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El acuerdo de la Mesa del Congreso allana el camino a un entendimiento estable entre el PSOE y Unidas Podemos

Los detalles aún se están ultimando, pero en la Cámara Baja ya se asume que PSOE y Unidas Podemos harán valer su peso y unirán fuerzas para sumar una mayoría que les permita controlar la Mesa del Congreso en la legislatura que arrancará formalmente el próximo 21 de mayo. De los nueve componentes del máximo órgano de gobierno de la Cámara Baja, tres serán para los de Pedro Sánchez, que elegirá también la Presidencia, y dos para los de Pablo Iglesias. Los otros cuatro se los repartirán PP y Ciudadanos que, según han declarado, no tienen intención de ceder espacio a Vox. Este primer entendimiento entre los socialistas y el grupo confederal allana el camino para un futuro acuerdo estable para el Gobierno, cuya fórmula está todavía por decidir y que no se conocerá hasta después de las elecciones del 26 de mayo.

El acuerdo concreto para la composición de la Cámara Baja se anunciará en las próximas horas o días. Aunque ya se conocen algunos de los nombres que propondrán los partidos para integrar la Mesa –Adolfo Suárez Illana será uno de los representantes del PP–, la mayor parte de ellos siguen siendo secretos. Especialmente, quién ocupará la Presidencia del Congreso. Lo que no se ha puesto en ningún momento en duda es que ese puesto será para el PSOE. “No está siendo una negociación problemática. Va a pasar lo que pensáis”, señalan fuentes de Unidas Podemos a eldiario.es.

Ese “lo que pensáis” lo explicitaban este martes desde Ciudadanos y desde el PNV. Aitor Esteban daba por hecho en declaraciones a los medios el reparto 3-2-2-2 y señalaba que su grupo no participa de las negociaciones porque los cuatro grandes tienen diputados suficientes para ganar las votaciones. Los vascos acaban así con los rumores que les situaban en una posible negociación para lograr un asiento en la Mesa del Congreso a cambio de un hipotético apoyo a la investidura de Pedro Sánchez. Y, de paso, con los mismos rumores hacia ERC. En el plan del PSOE nunca ha estado ceder puestos a esas dos formaciones, aunque no se descarta que una de ellas pueda tener representación en la Mesa del Senado. El veto de los republicanos a Miquel Iceta en el Parlament, que en la práctica impedirá su nombramiento como presidente de la Cámara Alta, les aleja de esa posibilidad.

El secretario general de Ciudadanos, José Manuel Villegas, iba un poco más lejos en su apreciación ante los periodistas en el Congreso. “La mayoría de Gobierno quedará reflejada en la composición de la Mesa”, apuntaba el número dos de Albert Rivera.

Preludio de las negociaciones para el Gobierno

Las negociaciones para la Mesa darán paso, precisamente, a las que deberán determinar el próximo Gobierno de España. Unas conversaciones que se están llevando con discreción y que no emergerán hasta después de la convocatoria electoral del 26 de mayo. Así lo han explicitado tanto desde el PSOE como desde Unidas Podemos.

El lunes, Pablo Iglesias se mostró “convencido” de que formará parte del próximo Gobierno. Pero, inmediatamente, volvió al mantra que ya usó tras la reunión con Pedro Sánchez en la Moncloa: “El proceso será largo, se iniciará tras el 26M, implicará trabajar muchas horas y habrá muchísimas presiones”, sostuvo.

Un día después, Irene Montero apuntalaba en La Sexta este discurso. “Lo que España ha pedido es un Gobierno de coalición y progresista. Nosotros hemos trasladado esta propuesta y la iniciativa le corresponde al PSOE”, señalaba la portavoz del grupo confederal. Preguntada por la presencia de Unidas Podemos en diferentes escalas del Gobierno, Montero aseguraba: “No solo importa si te has comprometido con un programa electoral, sino si vas a sentar a las eléctricas para negociar una bajada en el recibo. Importan las agallas y la valentía para llevar a cabo esas políticas”.

La aspiración del PSOE siempre ha sido mantener el Gobierno en solitario al menos en el nivel del Consejo de Ministros, aunque no ha cerrado la puerta a la integración en escalafones más bajos. Tras el 28A se vieron tan reforzados por las urnas –con un crecimiento de 39 escaños– que defendieron el Ejecutivo monocolor. “Tenemos un respaldo más que suficiente para ser el timón de este barco que tiene que seguir continuando su rumbo”, afirmó la vicepresidenta, Carmen Calvo. El mismo mensaje envió el secretario de Organización, José Luis Ábalos: “Siendo la primera fuerza se nos debe respetar tener un gobierno socialista”. El ministro de Fomento en funciones dejó en “acuerdos con carácter programático” la posible entente con Unidas Podemos.

Sin embargo, el discurso ha variado en las últimas horas y Ábalos ha abierto la puerta a “otras formas de colaboración” con los de Iglesias: “Hemos dicho reiteradamente que nos queda una experiencia muy positiva, que nuestro propósito es renovar esa agenda y, a partir de ahí otras formas de colaboración habrá que ir concretándolas”.

A la pregunta de si ello supone que en el PSOE no descartan gobernar con Podemos, el secretario de organización socialista replicó que lo que no descarta son “niveles de colaboración”, informa Europa Press. Las palabras de Ábalos, que suponen un cambio notable en el discurso sobre los pactos postelectorales, se produjeron en Bruselas. Desde entonces, el silencio se ha impuesto en el PSOE. Aunque fuentes socialistas apuntan que hay avances con Unidas Podemos en cuanto a la negociación de los detalles parlamentarios, aseguran que cualquier pacto para el Gobierno se abordará “cuando acabe el periodo electoral”.

“Está congelado hasta el día 27”, dice uno de los más estrechos colaboradores de Sánchez en Moncloa, que insiste en que “la aspiración sigue siendo gobernar en solitario”. No obstante, también admite que las elecciones europeas, municipales y autonómicas dejarán un mapa que también puede influir en las negociaciones.

El relato que se hace desde Unidas Podemos es similar. Pero desde las filas de Pablo Iglesias se añade un matiz: “La balanza se ha inclinado hacia la izquierda. Será nosotros o Ciudadanos”. En Moncloa también aseguran que Sánchez tiene elegido a Iglesias como “socio preferente” frente a Albert Rivera.