Qué opinan los partidos sobre las Marchas de la Dignidad y los disturbios

Preguntas:

1. ¿Qué piensa de las reivindicaciones de las Marchas por la Dignidad?2. ¿Qué opina de la violencia tras la manifestación?3. ¿Considera que fue correcta la actuación policial?

Conrado Escobar (PP):

1. Como cualquier otra manifestación, mi respeto y mi deseo de que cualquier manifestación o concentración en España, como viene siendo habitual, se pueda celebrar en condiciones de respeto y convivencia; sin violencia de ningún tipo.

2. Cualquier violencia es inadmisible e intolerable, mucho más cuando se escuda en manifestaciones bienintencionadas. Todos los demócratas debemos mantener una postura de tolerancia cero frente a cualquier comportamiento violento en nuestras calles, sea cual sea su disfraz ideológico. La violencia es siempre inadmisible.

3. Sí, fue correcta. Estadísticamente, tenemos la satisfacción de que, pese al elevado número de manifestaciones en los últimos meses, el comportamiento policial ha sido siempre profesional y proporcionado. Contamos con las mejores Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del mundo y no podemos ni debemos tolerar que se las ofenda, que se les amenace o que se las agreda, porque son agresiones que nos hacen a todos.

Antonio Trevín (PSOE):

1. Fueron una llamada digna de elogio en defensa del Estado de bienestar y la dignidad ciudadana y de rechazo a la pulsión autoritaria gubernamental, por la fractura social a la que nos conduce el Gobierno del PP con sus recortes del primero y sus leyes para amordazar la libertad de protesta, la libre expresión y la mercantilización de la seguridad pública.

2. Inasumible y radicalmente condenable en un sistema democrático. Los grupos, minoritarios, pero organizados, que los provocaron no merecen más que un rechazo contundente, además de la obligación de tener que responder ante el Estado de derecho, que deberá aplicar todo el peso que nuestro sistema legal contempla para estos casos. Fueron muy expresivas, a este respecto, las llamadas de atención que recibieron de algunos manifestantes exigiéndoles que depusieran de inmediato su actitud.

3. Lo que se evidenció fue insuficiente preparación, muy poca coordinación y contradicciones escandalosas. El filtro inicial a las personas que participaban en las marchas fue desmesurado en unos casos e ineficaz, como se demostró posteriormente, con los violentos. En el desarrollo del operativo se evidenció una descoordinación peligrosa, incluso para manifestantes y policías, en diversos casos. En las explicaciones posteriores, la Delegada del Gobierno en Madrid exhibió contradicciones sobre qué tipo de órdenes se habían impartido a los policías que, por dejar a estos y sus mandos a los pies de los caballos, evidencian su falta de idoneidad para el cargo.

Hemos pedido la comparecencia del director general de la Policía, con carácter urgente, porque quedan muchos aspectos por aclarar.

Ricardo Sixto (IU-ICV-CHA):

1. Son reivindicaciones absolutamente justas, y con un amplísimo respaldo, que se oponen a las políticas suicidas de recortes del PP.

2. Queremos poner el énfasis en el desarrollo de las marchas y la mani. Centenares de miles de personas se manifestaron de forma pacífica y contundente contra el Gobierno. Se produjeron con posterioridad hechos violentos lamentables que no deben deslucir la manifestación.

3. Como ya han dicho los propios sindicatos, hubo gravísimos errores de coordinación. Se dejó a parte de los policías sin cobertura y coordinación. Los responsables policiales y del ministerio del desaguisado deberán dar cuentas de la descoordinación. Se dio una orden de cargar que nadie reconoce, se produjo el aislamiento de un grupo de UIP y luego, cuando pidieron refuerzos, no llegaron. Alguien tendrá que explicar esta cadena de órdenes.

Carlos Martínez Gorriarán (UPyD):

1. Cualquier reivindicación democrática debe ser respetada. Pero criticamos que ciertos sectores de la izquierda se estén dejando llevar por grupos antisistema muy pequeños que se apuntan a la tesis demencial y que están buscando una escalada de violencia que parece que pasa por ver si hay muertos. Consideramos importante este dato porque, de lo contrario, podría iniciarse una espiral dificilísima de corregir.

2. Los convocantes de la manifestación deben desmarcarse del empleo de la violencia con el que culminó la convocatoria. Hay que recordar que en los años de violencia callejera o 'kale borroka' en el País Vasco los convocantes de las manifestaciones no condenaban los incidentes que acababan siempre con ataques a los agentes policiales o al mobiliario urbano, y durante mucho tiempo se mantuvo la ficción de que esto no tenía nada que ver con los organizadores.

Hay que exigir a los convocantes que condenen las actuaciones violentas, que muestren su apoyo a la Policía, que tomen medidas preventivas para que no se manipulen sus convocatorias y que dejen claro su defensa del Estado de derecho. Si no, no tendrán credibilidad.

3. UPyD ya ha presentado la solicitud de comparecencia del ministro de Interior para investigar si se actuó bien o no, y una batería de respuestas por escrito pidiendo más información sobre dicha actuación. El Gobierno debe abandonar sus intereses partidistas y dejar de actuar como si esto no fuera con ellos porque su obligación es tomar las medidas oportunas para depurar todas las responsabilidades de los sucesos del sábado. Lo mismo que si hay brutalidad policial se exige al Gobierno que abra expedientes y depure responsabilidades, cuando la Policía es la víctima, debe hacer lo propio.

Joan Tardà (ERC):

1. Que son justas y necesarias. En un mundo donde parece que la especulación y los datos macroeconómicos todo lo rigen, son un toque de atención sobre la realidad que está dejando la crisis y las imposiciones de la troika, el FMI y el resto de actores que mueven los hilos para acabar con todo lo público.

2. Lamentable, hay que condenar cualquier acto violento venga de donde venga. De las leyes, de las instituciones o de un ciudadano. Además, como era de esperar, la ultraderecha mediática ha utilizado los casos de violencia para buscar desprestigiar una protesta que, como decía, defendía propuestas justas y necesarias.

3. Parece que la actuación no fue correcta si como parece cargaron con el mitin todavía sin terminar y sin provocación de por medio, pero no conozco los detalles.

Joan Baldoví (Compromís-Equo):

1. Absolutamente justísimas, y tienen todo mi respaldo. Pienso que la gente debe despertar porque estamos entrando en una situación de emergencia.

2. Me entristece que tres días después hablemos de la violencia y no de los problemas que tiene la gente y que les llevan a caminar tantos kilómetros. Quiero denunciar que el ambiente previo a la manifestación fue calentado por el PP en los días previos.

3. No debió de ser muy correcta cuando hasta los agentes lo dicen. Yo he hablado con gente que me cuenta que se sintió desprotegida el sábado. Y los agentes deben proteger a los manifestantes y apartar a los grupos violentos. Yo achaco los hechos que se produjeron a los mandos policiales.

Pablo Iglesias (Podemos):

1. Expresaban unas reivindicaciones difícilmente rebatibles por nadie: auditar una deuda ilegítima e impagable (ahí está el ejemplo griego, o de los países latinoamericanos), derecho a una vivienda, derecho a una vida digna en nuestro país. Son demandas muy sencillas y comprensibles, que están siendo atacadas por una ofensiva de los que más tienen, que nos dicen que nos apretemos el cinturón mientras ganan más que nunca.

El Gobierno, de hecho, ha tenido muchas dificultades para responder a este clamor. No sólo por el número de manifestantes, sino porque conectan con el sentir generalizado. Las marchas tienen razón y no porque lo diga yo, sino porque sus demandas están en las conversaciones diarias.

2. La mejor política contra los disturbios sería dejar de empobrecer, robar, desahuciar, maltratar y mentir a la gente. Incluso corresponsales extranjeros se preguntan a menudo por qué aguanta tanto la gente en nuestro país. Nadie desea eso, pero están dejando a la gente asfixiada. Es normal que aumente la tensión cuando aumenta la desesperación. En todo caso, como el Gobierno no tiene ninguna respuesta política que dar al más de medio millón de personas exigiendo derecho a una vida y un futuro dignos en su país, necesita que hablemos de disturbios. Pues el drama de este país no son los disturbios, sino el paro, la corrupción, el empobrecimiento y el saqueo.

3. Es posible que algunos policías estén preguntándose si no han sido usados para fines privados del grupo gobernante, como rehenes de una estrategia para sembrar tensión, que esta vez se les ha ido de las manos. Les hicieron cargar contra una plaza llena de familias, niños y gente mayor mientras el coro de la Sinfónica seguía cantando. Casualmente, era la hora del telediario.

El Gobierno necesitaba hablar de orden público y tomó decisiones erróneas que suscitaron el rechazo de buena parte de los manifestantes. Pero el problema no es la actuación policial: es cuando en un país los gobernantes le tienen una mezcla de miedo y desprecio a su pueblo cuando éste está exigiendo empleo, vivienda, derecho a tener derechos.

Simona Levi (Partido X):

1. Las reivindicaciones de las Marchas por la Dignidad son, grosso modo, las mismas reivindicaciones justas que ya reunieron un gran consenso hace tres años durante el 15M. Estas grandes manifestaciones para recordar el gran consenso y acuerdo sobre unos mínimos comunes de justicia son necesarias, pero no suficientes si no nos damos cauces para articular soluciones concretas.

Muchos de nosotros participamos en las marchas a título individual, ya que pensamos que los “partidos” no deben aparecer con su “marca” en las luchas que se organizan desde la sociedad civil. Vemos como un reflejo de las malas prácticas de siempre cómo partidos y sindicatos, que son parte del problema, intentan cooptarlas como si fueran ellos la solución.

2. Los episodios de violencia sucedidos tras la manifestación son un buen ejemplo del desgobierno en el que vivimos. La obligación del Gobierno sería garantizar el derecho de la gente a manifestarse. En lugar de eso utilizan cualquier excusa o comportamiento violento de unos pocos para utilizar la violencia contra manifestantes pacíficos, en vez de actuar para garantizar sus derechos.

3. Las evidencias que estamos viendo de que las autoridades han presentado pruebas falsas para hacer pasar por violentos a los manifestantes suponen una línea roja que evidencia, una vez más, que la clase política utiliza a la Policía para destruir la democracia que la sociedad civil se esfuerza en construir.