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Más de la mitad de los municipios nunca han sido gobernados por mujeres durante la democracia

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Ana Requena Aguilar / Raúl Sánchez

Más de la mitad de los actuales municipios españoles, el 51,3%, nunca han sido gobernados por una mujer desde que se celebraron las primeras elecciones locales tras la muerte de Franco, en 1979. De los 8.131 ayuntamientos actuales, 4.179 han estado siempre gobernados por hombres o, lo que es lo mismo, nunca han tenido una alcaldesa.

El resto de municipios, 3.952, han tenido tanto alcaldes como alcaldesas, aunque también en estos los nombramientos de hombres han sido ampliamente mayoritarios. De los 93.675 alcaldes nombrados en municipios españoles desde las primeras elecciones municipales, solo 9.914 mandatos han recaído en mujeres, según la base de datos histórica de alcaldes del Ministerio de Política Territorial y Función Pública analizada por eldiario.es. Unos datos que muestran hasta qué punto el poder político masculino ha sido la norma en nuestro país.


Más de la mitad de los municipios españoles solo han sido gobernados por hombres

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Mandatos de mujeres (1979-2019)

Tiempo en la alcadía (1979-2019)

Alcalde o alcaldesa de 2019

Hombre
Mujer

*No hay datos de 2019 para 60 municipios que no han celebrado el Pleno o no han enviado la información de su alcalde al Ministerio a 4 de julio de 2019

Fuente: Ministerio de Política Territorial


Si dedicarse a la política estatal y regional puede convertirse en la principal fuente de ingresos para alguien que se dedique a ella, no sucede así con la política local. En muchos casos ni alcaldes ni concejales de municipios pequeños reciben remuneración.

“Así que es un trabajo que se añade a las responsabilidades laborales y familiares. Como, desgraciadamente, las responsabilidades familiares no se encuentran equitativamente repartidas, esto ocasiona que las mujeres tengan una doble jornada laboral, la del trabajo productivo y reproductivo. La mayoría de mujeres tienen menos tiempo disponible, ya sea para la política o para cualquier otra cosa que se planteara hacer”, apunta la politóloga Silvia Clavería.

El compromiso político se convierte, por tanto, en una “triple jornada laboral”. La falta de tiempo y la sobrecarga de trabajos y tareas hace, además, que las mujeres no estén presentes en ámbitos informales donde aún se toman decisiones, también políticas. 

Los partidos políticos también tienen su dosis de responsabilidad. Tradicionalmente, las cuotas y la paridad han sido conceptos más y mejor asumidos por los partidos de izquierdas. “La idea de la paridad ha sido una propuesta política de reparto del poder que ha sido incomprendida por la derecha. O no la ha comprendido o la ha rechazado”, dice la directora del Centro de Estudios de Género y Feministas de la Universidad de A Coruña, Rosa Cobo, que señala la resistencia conservadora a asumir y aplicar medidas para repartir el poder. 

“Principalmente son los partidos de izquierdas los que tienden a aplicar cuotas voluntarias, tanto en el ejecutivo del partido, como en las listas electorales, por su compromiso con la igualdad. Por ejemplo, PSOE, Unidas Podemos, la CUP o ERC tienden a realizar listas cremallera. Pero, muchas veces, cuanto más descentralizada está la creación de la lista electoral, más difícil es para los partidos hacer valer este principio de igualdad, y más sujeto a las idiosincrasias locales”, refuerza Clavería.



Los datos son aún más desiguales en la España rural. Conforme aumenta el número de habitantes, aumentan los municipios que sí han tenido alguna vez una mujer al mando. El 38% de las ciudades de más de 100.000 habitantes nunca ha sido gobernada por una alcaldesa. El porcentaje sube diez puntos en las localidades que tienen entre mil y diez mil habitantes: el 48% siempre han estado lideradas por hombres.

“La segregación de espacios en los que el ámbito público era de los hombres y el privado, de las mujeres, a cargo de los cuidados, todavía se mantiene en el imaginario colectivo, y supone un freno muy eficaz, que se intensifica en los sitos más pequeños”, argumentan fuentes del Ministerio de Igualdad. Es, por tanto, en los municipios y en las zonas rurales o no urbanas que se extienden por la mayor parte de nuestro país donde la “preeminencia de los roles de género tradicionales” es más fuerte. “Ahí es todavía más complejo enfrentarse a ellos. Las presiones, las 'sanciones sociales', también la falta de estructuras, mantienen barreras que combinan techos de cristal con suelos pegajosos, también en la política”, añaden.

Por otro lado, a más tamaño del municipio, más poder para repartir y más posibilidades de que las mujeres ocupen espacios, aunque no siempre relevantes, señalan las expertas. La Ley de Igualdad obliga a que haya una representación de no más del 60% para un sexo y no menos del 40% para el otro en cada tramo de cinco candidatos de una lista electoral y en el cómputo global. Sin embargo, este requisito opera solo para los municipios de más de 3.000 habitantes. 

La presencia equilibrada de hombres y mujeres es hoy en día una exigencia que parte de la ciudadanía mira con lupa. Bien sea por convicción, bien por guardar las apariencias, los partidos tienden más que antes a cumplir con cierto equilibrio. Pero la vigilancia no es igual en todos los ámbitos, apunta Rosa Cobo, y eso hace que pongan más empeño en acercarse a la paridad y en colocar a mujeres en puestos visibles cuando se trata de las elecciones generales que cuando hablamos de las listas para pequeños pueblos o ciudades.  



Aunque los datos mejoran conforme los municipios ganan habitantes, aún hay decenas de grandes ciudades que nunca han tenido una alcaldesa. Es el caso de San Sebastián y Burgos, de casi 200.000 habitantes; León y Algeciras, de unos 120.000, y Ceuta, Melilla y Pontevedra, con cerca de 85.000 personas censadas.  

Desde el Ministerio de Igualdad señalan que históricamente las mujeres han estado fuera del poder “material y simbólicamente”. “Ejercer el poder no era solo una 'potestad' de los hombres, sino que ha sido una característica que definía la propia masculinidad. Más aún el ámbito político, que es el lugar por antonomasia del poder”, reflexionan. Por eso, opinan, hay que repensar el patrón cultural que opera alejando a las mujeres del poder, dotar de autoridad a las mujeres, visibilizar referentes y liderazgos feministas. 

Más allá del equilibrio en las candidaturas, para que una mujer llegue a ser alcaldesa tiene que ser cabeza de lista. “Y ellas aún están discriminadas para estar en estas posiciones, aun habiendo cuotas. Ellos, en general, son los dirigentes de los partidos en el plano local, porque se les atribuyen más características de ser buenos líderes, competitividad”, afirma la politóloga Silvia Clavería. Como también sucede en el mundo económico, los predecesores hombres tienden a ser mentores de otros hombres y a facilitarles el camino, mientras que las mujeres necesitan demostrar más experiencia política, y así la rueda sigue. 



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