Pablo González o Pavel Rubtsov: acusaciones de espionaje a un periodista español

Alberto Pozas

12 de marzo de 2022 21:34 h

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Hace un mes y medio, Pablo González Yagüe era escéptico sobre la posibilidad de que Rusia invadiese Ucrania y así lo expresó en una entrevista. Dos días después, sin embargo, era muy claro en su cuenta de Twitter: “No a la guerra. Cualquiera que diga lo contrario como mínimo anima a que muera gente. Y las justificaciones de cualquier tipo son, con perdón, estupideces”. Desde finales de febrero, este periodista colaborador de diversos medios de comunicación españoles está detenido en una cárcel polaca y acusado de espiar para el Kremlin sin que las autoridades de ese país, por ahora, hayan hecho públicas las prueba de lo que sostienen. Un país por el que ya había pasado y cuya ultraderecha le acusa de haber promovido protestas a favor de la inmigración ilegal hace unos meses en Varsovia.

Pablo González nació en Moscú en abril de 1982. Hijo de rusos, González es nieto por parte de madre de uno de los miles de “Niños de Rusia” que en los primeros años de la Guerra Civil española fueron enviados por la República a la Unión Soviética. Ejerce desde hace años como periodista interesado, sobre todo, en zonas de conflicto, tal y como explicó él mismo en esta entrevista en 2015. “Siempre me he interesado por el mundo de la Europa oriental, central, los Balcanes y el Cáucaso”, decía de sí mismo en tercera persona, para después añadir que “es un periodista que se ha hecho un poco de nombre haciendo un periodismo indie, de calidad pero fuera de los grandes circuitos con el conflicto ucraniano”.

A lo largo de su carrera ha trabajado para medios como Gara con un blog titulado 'Mundo malo, mundo bueno', actualizó hasta 2017 su propia página web y ha fundado la web 'Eulixe' junto con Juan Teixeira, entre otras muchas cosas. Más recientemente ha colaborado también con el diario Público y La Sexta, para quienes cubría la actual invasión rusa del este de Ucrania, además de colaborar en diversas plataformas ofreciendo, sobre todo, análisis de la situación. Voice of America, según la cadena estadounidense Fox, ha borrado el contenido que hizo para el medio en los últimos dos años.

De su detención no se sabe mucho todavía. Fue arrestado en Rzeszów, ciudad del sureste de Polonia situada a unos 100 kilómetros de la frontera con Ucrania. Pero ese no había sido su primer encontronazo con las autoridades: tal y como relató él mismo en su cuenta de Twitter, tan solo 20 días antes había sido arrestado y puesto en libertad en Kiev cuando se dirigía al este del país para cubrir el incipiente conflicto. Según han explicado varios medios para los que trabaja, se quedó fuera de la zona de conflicto al no haber gestionado la acreditación militar y fue interrogado bajo la acusación de “prorruso”. Las autoridades ucranianas le dieron tres días para abandonar el país.

De su segunda detención no hay muchos más detalles por el momento. La Agencia de Seguridad Interna polaca (ABW en sus siglas en polaco) emitió este comunicado en el que afirmó que González es un agente del servicio de inteligencia militar de las fuerzas armadas rusas (GRU), que espió para Rusia “utilizando su estatus periodístico” para moverse libremente por zonas de conflicto y que, además, obtuvieron “amplias evidencias” sobre este supuesto espionaje. De momento esas evidencias no se han hecho públicas.

La ministra española de Defensa, Margarita Robles, ha confirmado esta semana en sede parlamentaria que el Centro Nacional de Inteligencia español (CNI) también había visitado a González en el pasado: “Teníamos conocimiento de que había estado en algún otro país donde se le hacían algunas otras consideraciones”, dijo en la comisión de Defensa del Congreso, tras rechazar la intervención del CNI en las acusaciones actuales contra él. El Ejecutivo español, por ahora, se ha limitado a respetar su presunción de inocencia, explicar que está en manos de las autoridades y ofrecer asistencia desde el consulado español en ese país. Las autoridades polacas le acusan de un delito de espionaje tipificado en el artículo 130 del código penal de ese país: de uno a 10 años de cárcel para quien “esté involucrado en las actividades de inteligencia extranjera contra la República de Polonia”.

El consulado español, según fuentes de su entorno, ha sido el único capaz de contactar con él durante su estancia en prisión. Como mínimo va a estar tres meses, según las autoridades de Polonia. Su abogado, Gonzalo Boye, denuncia desde hace semanas que no se le ha permitido ejercer su defensa y que todavía no ha podido ni siquiera hablar con él. El letrado cree que a finales de esta semana podrá por fin visitar al periodista.

Las tarjetas y los pasaportes

El comunicado original de la Agencia de Seguridad Interior de Polonia no especificaba estos detalles, pero diversas informaciones apuntan a que llevaba encima dos tarjetas de crédito y dos pasaportes con identidades distintas. Su letrado, Gonzalo Boye, confía en poder asistirlo en la cárcel y aportar documentación que, según su criterio, explica esta disparidad aparente de identidades. Su madre se divorció y vino a España con él y pasó a ser denominado “Pablo González” (nombre español y el apellido de su madre) ante las autoridades españolas mientras que en Rusia seguía siendo “Pavel Rubtsov”, su nombre ruso y el apellido de su padre.

Este periódico ha podido examinar varios documentos, por ejemplo un pasaporte ruso expedido en diciembre de 2006 y caducado en 2011 donde figura como “Pavel Rubtsov”. También un documento del Registro Civil español de inscripción de nacimiento en el que figura como “Pablo González Yagüe”. Son documentos que su defensa espera poder esgrimir ante las autoridades polacas para convencerles de que, según su versión y la que su esposa ha ofrecido a diversos medios, González no utiliza varias identidades para espiar impunemente a sueldo de Moscú.

Putin, Polonia y la lista de Soros

Lo que los servicios de inteligencia polacos tienen contra Pablo González Yagüe solo lo saben él y los investigadores porque no se han hecho públicos datos concluyentes sobre la investigación. Su entorno, por ahora, niega tajantemente cualquier acusación de espionaje y en los últimos años sus intervenciones públicas sobre el conflicto han abarcado la situación de la población del Donbás, las críticas a los ejecutivos ucranianos y la denuncia de la presencia de batallones nazis en la zona, pero también incluyeron críticas a la actuación del Kremlin.

En su blog en 2015, por ejemplo, el periodista repasaba los 15 años de mandato de Vladímir Putin y destacaba que “no cabe duda de que la sociedad rusa posee menos libertades sobre el papel que las que existían en el país durante la gestión de Yeltsin”, su predecesor. “Se ha llegado a un punto en el que en la Duma, el parlamento ruso, no existe una oposición real, lo cual es sin duda un significativo paso atrás en comparación al periodo anterior a Putin”, añadía antes de denunciar también que bajo su mandato “no solo se han prohibido mayoritariamente los desfiles del orgullo gay, sino que se ha llegado a legislar una ley para combatir lo que los parlamentarios rusos han llamado propaganda homosexual”.

En enero de 2022 González participó en un coloquio emitido por Descifrando la Guerra en YouTube, donde afirmó que Rusia “se ha vuelto mucho más agresiva” desde el punto de vista militar, explicando que Putin corría el peligro de convertirse en “una especie de Don Quijote alejado de la realidad”. Unos días antes en esta entrevista se mostraba poco convencido de que Rusia fuera a invadir Ucrania, atribuía esas informaciones a campañas de desinformación de grandes medios anglosajones o “bulos”, pero zanjaba: “Como al final haya invasión, estoy allí cubriéndolo el primero”. Según su análisis, Putin no quiere anexionarse las zonas separatistas del este: “Le interesa de una manera bastante fea que sean un caballo de Troya ruso dentro de Ucrania”, dijo.

Diversos medios han reflotado un informe que ubicó a González en agosto de 2016 en una lista de periodistas considerados “prorrusos” que obraba en poder de la Open Society Fundation del magnate George Soros. Esa lista fue conocida por una filtración masiva de los archivos de la Open Society bautizada como “DCLeaks”: fue elaborada y remitida por dos investigadores españoles vinculados a CIDOB, a su vez vinculado a Open Society, que dividían a periodistas y opinadores españoles en grupos en función de su mayor y supuesta afinidad por Rusia o por Ucrania en el conflicto. La lista señalaba como “formadores de opinión pro-rusos clave” a González pero también al eurodiputado de Izquierda Unida Javier Couso y a la reportera de Televisión Española Pilar Requena, entre otros.

La ultraderecha polaca ha sido la que más abiertamente ha justificado y celebrado la detención de Pablo González, rescatando alguna cobertura informativa anterior en el país como por ejemplo cuando el 20 de noviembre de 2021 colgó en su cuenta de Twitter un vídeo de seis segundos de una manifestación pro inmigrantes en Varsovia.

Este tuit ha sido rescatado en los últimos días, por ejemplo, por el partido ultraderechista polaco Konfederacja, que usó la publicación para acusarlo de “promover” la protesta para exigir que Polonia aceptase “inmigrantes ilegales de Bielorrusia”. En un hilo de la cuenta oficial del partido ultra incluso esgrime un mensaje de González del 27 de febrero de 2022 en el que, como puede verse aquí, literalmente desmiente que Polonia esté impidiendo la entrada a personas negras llegadas de Ucrania. El partido, finalmente, desliza algún tipo de relación de González con que Rusia y Bielorrusia “están utilizando la situación actual para contrabandear ilegalmente a inmigrantes que fueron detenidos en otoño de 2021”.

En España la ultraderecha, a través del eurodiputado de Vox Hermann Tertsch, directamente ha llamado a investigar en este tuit “esas coincidencias entre medios ultraizquierdistas españoles y regímenes criminales”.