Ortega Smith, el último superviviente del primer núcleo duro de Vox

Carmen Moraga

Madrid —
27 de octubre de 2024 22:11 h

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Santiago Abascal fundó Vox en 2014 y se rodeó de un grupo de dirigentes fieles al nuevo proyecto que le ayudaron a impulsar la formación de extrema derecha y a implantarla por toda España. Diez años después, de aquella primera etapa apenas quedan vestigios de los que formaron ese primer 'núcleo duro'. La mayoría de los que le acompañaron en su aventura o han sido depurados por Abascal o han terminado abandonando el partido.

La última en hacerlo ha sido Rocío Monasterio, la exportavoz de Vox en la Asamblea de Madrid, a la que Abascal decidió hace tan solo unas semanas apartarla de un plumazo como responsable de la formación en Madrid para sustituirla por José Antonio Fúster, a quien el líder ha empezado a encumbrar tras ponerle al frente de la portavocía nacional de la formación.

Al contrario que su marido –Iván Espinosa de los Monteros dejó su cargo de portavoz en el Congreso sin deslizar una sola crítica a sus compañeros o al propio Abascal– Monasterio dio un portazo recriminando a la cúpula de su partido la falta de democracia interna y el autoritarismo que preside desde hace tiempo todo en Vox. A su marcha hay que sumar muchas otras anteriores de dirigentes que ayudaron a Abascal o bien fundaron Vox, como Macarena Olona, la exeurodiputada Mazaly Aguilar, el médico y exdiputado Juan Luis Steegmann o Pedro Fernández, que fue el brazo derecho del propio Ortega Smith en el Ayuntamiento de Madrid.

Este último es, precisamente, uno de los pocos dirigentes que se mantiene activo y con cargos en el partido de extrema derecha, y eso que Abascal le despojó del cargo de vicepresidente y antes de secretario general para relegarle a simple vocal de la Ejecutiva en la última Asamblea Extraordinaria celebrada el pasado enero. Los fuertes rumores que había por entonces acerca de que el portavoz municipal de Vox y diputado por Madrid estaba intentando armar una candidatura alternativa a la de Abascal con un grupo de críticos quedaron entonces enterrados.

La maniobra fue interpretada como una eficaz forma del líder de Vox de abortar los supuestos planes que Ortega Smith siempre negó y de los que también se desmarcó Espinosa de los Monteros, cuya abrupta marcha sacudió los cimientos del partido de extrema derecha y destapó la lucha interna que había por su control entre dos facciones: la más 'liberal', encarnada por el propio Espinosa de los Monteros, y la ultraconservadora y 'opusiana' dirigida con mano férrea por el eurodiputado Jorge Buxadé, quien pese a perder también galones en el nuevo organigrama sigue al frente de la delegación de Vox en Bruselas y manejando los hilos de la formación.

Cuando Espinosa de los Monteros se fue, Ortega Smith se posicionó claramente del lado de su “querido amigo y compañero Iván”. En un mensaje en su perfil de X lamentó su decisión de dimitir, pero “mucho más las razones” que la habían provocado, sin especificar cuáles eran. Luego halagaba su entrega al partido: “Has luchado sin descanso desde la fundación de Vox con lealtad, con generosidad y con sacrificio. Aunque algunos no han sabido reconocértelo, la inmensa mayoría tenemos una impagable deuda de patriotismo contigo”. “Seguiremos luchando por los mismos principios y valores por los que juntos pusimos en marcha este proyecto al servicio de España y de la libertad. Siempre a tu lado”, se despedía.

El partido y el propio Abascal siempre han tolerado que el portavoz en el Ayuntamiento de Madrid fuera por libre, obviando sus críticas a la dirección, que no han sido pocas. Por ejemplo, cuando advirtió de que “el partido no podía ser una agencia de colocación de amiguetes”. Ese afán de outsider le llevó a ser relegado a un papel testimonial dentro de la formación. Tanto es así que en las últimas elecciones municipales Abascal dudó sobre si mantenerle como candidato al Ayuntamiento de Madrid, donde tampoco había destacado mucho su trabajo. Al final repitió, al igual que Rocío Monasterio como candidata a la Comunidad de Madrid. En las generales también logró mantenerse en la lista por Madrid, que encabezaba el líder, aunque pasó del segundo puesto al cuarto.

Sus constantes polémicas como portavoz municipal tampoco han pasado desapercibidas y no siempre han sido aplaudidas por los suyos. Desde su enfrentamiento con los 'manteros' a gritos en el Parque de El Retiro de Madrid, o con los okupas de un inmueble en un municipio madrileño –episodios que se encargó él mismo de subir a las redes a través de vídeos–, a plantar cara a la Policía Nacional hace ahora un año, durante las manifestaciones alentadas por Vox contra la ley de amnistía de Pedro Sánchez en la calle Ferraz –sede del PSOE–, a los que recriminó su actuación. “Os vais a quedar con las ganas de hacer detenciones”, increpó a los antidisturbios, a los que recomendó que practicaran “con el saco”. “Agentes, lo siento, pero hoy no vais a poder dar porrazos, os vais a quedar con las ganas. Yo me voy”, zanjó entonces.

La más sonada fue, sin embargo, la agresión al concejal de Más Madrid, Eduardo Rubiño, al que en un Pleno municipal le lanzó una botella de agua sobre sus papeles. Después, le espetó un “ahora, llora”, según contó luego el propio concejal de la izquierda. Todos los partidos, excepto Vox, exigieron a Ortega Smith que entregase su acta de concejal por su comportamiento “inapropiado” y “violento”. “Es un día muy triste y es una agresión inaceptable”, dijo el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, que cargó contra Ortega Smith al considerar que “no estaba ya capacitado para representar al conjunto de los madrileños”.  

Aunque su partido no se sumó a esa reprobación, tampoco hubo una férrea defensa a su persona. Vox, que había pedido poco antes la inmediata renuncia del edil socialista Daniel Viondi tras tocar varias veces la cara del alcalde de la capital en otro Pleno municipal –dimisión que el socialista materializó a las dos horas–, avaló su continuidad. Pero Abascal se limitó a reprochar al PP que hiciera “el juego al victimismo de la izquierda” sin una palabra de apoyo a su portavoz municipal.

En esta nueva legislatura Ortega Smith está intentando recuperar parte de su protagonismo perdido dentro de Vox. La reciente sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) que obliga al PP de Almeida a rectificar las restricciones impuestas en el Madrid Central le ha dado alas y oxígeno. El portavoz madrileño ha aprovechado para apuntarse el tanto, ya que fue fruto de una denuncia de su grupo municipal. Hace unos días se paseó por Madrid subido a bordo de una furgoneta con consignas contra “el Madrid Central de 'Carmeida'” –como sigue apodando al alcalde mezclando su nombre con el de Manuela Carmena– al grito de “Almeida, trilero, devuelve ya el dinero”.

Pese a todo no ha podido evitar desmarcarse de las amenazas de Abascal de romper con el PP en todos los ayuntamientos, además de desbaratar todos los gobiernos que compartían con los de Alberto Núñez Feijóo en varias comunidades autónomas.

En el Congreso también se le ve más activo, con furibundas intervenciones contra el PP y el PSOE, muchas de ellas sobre inseguridad ciudadana y contra la inmigración. Sin embargo, los que conocen los entresijos del partido señalan que Ortega Smith se mantiene ahí por su antigua amistad con Abascal, que no se atreve a removerlo. Además, destacan que el diputado y edil madrileño no tiene ya influencia en la dirección nacional como vocal ni se encarga de los asuntos jurídicos del partido como antaño.

Ortega Smith es el portavoz de Vox en la Comisión de Justicia y algunos de sus compañeros apuntan a él, entre otros, como responsable de que Vox apoyara la enmienda a la ley que convalida las penas cumplidas en el extranjero a quienes tengan condenas pendientes en España, de las que se beneficiarán también algunos presos de ETA. Tanto el PP como Vox acusaron después al Gobierno de “engaño”, pero no vieron problemas hasta ese momento e incluso defendieron la reforma tanto en la Comisión de Justicia como en el Pleno.

La abrupta marcha de Rocío Monasterio como portavoz en la Asamblea de Madrid ha dejado ahora a Ortega Smith como el último exponente de los 'históricos de Vox', aquellos que fundaron el partido y que poco a poco han ido abandonando al líder o han visto como este les relegaba en favor de otros dirigentes que, como José Antonio Fúster, se muestran fieles a la nueva dirección.

A Ortega Smith le quedan casi tres años de legislatura por delante, pero pocos pondrían la mano en el fuego porque un buen día no se hartara y decidiera seguir los pasos de los demás compañeros que fundaron Vox y han sido ninguneados por Abascal.