A pesar de la gravedad del conflicto político y de las consecuencias que puede tener, en el PP no tienen problemas en reconocer que la situación de Cataluña les viene bien para la campaña electoral. Mientras en público alertan sobre lo serio de la situación, fuentes de la dirección admiten en privado que esa tensión territorial les beneficia mucho. El plan pasa por vender que solamente Mariano Rajoy puede evitar la independencia de Cataluña por su doble condición de presidente y candidato. Su partido se ha entregado a la tarea de extender esa idea y potenciar el papel más institucional de Rajoy.
Este lunes Pablo Casado simplificaba al máximo el mensaje. “Somos el partido de la Constitución y de la unidad de España. Nuestro gobierno y el PP es quien mejor la garantiza y quien mejor se enfrenta a los desafíos secesionistas”, aseguraba el responsable de comunicación de Génova. Tradicionalmente, los conservadores siempre se han apropiado de ese mensaje, pero la irrupción de Ciudadanos les obliga a subrayar que, pese a las coincidencias, hay una diferencia fundamental: que Rajoy ya es el inquilino de La Moncloa y el único de los candidatos con experiencia en altos cargos de la política y la Administración.
En cuanto a su habilidad para enfrentarse a un reto como el de la independencia de Cataluña, desde el PP hacen recaer todas las culpas en la herencia recibida de manos de José Luis Rodríguez Zapatero y su ya famosa frase a Maragall: “Pasqual, apoyaré la reforma del Estatut que apruebe el Parlamento catalán”.
“No tenemos solo a un candidato, tenemos a un presidente”, sentenciaba Casado después de admitir que en materia territorial, al PP y Ciudadanos “les une lo esencial”. Desde el partido, sus dirigentes y el comité de campaña ya han empezado a martillear con lo que será el mensaje más repetido de aquí al 20 de diciembre. “Rajoy y el PP harán todo lo necesario para salvaguardar la unidad. Créanle que con eso será suficiente”, pedía el vicesecretario.
Para reforzar el papel más presidencial de Rajoy, la estrategia pasa por convencer de que solo él controla el aparato del Estado para frenar la independencia. También por hacerlo aparecer como el máximo defensor del diálogo. Así, el presidente ha tenido en los últimos días una actividad inusitada en cuanto a recibir visitas en Moncloa. El miércoles, Pedro Sánchez; dos días después, Albert Rivera y Pablo Iglesias.
Este lunes, la agenda del presidente incluía hasta cuatro citas en un mismo día, algo muy poco habitual. Por la mañana era el turno de Alberto Garzón y Cristina Cifuentes. Por la tarde, otros dos presidentes autonómicos, Ximo Puig y Miguel Ángel Revilla. Aunque el valenciano había pedido con insistencia y sin éxito ser recibido por Rajoy para abordar la insuficiente financiación de su autonomía, la reunión se ha confundido con la ronda de contactos destinada a obtener consenso en cuanto a Cataluña.
Quien no parece que vaya a ser recibido por Rajoy es el presidente de Vox y candidato en estas generales, Santiago Abascal. El partido ha enviado una carta urgente a Moncloa para que le reciba “esta semana”. “Lo contrario no sería comprensible teniendo en cuenta que han sido convocados en esta ronda de contactos partidos nacionalistas como Coalición Canaria y Unió, este último colaborador directo hasta el último segundo del proceso de ruptura”, expresan en la misiva. Como solución, exigen que el presidente ponga en marcha “la aplicación inmediata” del artículo 155 de la Constitución.