ENTREVISTA Alberto Rodríguez, Secretario de Organización de Podemos

“No trabajamos para ver cómo le va mejor a Unidas Podemos, sino a la mayoría social y a esa le va mejor con este Gobierno”

Aitor Riveiro

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Alberto Rodríguez (Santa Cruz de Tenerife, 1981) accedió a la Secretaría de Organización hace poco más de un año, tras un batacazo electoral en las elecciones europeas, municipales y autonómicas de mayo de 2019. Un año en el que se ha producido una negociación fallida para un Gobierno con el PSOE, una repetición electoral y, ahí sí, el Ejecutivo conjunto, zarandeado casi inmediatamente por la mayor pandemia mundial en un siglo. Entre medias, este canario que dejó su bien pagado empleo en una petrolera para ingresar en Podemos, ha sido padre por primera vez.

Rodríguez recibió de Pablo Iglesias un encargo: profundizar en la implantación territorial y pacificar un partido sumido en mil batallas casi desde su fundación. “No hemos parado de tener fracturas, conflictos internos y encarnas electorales”, lamenta en esta entrevista con eldiario.es, que se celebra el miércoles, tres días después de los malos resultados cosechados en Galicia y Euskadi.

Diputado desde la primera legislatura de Podemos en el Congreso, con aquella foto icónica de un Mariano Rajoy anonadado mirando sus rastas y que la gente buscaba, sin éxito, en los kioskos canarios, aborda en esta charla el que ha sido el principal problema de Podemos desde sus orígenes. Tanto, que el responsable de Organización cree que ya se ha “generado una cultura militante”, una “cultura política” propia de Podemos que no entiende la militancia sin conflictividad interna. El ejemplo de Galicia el 12J es palmario, después de convertirse en 2016 en la segunda fuerza y tras cuatro años de guerra civil de todos contra todos, Unidas Podemos quedó fuera del Parlamento autonómico.

El dirigente de Podemos apunta a causas exógenas, como la pandemia y la alta abstención, pero no desdeña las propias. Aunque este vieres se reúne el Consejo de Coordinación (la ejecutiva) para un análisis profundo, Rodríguez añade a los mencionados otro problema irresuelto en Podemos: la falta de implantación territorial. Ahora se suma otro elemento a tener en cuenta: el Gobierno. “Sabíamos que estar en el Gobierno era un camino lleno de contradicciones y que electoralmente podía tener un coste”. Pero lo defiende. “No trabajamos para ver cómo le va mejor a Unidas Podemos, sino para ver cómo le va mejor a la mayoría social. Y a esa mayoría social le va mejor si nosotros estamos en el Gobierno”. Y en un ejercicio de autocrítica inusual, duda de la estrategia de hacer hincapié durante la campaña en los ataques de “las cloacas” contra el partido. “Esos son verdades como puños. Y es algo que ni se puede ni se debe ocultar en este país”, dice. Y a renglón seguido añade: “Mientras hablamos de las cloacas no estamos hablando de cosas muy importantes que se están consiguiendo en el Gobierno”.

Han pasado tres días desde las elecciones en Galicia y en el País Vasco, ¿han hecho ya una valoración dentro de Podemos de los resultados y de cómo se llegó a ellos?

Tenemos al final de la semana la reunión del Consejo de Coordinación [la ejecutiva del partido]. Ahí veremos de forma más profunda con las compañeras implicadas la autocrítica que tengamos que elaborar y cuáles creemos que son las causas y las consecuencias por todas y por todos conocidas. Hemos hecho análisis un poco a vuela pluma en estos días, pero el análisis en profundidad lo haremos en el órgano del partido, que es donde corresponde.

Pablo Iglesias el propio domingo por la noche hablaba de una derrota sin paliativos. En ese primer análisis a vuela pluma, ¿qué conclusiones sacan?

Si tuviera que dar una pincelada sin entrar muy en profundidad, creo que es evidente que el contexto de pandemia, baja participación, abstención a nosotros no nos viene bien. Como factores, digamos externos, yo creo que ese es el fundamental. Y como factores que tienen que ver ya más con nosotras directamente, en el caso de Galicia más acentuado que en Euskadi, el conflicto interno permanente. El grupo parlamentario estos últimos cuatro años ha vivido en un conflicto que además ha sido muy mediatizado, quizás no a nivel estatal, pero sí a nivel territorio. Y eso, a la vista de los resultados, afecta al voto del electorado.

Si nos vamos a lo más orgánico, a lo más organizativo, se evidencia algo que ya sabíamos, que tampoco nos coge de nuevas, y es que tenemos una implantación territorial muy pequeña. Llevamos poco tiempo, pero es una tarea pendiente. Tenemos que coger el toro por los cuernos y meterle mano con urgencia.

Ha planteado dos elementos que Podemos lleva arrastrando desde hace años y que siempre se señalan a la hora de hacer una autocrítica. Las peleas internas, la batalla casi permanente en algunos territorios. Y la falta de implantación territorial. Sobre la primera. Después de aquel Vistalegre II, del grito de unidad de los militantes, de haber hecho esa reflexión ya más veces. ¿Por qué no se logra una pacificación? ¿Por qué no se consigue corregir ese rumbo, cuando es algo que ya tienen muy analizado?

Yo creo que tenemos que irnos un poco al pasado, a los inicios, y hacer una mirada retrospectiva. Somos una formación que tiene cinco años de vida. En estos cinco años hemos pasado por más de 10 procesos electoral hacia afuera y por centenares de procesos hacia adentro. Podemos surge de una explosión de participación política ciudadana, de gente de muy diversa procedencia. Y una minoría de esa gente tenía algún tipo de bagaje o algún tipo de cultura política, de participación en asociaciones. Pero para una gran mayoría Podemos era su primera experiencia partidaria, su primera experiencia organizativa.

Y ese estar continuamente en elecciones, esa carrera electoral continua, y sobre todo a la interna, lo que suponen las primarias es que los debates internos se mediatizan, sales a las redes a dar batallas públicas que antiguamente se daban en los espacios organizativos de manera mucho más discreta. Todo eso ha generado una cultura militante. Yo diría que a día de hoy ya se puede afirmar que en Podemos hay una cultura política, un quehacer militante propio, que creo que tiene sus cosas buenas, evidentemente, pero también arrastra males. Y en Podemos, para mucha gente, la militancia no se entiende si no hay esa confrontación. Si ganas, te dedicas a protegerte de los que no ganaron; y si no ganas, te dedicas a intentar evitar que los que ganaron puedan desarrollar esa tarea. No estoy diciendo que sea generalizado, pero mentiría o no sería sincero si dijera que esto no es parte de la cultura organizativa de Podemos y es algo que tenemos que cambiar, porque mientras haces todo eso, evidentemente no estás haciendo trabajos hacia fuera.

¿Y eso cómo se cambia? Desde 2017 hasta 2019 ha habido un periodo de tiempo en el que ha habido menos procesos, menos necesidad quizá de afrontar procesos de composición de listas electorales, etcétera. Sin embargo, las batallas internas han seguido, ¿cómo se cortocircuita?

Creo que la respuesta a la pregunta inicial es que no lo hemos hecho porque hasta ahora no hemos podido, porque ha sido imposible. Aunque parezca mentira fue solo el año pasado cuando vivimos una de nuestras mayores fracturas, la creación de otra fuerza política dentro del espacio del cambio, dentro del espacio progresista del país. Eso, aunque parezca que fue hace muchísimo tiempo fue el año pasado.

A pesar de la situación política que hay en el país, de la pandemia y demás, nosotros nos encontramos orgánicamente hablando en una situación positiva o propensa a que podamos construir partido. Hemos hecho una asamblea ciudadana estatal, a pesar de la pandemia y con todas las dificultades que supuso, y 11 asambleas ciudadanas autonómicas. Tenemos un modelo organizativo totalmente nuevo que empodera a los círculos y a las bases, que elimina las primarias a nivel municipal como vector de generación de conflicto continuo. Y ahora va a ser la propia militancia en asamblea la que decida cómo se organiza y quiénes van a ser los equipos que dirijan el partido y demás

Fuimos valientes a la hora de implementar este modelo organizativo. La gente confió en él y el tiempo dirá si funciona, pero creo que se dan las condiciones óptimas para que por fin podamos tener implantación territorial y para que por fin el partido pueda crecer. Hasta ahora no lo hemos hecho porque realmente no ha habido la oportunidad. No hemos parado de tener fracturas, conflictos internos y gymkanas electorales. Echemos un vistazo a 2019. Empezamos el año con la escisión, dos elecciones generales, elecciones autonómicas y municipales. Digamos que la realidad no nos da tregua.

Cuando Podemos nace en 2014 se ofrece a la sociedad, como decía uno de los fundadores, Juan Carlos Monedero, como una nave nodriza con diversas confluencias y alianzas territoriales. Esa idea, que no se había puesto en práctica en España, se ha abandonado. ¿Tener implantación en cada uno de los territorios, una marca Podemos, es realmente necesario?

Yo creo que la realidad es tozuda. Si nosotros somos un espacio político y tenemos un proyecto político transformador, en el que no estamos nosotras solas, con más actores de la sociedad civil, necesitamos tener implantación territorial y también necesitamos, y esto no podemos esconderlo, representación institucional a todos los niveles.

Difícilmente vamos a poder tener un proyecto de país y un proyecto de gobierno a nivel estatal si no tenemos una red de concejales y ayuntamientos amplia, si no tenemos un gobierno autonómico que implemente muchas de las políticas de las que depende el Estado del bienestar, porque los gobiernos autonómicos gestionan educación, sanidad, vivienda... Para mí es algo tan obvio que me parece casi de perogrullo. Y el resultado de las municipales es clarificador. Hablo de memoria, pero creo que el PSOE está situado en 22.000 concejales. El Partido Popular, 20.000. Y nosotros no hay más que acercarse a la página del Ministerio del Interior y ver las cifras. La diferencia con el resultado de las generales crece exponencialmente y eso responde a que no tenemos estructura territorial. Siempre hablo de manera general. Hay excepciones muy honrosas y gente que está currando muy bien lo municipal, muy bien la política autonómica, pero la realidad organizativa es que no tenemos esa implantación.

Habla del PP y del PSOE, que son partidos de corte clásico, del siglo XX. Partidos de masas que organizan su estructura en un periodo histórico distinto. ¿Tiene hoy sentido esa estructura clásica de partido? ¿Se puede montar en 2020 una estructura de partido similar a la que tienen esos dos partidos?

No buscamos eso. Lo pongo como ejemplo porque creo que la comparación sirve para el análisis y para entender un poco lo que ha ocurrido, pero lo que nosotros buscamos es que haya grupo de personas, de militantes, organizados de la manera que sea –en Podemos son los círculos– que tengan capacidad de intervención en la realidad concreta de los territorios. De intervención social, que estén inmersos en el tejido comunitario y vecinal, que si hay conflictos laborales, la militancia esté presente ahí en ese conflicto y esté apoyando codo con codo. Que estén en el tejido cultural, en el deportivo.

No para manejar a la sociedad civil, ni mucho menos. Nuestra aspiración es simplemente formar parte de esa sociedad civil organizada. Nosotros no somos un ente diferente. No existe un pueblo y aparte está Podemos. Nuestra militancia es parte de ese pueblo. Nosotros creemos que nuestro futuro como fuerza política, como espacio político, pasa por que empujemos a que cada vez la sociedad esté más organizada. Eso es lo que buscamos. Y eso requiere que la gente no esté solo organizada en las grandes capitales, requiere llegar a todos lados de manera capilar, que es muy diferente a lo que tienen el PP y el PSOE.

Vamos a volver al análisis de la campaña. Uno de los ejes de la campaña fue la gestión del Gobierno de coalición. ¿Creen que estar en el Gobierno con el PSOE en las condiciones actuales, con la distribución de diputados que hay, les ha afectado negativamente a la hora de pedir el voto a los ciudadanos?

No sé si negativamente, pero no cabe duda que es complejo. Nosotros lo sabíamos, que era un camino lleno de contradicciones y que incluso electoralmente podía tener un coste. Quizás lo mejor para nosotros como fuerza política era situarnos en la atalaya de la moral y dar lecciones a todo el mundo desde afuera de cómo se tienen que hacer las cosas. Incluso era más rentable y lo hemos visto en los resultados el domingo con fuerzas que están instaladas en esa posición, de dar lecciones a todo el mundo, pero no mojarse. Pero nosotros creímos y creemos firmemente que es más importante estar en el Gobierno, aunque genere contradicciones, aunque genere dificultades, y aunque a corto plazo electoralmente puede que no nos vaya muy bien. Es importante estar en donde seamos más útiles para nuestro pueblo. Nosotros no trabajamos para ver cómo le va mejor a Unidas Podemos, trabajamos para ver cómo le va mejor a la gente trabajadora, a la mayoría social, y no tenemos ninguna duda de que a esa mayoría social le va mejor si nosotros estamos en el Gobierno.

Ahora bien, que la gestión que se está haciendo durante pocos meses con una pandemia mundial por medio y todo lo que ha supuesto, que eso tenga réditos a corto plazo y de manera inmediata en unas elecciones en un ámbito diferente al que gobernamos se ha visto que no es así. Incluso determinados, como se dice popularmente, sapos o determinadas contradicciones puede que sean usadas por otra fuerza para intentar restarte apoyo, en unas elecciones que digo que tienen un ámbito totalmente diferente, que tiene unos marcos mentales y culturales totalmente diferentes a las elecciones generales. No estamos arrepentidos de hacerlo y no creemos que esto responda solo a que estamos en el gobierno estatal.

Mientras hablamos de las cloacas no estamos hablando de cosas muy importantes que se están consiguiendo en el Gobierno

Otro de los elementos de la campaña han sido los ataques de lo que llaman las cloacas del Estado, de sus terminales mediáticas, de los ataques que dicen que sufre Podemos, algunos de ellos constatados por una comisión de investigación en el Congreso. ¿Creen que ha sido un error hacer hincapié en este elemento? ¿Que puede restar apoyo, atractivo a la propuesta política que hacen?

Esos son verdades como puños. Y es algo que ni se puede ni se debe ocultar en este país. Lo que ha ocurrido y lo que hemos visto en esta última semana que sigue ocurriendo es que desde determinadas estructuras del Estado, de forma completamente ilegal, se ataca y se fabrican noticias falsas y se vierte a los medios de comunicación todo tipo de patraña para dañar electoralmente a una fuerza. Yo creo que esto es innegable. Ahora bien, ¿qué problema tienes eso? ¿Qué problema tiene situar el marco comunicativo ahí? Que mientras hablamos de eso no estamos hablando de cosas muy importantes que se están consiguiendo en el Gobierno.

Voy a poner un ejemplo de algo que estoy tristemente convencido que muy poca gente sabe. Este Gobierno ha incrementado las becas y ha puesto la herramienta a las comunidades autónomas para que bajen el precio de las tasas universitarias para el próximo curso. Eso lo ha hecho este Gobierno y nosotros hemos hecho nuestro esfuerzo comunicativo, pero no llega a todo el mundo. Estoy seguro que hay muchísima gente, incluso afectados directamente, estudiantes, que no saben que un Ministerio en el que estamos nosotros ha hecho eso. Estoy poniendo un ejemplo, pero podría poner muchísimo de lo que hacen el resto de los ministerios. Para mí esto es el gran problema. Cuando hablas de lo otro, que es una verdad como un castillo, no estás dejando espacio para hablar de lo que realmente estamos consiguiendo para que la gente viva mejor.

Podemos está personado en múltiples casos contra el excomisario Villarejo y uno de ellos se le ha dado un poco la vuelta. ¿Cree que el giro que ha dado el juez en la pieza sobre el robo del móvil de Dina Bousselham les ha podido afectar también negativamente?

Si es que nosotros cuando nacimos y cuando empezamos a hacer política sabíamos a lo que nos íbamos a enfrentar. Cuando hablamos del régimen del 78, un régimen que vive una crisis a muchos niveles pero que sigue existiendo, no hablamos sólo de determinados partidos políticos, hablamos de una multitud de poderes, como el poder mediático, sin ningún lugar a dudas, o el Poder Judicial, sin ningún lugar a dudas.

Nosotros sabemos que jugamos siempre en terreno contrario y que cualquier cosa que sea susceptible de usar contra nosotros se va a usar. Nos hemos acostumbrado a vivir como fuerza política y hacer política, institucional y comunicativa, con esa realidad. Cuando se sacan portadas con respecto a un tema judicial con algo bastante confuso, que mucha gente nos transmite en la calle que ni siquiera saben muy bien de qué se está hablando, porque parece una maraña jurídica de un caso que cada dos días da un giro, eso al final creo que lo que busca es transmitir turbidez, que se oculta algo. Muchos de ellos quizás no buscan que la gente sepa exactamente qué es lo que ha pasado, sino buscan simplemente enturbiar y enfangar la realidad y la actualidad política. 

Es evidente que a nosotros no nos beneficia. Usando un símil futbolístico, los equipos que saben jugar bien al fútbol prefieren jugar en un césped bien cortado y en buenas condiciones. Los que van a impedir que se juegue y a dar patadas prefieren estar en una cancha llena de fango, de charcos y de piedras. Si estuviéramos en el césped podríamos estar hablando del ingreso mínimo vital. Podríamos estar hablando de que el Ministerio de Trabajo va a impulsar una ley para acabar con los falsos autónomos, para regular el trabajo a distancia. Podríamos estar hablando de las políticas que se han hecho en investigación o en Universidad. Podríamos estar hablando de la ley del solo sí es sí. Pero la realidad es que nos llevan al fango.

De Andalucía solo nos pueden llegar buenas noticias, más allá de cómo acabe el proceso con todas sus dificultades. Es el final del divorcio, por así decirlo

Hablábamos al principio de que uno de los problemas que detectan es una cultura del enfrentamiento que se ha generado dentro de Podemos. En los próximos meses van a tener que afrontar dos procesos internos que van a ser probablemente complicados, uno en Andalucía y otro en Cataluña. En el de Andalucía después de la salida de Teresa Rodríguez de la dirección de Podemos, no sé si todavía calificarlo como escisión porque no está claro cuál va a ser el resultado. ¿Cómo cree que hay que actuar para no abundar en esos enfrentamientos internos que se producen en el espacio del cambio?

Enmarco esos dos territorios dentro de una estrategia general. Creo que el principal reto, el principal hito organizativo que tenemos va más allá de lo que vaya a ocurrir en Andalucía o lo que vaya a ocurrir en Cataluña. Y es implementar el modelo organizativo. Fuimos muy valientes, es verdad que quedó un poco invisibilizado por la pandemia, pero nosotros le dimos un poder sin precedentes a los círculos, a la base de este partido. Tanto, que los círculos, la militancia, van a tener un tercio de la capacidad de decisión dentro de las direcciones autonómicas. Esto es histórico en Podemos, conlleva la elaboración de un censo actualizado para saber realmente con qué militancia contamos, y un proceso de empoderamiento militante. Si todo sale bien a finales de año habrá concluido.

En los casos andaluz y catalán la militancia hasta ahora ha vivido relegada porque la dirección de la organización estaba en manos de gente que tenía otro proyecto político. No estoy diciendo nada nuevo. Así ha quedado evidenciado ahora, por fin, después de mucho tiempo. En Andalucía hay una dirección que tiene a Podemos y a Unidas Podemos como su proyecto político estratégico. Por lo tanto, creo que de Andalucía solo nos pueden llegar buenas noticias, más allá de cómo acabe el proceso, con todas sus dificultades. Es, digamos, el final del divorcio, por así decirlo. Veremos a ver cómo finaliza el proceso. Pero afortunadamente es un proceso que se va a dar mucho en el marco andaluz porque ya tenemos una dirección democráticamente electa en Andalucía y será la dirección, con Martina Valverde a la cabeza, la que tomará las decisiones.

Habla de final de año, pero en Catalunya puede haber elecciones en cualquier momento. Podemos se presenta dentro del espacio de Catalunya en Comú, donde no siempre ha habido una buena coordinación y una buena conexión. Hay una nueva dirección, ¿llegarán a tiempo para que esté pacificado el espacio y poder presentar una alternativa sin el ruido habitual?

Tenemos muy poco tiempo y es verdad que las elecciones, que hay bastante evidencia de que van a ser en octubre, nos pilla en mitad de este proceso de empoderamiento de la militancia que permitiría que por primera vez los círculos, también de Podem Catalunya, estuvieran en los espacios reales de toma de decisiones y pudieron marcar línea. Aún así, tenemos una certeza. El equipo y el proyecto político que ganó las primarias en Catalunya de una manera absolutamente aplastante apuesta por fortalecer el impulso de la confluencia en Catalunya, de ese espacio político propio, con esa realidad diferenciada que hay con respecto al Estado.

Dice que en Andalucía la apuesta es por Unidas Podemos. Le quería preguntar por la coalición con Izquierda Unida. Su dirección emitió un comunicado el lunes y dijo que la apuesta por Unidas Podemos se mantiene vigente. ¿Opinan lo mismo en Podemos? ¿Esa apuesta que se hizo en 2016, que se ratificó más adelante y con problemas, sobre todo en 2019, en diferentes ámbitos autonómicos y municipales, es una apuesta firme?

Por supuesto que sí. Por supuesto que es una apuesta firme. Creo que el problema del espacio de Unidas Podemos ha sido el mismo que nosotros venimos arrastrando en nuestro propio partido. Y es el de construir por abajo. El pacto de los botellines estuvo muy bien, fue fundamental para que hoy en día estemos en la realidad que estamos, dentro de un gobierno de coalición después de muchos años en nuestro país. Pero es verdad que fue una construcción por arriba. Lo que nos falta, y en esto yo creo que coincidimos con los compañeros de Izquierda Unida, es fortalecer esos vínculos a nivel territorial, a nivel municipal, a nivel de comunidades autónomas, para que para que Unidas Podemos vaya teniendo más empaque, para que pueda intervenir políticamente en los territorios en conflicto de una manera lo más coordinada posible. Y eso es una tarea en la que estamos plenamente inmersos.

Ahora tenemos todo lo que son las asambleas de reconstrucción. Haremos un trabajo parecido en relación cuando lleguen los Presupuestos Generales del Estado. Estamos teniendo asambleas como Unidas Podemos con la sociedad civil. Ya las tuvimos con los profesionales sanitarios, con todo lo que tiene que ver con el mundo de nuestro sistema público de salud. Tuvimos también con todo lo que tenía que ver los profesionales de los cuidados. Y vamos a seguir teniendo a lo largo de esta semana. Nuestro objetivo político es construir una propuesta de reconstrucción para el país con la sociedad civil. Pero de manera simultánea fortalecer Unidos Podemos como espacio de trabajo conjunto y como espacio de intervención política.

¿Se van a crear dos estructuras paralelas? ¿Eso cómo se cristaliza? 

No es que sea incompatible, es que es complementario. Es deseable. Voy a un territorio como Andalucía, donde Izquierda Unida tiene una gran implantación territorial. Unidas Podemos existe en la medida en la que Izquierda Unida tiene implantación territorial en los sitios. Donde Podemos tenga una organización fuerte y a lo mejor los compañeros de Izquierda Unida, por el motivo que sea, no la tengan, el espacio de Unidas Podemos estará presente. Y si coincide en un mismo espacio, en un mismo territorio, que Izquierda Unida tiene una organización fuerte implantada y Podemos tiene una organización fuerte implantada, no cabe duda que Unidas Podemos está llamada a ganar políticamente, a tener una capacidad brutal de intervención en los conflictos, en la realidad social, laboral, económica y, por supuesto, en tener una fuerza multiplicada en la contienda electoral.

¿Pero con algún tipo de estructura concreta o simplemente una colaboración de los partidos?

Cualquier espacio que se genere. A nivel confederal, a nivel de las direcciones estatales, tenemos un espacio de coordinación y de trabajo de manera continua.

Eso es por arriba, ¿no? ¿Y por abajo?

Si esos espacios de encuentro se reproducen a nivel municipal, a nivel barrial, a nivel autonómico, a nivel insular, provincial, etcétera. Bienvenidos sean. Ojalá se reproduzcan. Para eso necesitamos nosotras, como Podemos tener una estructura fortalecida para poder aportar a esos espacios. Porque si en muchos sitios no tenemos implantación territorial y no existimos como partido, difícilmente podremos aportar a Unidas Podemos. Es una condición fundamental de existencia que Podemos esté fuerte y que IU esté fuerte. Y más fuerzas que se quieran sumar a nosotros. La intención de sumar todo lo posible al espacio del cambio sigue estando sobre la mesa. Todo el que quiera, claro.

¿Incluso quienes, como recordaba antes, hace apenas un año optaron por fundar un partido propio? Digo Íñigo Errejón o, por ejemplo, Teresa Rodríguez en Andalucía.

Entiendo que la gente que se fue de Unidas Podemos para crear otro espacio entendían que tenían unas ideas diferentes, que con un proyecto político diferente les iba a ir mucho mejor y que creen que las cosas se pueden hacer de otra manera. Pero de todas formas, en política todo da muchísimas vueltas. Estamos en julio de 2020. ¿Qué pasará en 2023? Eso nadie lo sabe. Es imposible adivinarlo. Si coinciden en lo programático y si tienen la misma visión de las cosas, de cómo intervenir en lo social, de cómo hay que conseguir que la gente esté lo más organizado posible, que haya cada vez más gente sindicada en lo laboral, que haya cada vez más gente sindicada en los sindicatos de inquilinas, que haya cada vez más gente en el movimiento feminista, que haya cada vez más gente en el movimiento ecologista... Si coincidimos en todo eso no parece descabellado, no parece una locura que podamos ir a un espacio de confluencia electoral. Pero ya digo, de aquí a 2023 creo que va a llover mucho.

La última, el comunicado del lunes de Izquierda Unida también pedía una inversión de recursos y esfuerzos en los territorios. ¿Ha absorbido en Podemos o en Unidas Podemos la estructura estatal demasiados recursos que tendrían que haberse destinado a los territorios?

Rotundamente no. Rotundamente no. Los recursos que entran a nivel estatal se gestionan a nivel estatal para generar una estructura estatal que cada vez más intentamos que revierta en los territorios con herramientas como El Cable, con herramientas como la Escuela Popular Paulo Freire, que son herramientas para la militancia que salen de los recursos estatales. Pero ahora bien, todos los recursos autonómicos que genera la organización se quedan y se gestionan de manera autónoma a nivel territorial. Y todos los recursos que genera la organización, que ingresa a la organización a nivel municipal, se quedan a nivel municipal y son gestionados a nivel municipal.

Ese no ha sido uno de los problemas. Otra cosa es entrar en el debate de si a lo mejor el equilibrio entre los recursos que se mueven en un ámbito y en otro debería ser diferente. Puede ser que haya militancia que lea esta entrevista y diga que en su municipio no le llegaban esos recursos. Eso ya responde más a situaciones de conflicto interno, a incumplimiento de los acuerdos, de los documentos, etcétera. Pero no a una intención de la dirección estatal de absorber recursos para generar una estructura estatal inflada. Y mi mejor carta de presentación para demostrar esto es la realidad. Hay muchos territorios que tienen una estructura parecida a la estructura estatal, siempre dependiendo de cuál haya sido el resultado electoral.

Entrevista completa a Alberto Rodríguez

Vídeo: Nando Ochando y Leonardo Ibáñez