Néstor Rego, la única abstención a los Presupuestos por la batalla de Alcoa
Una sola abstención. Néstor Rego (Vicedo, Lugo, 1962), el único diputado del BNG, el partido nacionalista gallego presente en la Cámara Baja, se descolgó de la imagen de unidad de acción que trataron de trasladar en todo momento sus colegas nacionalistas catalanes y vascos ante los Presupuestos Generales del Estado. Solo él del conjunto de 350 diputados del arco parlamentario optó por la abstención.
Las cuentas se aprobaron el pasado jueves en el Congreso de los Diputados gracias a los acuerdos logrados por el Gobierno con las principales fuerzas nacionalistas de Catalunya y Euskadi. Cesiones millonarias durante las negociaciones parlamentarias permitieron que ERC, PNV y EH Bildu dieran la semana pasada su 'sí' a las nuevas cuentas, sumándose a otros socios habituales del Ejecutivo como Compromís o Más País, que también las apoyaron.
Fuentes parlamentarias consideran que el Gobierno no puso el mismo empeño en la negociación con el BNG como el que mantuvo en sus conversaciones con ERC y EH Bildu por una cuestión meramente “aritmética”: el único representante del Bloque contrasta con los 13 diputados de los republicanos catalanes, imprescindibles para que las formaciones del Gobierno, PSOE y Unidas Podemos, alcanzaran la mayoría absoluta necesaria –finalmente los síes fueron 188, 12 más de los 176 imprescindibles–, y los 5 de EH Bildu.
Pero la razón de fondo de la abstención de Rego la explicó él mismo el pasado martes en rueda de prensa. Hubo una petición concreta que el BNG puso encima de la mesa de la negociación con el Ejecutivo y que este no quiso aceptar: la intervención de Alcoa para garantizar la continuidad de la planta que la empresa estadounidense de fabricación de aluminio tiene en la comarca de A Mariña (Lugo), un territorio movilizado desde 2020 en contra de su cierre. Hace un año se supo que la compañía pretendía clausurar la fábrica de aluminio primario –tiene otra, de alúmina, que no se ve afectada por este proceso–y enviar al paro a los más de 500 trabajadores de las instalaciones.
Tras meses de protestas y un intento frustrado de venta al grupo de origen británico Liberty House, este mismo lunes se conoció que Alcoa ha trasladado al comité de empresa de San Cibrao, en Cervo (Lugo), una propuesta de acuerdo que prevé ceses temporales de la actividad de la planta a cambio de “un permiso retribuido” a los trabajadores afectados y el compromiso de “no iniciar ningún despido colectivo por un periodo de cuatro años”. El comité de empresa ha convocado pleno extraordinario para estudiar la propuesta.
“Obrigado”: el guiño de Sánchez en la investidura
Rego exigió en sus conversaciones con Hacienda y con el portavoz del PSOE en el Congreso, Héctor Gómez, una mayor implicación del Gobierno que no consiguió, y por eso se abstuvo a pesar de reconocer los avances del Ejecutivo en cuanto a sus inversiones en Galicia después de las cuentas de 2021, en las que el diputado del BNG votó 'no'. “Simplemente la intervención pública de Alcoa justificaría que apoyáramos los Presupuestos”, aseguró el diputado del Bloque el pasado martes. También argumentó que el Gobierno sigue sin cumplir algunos de los compromisos suscritos con los nacionalistas gallegos para que su único diputado apoyara la investidura de Pedro Sánchez, en 2020.
Sus relaciones con el Gobierno se deterioraron desde esa elección, aunque ahora ambas partes confían en estar reconduciéndolas, si bien no fructificaron a tiempo para los Presupuestos. Sánchez quiso convertirlo en un socio más desde el inicio de su mandato, pero no lo consiguió, en parte por el clima en el que PSOE y BNG compiten en Galicia por el primer puesto de la oposición al PP de Alberto Núñez Feijóo, que acumula cuatro mayorías absolutas consecutivas. En los últimos comicios de julio de 2020 los nacionalistas desbancaron a los socialistas por primera vez como principal partido de la oposición a los populares.
En la sesión de investidura de siete meses antes, Sánchez había lanzado un guiño a Rego utilizando la palabra “obrigado”, que el diputado del BNG emplea en todas sus intervenciones parlamentarias, para agradecerle su apoyo. En portugués significa “gracias”. La palabra no está recogida oficialmente en el Diccionario de la Real Academia Galega –donde sí figura “grazas”–, pero es utilizada por los que, como Rego, son partidarios de un acercamiento de la lengua galega a la sintaxis portuguesa, los llamados reintegracionistas.
El parlamentario no es ni mucho menos un recién llegado al nacionalismo gallego de izquierdas. Con solo 15 años ingresó en Estudantes Revolucionarios Galegos (ERGA), con el tiempo vivero de cuadros políticos gallegos, no solo nacionalistas: el senador socialista Xaquín Fernández Leiceaga compartió militancia, y comparte generación, con Rego. ERGA era entonces el sindicato estudiantil vinculado la Unión do Pobo Galego (UPG), el pequeño partido autodefinido como “comunista y patriótico”, fundado en la clandestinidad en 1964 y que cimenta el actual BNG. Rego es ahora su secretario general. Alcanzó el puesto en 2012 al sustituir a Francisco Rodríguez, dirigente histórico que también fue diputado del Bloque en el Congreso entre 1996 y 2008.
Su etapa en Santiago sin grandes roces con el PSOE
Profesor de lengua y literatura gallegas, aunque licenciado en historia, Rego desarrolló su carrera profesional y política en Santiago de Compostela. Allí contribuyó, a mediados de los años 80 del siglo pasado, a la constitución de los Comités Abertos de Facultade (CAF), organización estudiantil que tomó el relevo de ERGA. Y allí fue donde tuvo responsabilidades de gobierno por primera y única vez: fue concejal nacionalista de Medio Ambiente y después teniente de alcalde entre 1999 y 2008, siempre bajo la alcaldía del socialista Xosé Sánchez Bugallo, con quien el BNG estableció entonces sucesivas coaliciones.
Su período en el Pazo de Raxoi –la sede del Ayuntamiento de Santiago, en la Praza do Obradoiro– no implicó grandes roces con el socio mayoritario, el PSOE, al que ahora critica con dureza desde la tribuna del Congreso. Tampoco se le recuerdan medidas especialmente audaces o significativas. En mayo de 2008, al inicio de su tercer mandato, abandonaba todos sus cargos en el consistorio compostelano por, explicó entonces, “razones estrictamente personales”. Rego volvió a su plaza de profesor y a la militancia de base.
Cuando en julio de 2012 asumió la secretaría general de la UPG, el Bloque vivía en un trauma. Apenas unos meses antes, durante su décimo tercera Asemblea Nacional, la organización se había partido prácticamente a la mitad. Uno de sus líderes más populares, Xosé Manuel Beiras, había encabezado una escisión que, tiempo después, acabaría desembocando en los experimentos de confluencia de izquierdas y nacionalistas electoralmente liquidados en 2020. El ala más moderada del BNG también decidió marcharse y acabar conformando Compromiso por Galicia, hoy una formación residual.
La UPG, con Rego al frente, se quedó al mando de la principal fuerza del nacionalismo gallego. La fulgurante ascensión y caída de lo que fueron las mareas zarandeó al BNG. Apoyado en una organización experimentada y disciplinada, resistió. Las mareas, no. En 2019, el Bloque –ya con Ana Pontón, también miembro de la UPG, de líder– echó mano de sus veteranos y colocó a Néstor Rego como candidato al Congreso por la circunscripción de A Coruña. El objetivo, recuperar la representación que había perdido en 2015 tras 19 años continuados con diputados en Madrid. No lo logró en abril, pero sí en noviembre.
Confusión sobre el independentismo del BNG
En Madrid ha cultivado cierta estridencia. Al acabar el primer confinamiento, que pasó en la capital del Estado, anunció que volvía a Galicia y sus compañeros le prepararon un recibimiento en la estación de tren de Santiago, ramo de flores incluido.
Aunque Rego votó a favor de la investidura de Sánchez, sus intervenciones lo sitúan, sin embargo, al margen del bloque de partidos que respalda al Gobierno. Y lo alejan de la imagen templada que busca proyectar Ana Pontón en Galicia. Incluso han causado alguna disfunción en la estrategia del BNG. Sucedió la pasada semana, cuando Rego reivindicó una “más pronto que tarde república gallega libre y soberana”. Solo habían pasado 20 días de la última Asemblea Nacional de la organización, en la que su cúpula aseguró no ser independentista.
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