Odón Elorza (Donostia, 1955) aparece periódicamente en los titulares. La mayoría de las veces, por ser una voz discordante que da quebraderos de cabeza a la dirección de turno del PSOE. Fue un verso suelto, incluso cuando él mismo formó parte de la Ejecutiva de Pedro Sánchez tras haber sido uno de sus principales defensores en la batalla frente al ‘aparato’ en las primarias de 2017. Rápidamente, pasó a un segundo plano y se quedó fuera de la dirección en el 40º Congreso, que los socialistas celebraron cuatro años después. Ahora vuelve a las portadas, especialmente de la prensa vasca, al anunciar su intención de pelear por hacerse de nuevo con la alcaldía de la capital guipuzcoana, pero él mismo es consciente de que lo tiene difícil. Tendrá que batirse primero en primarias con la actual segunda teniente de alcalde, Marisol Garmendia, que tuvo su primer acercamiento a la política precisamente como su asesora en el Consistorio.
“Mi objetivo es abrir debate. Esta ciudad está muy amuermada y podemos morir de éxito turístico. Me he reunido últimamente con técnicos y colaboradores y he llegado a la conclusión de que no vamos bien. Eso me animó al menos a poder hablar”, dice en conversación telefónica con elDiario.es desde su terraza. Cumplida la edad de jubilación, uno de sus compromisos es renunciar al sueldo de alcalde si, primero, vence en la batalla interna y, después, los donostiarras vuelven a darle el bastón de mando que ostentó durante dos décadas hasta perder las elecciones en 2011. Esa rémora es la que señalan fuentes del partido en Euskadi todavía sorprendidas por el movimiento del diputado.
Elorza tenía pocas posibilidades de repetir en las próximas generales. Desde que ocupó el escaño en 2011, el vasco se ha convertido en uno de los parlamentarios más díscolos del PSOE. La última sonada ruptura de la disciplina de voto se produjo en la votación de los magistrados al Tribunal Constitucional pactados por Sánchez y Pablo Casado. Elorza votó ‘no’ a la idoneidad del polémico Enrique Arnaldo, propuesto por el PP, después de haber sido muy crítico con él durante su comparecencia en la comisión.
Diputado del “no es no” que se revolvió contra Sánchez
Aquella decisión, que le costó 600 euros, se produjo poco después de salir de la dirección socialista. Desde entonces, se ha sentido aún más libre de desmarcarse de la línea de Sánchez en temas como la ley de secretos oficiales que ha propuesto el Gobierno o con la brutal represión de la policía Marroquí a inmigrantes en la frontera de Melilla. El diputado ha usado su blog personal para cuestionar los cambios que el presidente ha imprimido en el partido y el Gobierno y le critica haber pasado página definitivamente del sanchismo de primera hora del que él formaba parte. En tándem con Zaida Cantera, Elorza fue uno de los representantes del “no es no” que más actos hizo por España apoyando al entonces descabalgado secretario general. Tras la victoria en las primarias frente a Susana Díaz y Patxi López, Sánchez designó a Elorza Secretario de Transparencia y Democracia Participativa de una amplia Ejecutiva en la que el núcleo de poder rápidamente quedó reducido a un puñado de dirigentes entre los que no estaba el vasco.
Hasta aquel momento, no habían tenido apenas relación más allá de compartir bancada, pero el hoy presidente del Gobierno se rodeó principalmente de los 15 parlamentarios socialistas que rompieron la disciplina y votaron en contra de la investidura de Mariano Rajoy en 2016. No era la primera vez que el vasco lo hacía. Se abstuvo, por ejemplo, en el proceso de abdicación del rey negociado por Alfredo Pérez Rubalcaba con el Gobierno del PP. Es la aproximación a la monarquía uno de los temas en los que más disiente con la cúpula del PSOE.
Elorza encabezó la candidatura al Congreso por Gipuzkoa en 2011, tras perder la alcaldía de Donostia a la que accedió en 1991 al recibir el apoyo de PP y PNV, a pesar de haber quedado en tercera posición (por detrás de Eusko Alkartasuna y Herri Batasuna). Desde 1984 había sido diputado en el Parlamento vasco. Fue el primer y único alcalde socialista de Donostia durante cinco legislaturas, pero le arrebató el puesto Juan Carlos Izagirre, candidato de una EH Bildu por aquel entonces recién nacida.
Una alcaldía en pleno terrorismo
A lo largo de sus 20 años como alcalde, logró modernizar el atractivo de una ciudad considerada desde hacía décadas como uno de los más importantes destinos turísticos de la burguesía española y europea. Una de sus grandes apuestas para ello fue la cultura, con la renovación del Palacio Kursaal, diseñado por Rafael Moneo; la ampliación del Museo San Telmo; la reforma del Teatro Victoria Eugenia; y la regeneración de Tabakalera. También consiguió que la ciudad fuera Capital Europea de la Cultura en 2016, al considerar el rol de la cultura para la regeneración de la convivencia y la resolución de los problemas sociales derivados del terrorismo, algo para lo que el Festival de Cine de San Sebastián jugó un papel muy importante.
Sobre el terrorismo que vivió la ciudad bajo su mandato, Elorza recordaba en un texto escrito por él mismo tras dejar el Ayuntamiento la “asfixia” y la falta de libertad que él mismo percibía. “Durante aquellos 20 años permanecí escoltado y mi vida careció de libertad, con movimientos muy restringidos. Sentía la asfixia de no poder respirar en libertad, algo que también sentí en los años finales de la dictadura franquista. Pensaba que aquello no acabaría nunca (...). Mi vida está salpicada de cicatrices por los atentados contra ciudadanos y amigos como Enrique Casas, el General Garrido, Jose Antonio Santamaria, Gregorio Ordoñez, Ernest Lluch, Fernando Múgica, Froilán Elespe, Juan Mari Jauregui, Alfonso Morcillo, José Ramón Recalde, José Luis López de Lacalle, entre otros muchos”, sostenía.
En aquella carta, publicada en 2016, recalcaba que de aquella etapa se queda con el aprendizaje de que “solo desde las más profundas convicciones democráticas y desde la pasión por la libertad se puede sujetar el miedo”, ya que “son las convicciones las que no te permiten huir”. Elorza reconocía en esas frases no haber estado a la altura de las circunstancias ni, en ocasiones, “a la altura de lo esperado de un alcalde demócrata y comprometido con la defensa de los derechos humanos”. “También tuve silencios y ausencias. Y me dejé llevar por la prudencia y por una falta de coraje cívico”, lamentaba.
Una de las imágenes que queda de aquella etapa es su enfrentamiento con un grupo de proetarras que incendiaron un autobús en 1992 al grito de “Cobardes, no tenéis vergüenza”. Ha sido precisamente su discurso sobre el fin de ETA el que ha dejado uno de sus momentos más notorios en el Parlamento: “Ya está bien, dejen de utilizar a las víctimas del terrorismo, que son de todos, para atacar al Gobierno de izquierdas, para denigrar un presupuesto [le dijo a las bancadas de la derecha durante un debate]. No sean tan miserables, dejen ya en paz el terrorismo de ETA. ETA desapareció, ETA no está aquí, aquí no hay terroristas. Ya está bien. Aquí lo que hay es franquistas y unas derechas de vocación golpista”.
Ha sido con otra carta, lejos ya de la sombra del terrorismo, con la que ha anunciado su deseo de volver a tomar las riendas de una ciudad a la que no ha dejado de mirar desde la distancia. Una capital acechada por grandes problemas de vivienda, con alquileres inasumibles y un turismo de masas en alza que empeora cada año la situación ante el descontento de los ciudadanos. “San Sebastián necesita liderazgo y una idea clara de ciudad para afrontar, sin más retrasos, los retos en vivienda pública para jóvenes y familias, la cohesión social en los barrios, las políticas de sostenibilidad y emergencia climática, la naturalización de la ciudad, la innovación cultural y la identidad de ciudad, una movilidad no improvisada, la regulación de la marea turística desde una respuesta integral y la planificación de las políticas de suelo frente a intereses particulares; así como una defensa de la calidad de los servicios públicos que ofrecen las administraciones”, ha recalcado para agitar un tablero en el que no ha pillado por sorpresa a la actual 'número uno' socialista en el Ayuntamiento. Garmendia ha asegurado haberlo visto “últimamente” como espectador en un pleno de política de vivienda del Consistorio.
A pesar de ello, y de que la pugna por la candidatura a la Alcaldía no se confirmará hasta que el 14 de septiembre arranque el proceso de primarias, la también teniente de alcalde ha arrancado su campaña personal destacando que quiere convertirse en la primera mujer alcaldesa de Donostia y criticando que no es tiempo de “política vintage”. “Cada uno tiene su sitio y su tiempo y ahora me toca a mí”, ha concluido.