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Los nacionalistas vascos siempre miran hacia fuera

José Luis Argiñano

Bilbao —

Iñigo Urkullu ha estado reunido al menos una vez con el primer ministro de Escocia, Alex Salmond. En el encuentro, ambos debatieron sobre las coincidencias entre la situación de Euskadi y la de Escocia. Sin embargo, durante esta campaña electoral, el candidato a lehendakari por el PNV ha evitado referencias directas a la independencia. De hecho, evita pronunciar la propia palabra independencia, y cuando se le pregunta sobre la situación en Gran Bretaña destaca que “lo importante” es que se ha alcanzado un acuerdo para preguntar a los escoceses sobre su futuro estatus político. Es decir, Urkullu se centra en la importancia del método, a través del pacto bilateral, más allá de que la consecuencia pueda ser la independencia.

El PSE-EE se ha mantenido un tanto alejado de esta cuestión, y las valoraciones han llegado a través de la portavoz del Gobierno vasco, Idoia Mendia, cuarta en la candidatura socialista por Vizcaya. Incidiendo también en el método, Mendia alabó que el proceso se haya iniciado con un pacto entre el Gobierno de Edimburgo y el de Londres.

“Y así es como deben hacerse las cosas en democracia, por la vía del acuerdo. No es comparable a la situación de Cataluña”. ¿Se podrá trasladar el proceso de Escocia a Euskadi? “Lo desconozco”, responde Mendia. Y matiza, ya más como representante del PSE-EE: “En todo caso, los socialistas son partidarios de la democracia con el cumplimiento de la legalidad, ya que la propia democracia lleva implícita en sus normas la posibilidad de celebrar un referéndum”.

Mientras, Laura Mintegi, de EH Bildu, se muestra mucho más efusiva. “¡Claro que tenemos envidia de Escocia!”. Es la candidata que de manera más directa se refiere al proceso independentista escocés.

Durante los últimos, al menos, veinte años, las referencias a conflictos soberanistas en el ámbito internacional han sido constantes desde la izquierda abertzale, y también desde Eusko Alkartasuna (ahora en EH Bildu) o incluso desde el PNV.

EN enero, el exprimer ministro irlandés Bertie Ahern recogió en Bilbao el Premio Sabino Arana 2011. El galardón fue para los seis mediadores internacionales (Ahern fue uno de ellos) que participaron tres meses antes en la Conferencia Internacional de Paz, en el Palacio Aiete de San Sebastián.

Es el reconocimiento anual de la Fundación Sabino Arana, del PNV. En 2002, el galardón fue para el mediador en los conflictos de Irlanda del Norte y Euskadi, Alec Reid; en 1997, para el Frente Polisario; en 1996, para el Gobierno del Tíbet en el exilio; y en 1995, para el proceso de paz palestino-israelí. De todas formas, ninguna fuerza política vasca ha buscado paralelismos directos con los conflictos del Sáhara, el Tíbet e Israel, o de Suráfrica, más allá de la aparición de Arnaldo Otegi en 2004 en el velódromo de Anoeta con una rama de olivo en la mano para escenificar la necesidad de separar la negociación política y la violencia de ETA. O de que en otra ocasión comparase a un preso de ETA que llevaba 25 años en la cárcel con el primer presidente de la Suráfrica libre Nelson Mandela

En cambio, la identificación de la izquierda abertzale con Irlanda del Norte ha sido continua, hasta el punto de presentar al propio Otegi como una especie de Gerry Adams, el carismático líder del Sinn Féin, impulsor del acuerdo de paz en la isla.

La vía quebecois también ha sido explorada en Euskadi, en especial por Elkarri, un movimiento cercano a la izquierda abertzale en su génesis, en 1992, y que defendió el diálogo multilateral para acabar con la violencia. También en este caso, como en Escocia, se alababa el respeto del Gobierno de Canadá a la decisión de los ciudadanos de Quebec.

Durante esta campaña, Laura Mintegi ha recordado el caso de Montenegro, proclamado independiente de Serbia el 21 de mayo de 2006 en un plebiscito y de manera pacífica (con el voto a favor del 55,5%), años después de la sangrante guerra en los Balcanes. Sin olvidar la mención de Venezuela o Cuba, muy criticada por el resto de partidos.

Pero quizá ahora, además de Escocia, la referencia más próxima sea Flandes. Próxima, porque está en el corazón de Europa, y porque además del sentimiento nacionalista, en Bélgica las diferencias económicas entre Flandes y Valonia acentúan el ansia separatista. En esta campaña, Mintegi ha llegado a declarar que Euskadi necesita la soberanía para salir de la crisis económica; es decir, la identidad ya no tiene por qué ser la única ni la principal razón para reivindicar la independencia de Euskadi.

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