Quito, 9 mar (EFE).- Las historias y memorias de los militantes de Alfaro Vive Carajo (AVC), la fugaz guerrilla que actuó en Ecuador a principios de los años 80, han quedado retratadas por primera vez en un libro del politólogo e historiador oral español Nicolás Buckley.
En “Los últimos guerrilleros del Ecuador”, Buckley reúne los testimonios de varios integrantes de esta guerrilla y analiza las razones que les impulsaron a formar este movimiento y la manera en la que vivieron su “rápido exterminio”.
También se enfoca en la posterior integración de varios de ellos dentro del movimiento del expresidente Rafael Correa (2007-2017) y el desencanto que experimentan algunos, en lo que ha llamado “un desencuentro con la modernidad”.
Buckley, que es profesor en la Universidad Europea de Madrid y ha residido varios años en Ecuador, reconoció en una entrevista con EFE que “a la sociedad ecuatoriana no le interesa mucho hablar de AVC, porque lo que crea son desavenencias y un malestar y rencores”.
“Parte de la sociedad piensa que quieres reabrir heridas. Es muy parecido a lo que pasa con hablar de ETA en España”, añadió el historiador, cuya tesis doctoral se centra en el conflicto vasco, con testimonios de la organización terrorista.
IMPLACABLE REPRESIÓN
Para el autor, lo más interesante de esta guerrilla que lleva el nombre del expresidente ecuatoriano Eloy Alfaro (1895-1901 y 1906-1911), “es el rápido exterminio que sufren sus dirigentes”.
“Me costaría encontrar una guerrilla en América Latina que se funda en 1983 y, 3 años más tarde, la mayor parte de la cúpula ha sido exterminada”, señaló Buckley, que recuerda que en ese momento no había una dictadura en Ecuador como las de Videla en Argentina o Pinochet en Chile, sino un Gobierno formalmente democrático, el del expresidente León Febres-Cordero (1984-1988).
El surgimiento de esta guerrilla en Ecuador se dio mientras sus vecinos de Colombia y Perú ya enfrentaban movimientos insurgentes.
“Para cuando nace AVC, en el Estado y en el Gobierno hay un imaginario ya en el que, si se planta una guerrilla en Ecuador, hay que acabar con ella de la forma que sea”, continuó.
EL M-19, SU REFERENTE
Si bien Alfaro Vive Carajo se fundó en el fragor del éxito de la Revolución Sandinista de 1979 en Nicaragua, su “hermano mayor” es el M-19 colombiano.
“Esta guerrilla colombiana está formada sobre todo por estudiantes de universidad, con un discurso político bastante alejado del marxismo ortodoxo y se discute el uso de la violencia. AVC bebe un poco de esta experiencia y eso hace que tengan cuidado a la hora de usar la violencia”, indicó Buckley.
Los miembros de AVC también tienen un origen similar, procedentes de sectores acomodados, lo que para el escritor los vuelve más interesantes para saber “por qué una persona de clase alta, o media alta, deja sus estudios y se va a la clandestinidad, sabiendo que es muy posible que acabe torturado o muerto”.
“En el libro se ve también cómo, sobre todo en la costa, hay personas de origen campesino”, pero esas jerarquías no se veían en la estructura de AVC, resaltó el autor.
“Había campesinos que podían mandar y había personas de clases urbanas acomodadas que tenían que obedecer lo que decían estos campesinos. Fue una experiencia muy interclasista”, agregó.
MODERNIDAD Y “DESENCANTO”
El escritor consideró que la irrupción de Alfaro Vive está muy ligada a la forma en que la modernidad se introduce en Ecuador, a partir de los años 70, con el primer “boom” petrolero, “cuando realmente empieza a entrar dinero en Ecuador y empieza a haber esas oligarquías”.
“Las periferias de Guayaquil y de Quito se ven excluidas de esa modernidad, hasta que llega Rafael Correa al poder. Creo que la Revolución Ciudadana es el primer intento serio de un Gobierno en Ecuador de incluir a las clases populares en el reparto de beneficios”, opinó Buckley.
En ese momento, los militantes de AVC ven en Correa unas premisas políticas muy parecidas a las suyas: soberanía, antiimperialismo, redistribución de la riqueza, justicia social... pero algunos acaban “desencantados”.
“No se desencantan con Rafael Correa, sino con un proceso de modernización donde el Estado también es un actor político que lleva a cabo unos procesos de dominación muy fuertes, con unas estructuras burocráticas y de clientelismo, que ocurren en América Latina y también en Europa”, explicó el autor.
“Creo que este libro puede contribuir mucho a la historiografía de Ecuador, porque es interesante que, justo cuando AVC entrega las armas en los años 90, el movimiento indígena coge fuerza. Hablar de AVC hoy en día es hablar de la izquierda ecuatoriana, de sus heridas abiertas, y de la necesidad de diálogo”, concluyó.