay que negarle que ha dado frases ingeniosas, como cuando dijo que “Sánchez y Begoña han convertido la Moncloa en un coworking”. Hay un cierto nivel de maldad que es imprescindible en la oposición.

Una polémica investigación judicial a Begoña Gómez en la que ni la Fiscalía ni la UCO creen que hay pruebas y basada en un listado de noticias presentado por organizaciones ultraderechistas ha sido suficiente para que Tellado dicte sentencia. Su defensa del juez Juan Carlos Peinado es tan apasionada como poco creíble. Donde no llegan las pruebas, valen las insinuaciones.

No dijo lo mismo al saberse que el novio de Isabel Díaz Ayuso había cometido delitos fiscales. “Es evidente que hay una cacería del PSOE contra ella”, dijo después de calificar de “asunto personal” la conducta de la pareja de la presidenta de Madrid.

Ayuso defendió a su novio y llegó a decir que se trataba de un ataque de “todos los poderes del Estado” y que era Hacienda quien le debía dinero a él. Eso es irrelevante para Tellado, quien destacó que estábamos ante... –eso que están pensando– “una cortina de humo” interpuesta por los socialistas.

Tellado es un profesional de lo suyo. “Los zascas y las palabras gruesas”, que tanto incomodaban a Feijóo en 2022, son los que le dan vida. Donde otros dudarían en algunos momentos, él ni se inmuta. Está en política para ocuparse del trabajo sucio en favor de su jefe. Y le encanta. Le embriaga el olor a napalm por las mañanas. Disfruta de cada minuto en que tiene que empuñar el lanzallamas. Que es casi todos los días.

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