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Pablo Iglesias reparte poder en el Congreso fuera de su núcleo más próximo de Podemos

Podemos nació hace dos años alrededor de un grupo muy reducido de personas. Poco a poco ese núcleo ha ido creciendo, aunque de manera controlada y sostenida para mantener el control lo más atado posible. La formación de las candidaturas para las elecciones generales, la gestación de las confluencias, los resultados del 20D y la composición final del Congreso han obligado a Pablo Iglesias y a sus más próximos a abrir la mano y repartir juego entre sus aliados, lo que conlleva un delicado juego de equilibrios. También en lo interno.

El acuerdo entre En Comú, En Marea y Podemos se cerró el martes pasado en el último suspiro. Los tiempos se estiraron para intentar incluir a Compromís. Las líneas generales que regirán la vida interna del grupo plurinacional se concretaron hace ahora una semana pero los detalles, los pormenores técnicos, todavía no están definidos, según fuentes conocedoras de la negociación. “El reparto será proporcional a los escaños”, apuntan las mismas fuentes. Pero los números no están cerrados.

La primera señal de este reparto fue el documento presentado en el registro el 19 de enero a cinco minutos de que concluyera el plazo. En él figura como presidente del grupo Pablo Iglesias, como portavoz Iñigo Errejón y como secretaria Carolina Bescansa. El núcleo duro de la dirección estatal de Podemos. Pero figuran otros nombres como portavoces adjuntos: Xavi Domènech (En Comú) y Alexandra Fernández (En Marea), acompañados de Irene Montero (jefa de gabinete de Iglesias) y Ángela Ballester, como representante de la confluencia valenciana.

Este reparto, motivado por la negativa de la Mesa del Congreso a permitir los cuatro grupos que Podemos reclamaba, obligó a rehacer el reparto de poder entre sus propios diputados. El partido de Iglesias confiaba en que las confluencias tendrían su propio grupo y tenía previsto un reparto de cargos internos que se fue al traste. Fuentes de Podemos reconocen que ha habido cierta tensión aunque rebajan el impacto.

Las negociaciones no tienen solo que ver con el reparto de recursos materiales, de personal y económicos. O con el reparto de tiempos en las intervenciones en el Pleno del Congreso. El grupo tiene que acordar además el reparto de comisiones: presidencias, vicepresidencias, portavocías, etcétera. Esto implica sueldos pero también, y en muchos casos es más importante, visibilidad política.

En este sentido, las confluencias han pedido tener presencia en aquellos ámbitos propios de su región. En Marea, por ejemplo, ha recordado públicamente que hay sectores vitales para Galicia como la agricultura, la pesca o el naval. En Comú ha logrado que su portavoz, Xavi Domènech, forme parte del equipo negociador que Pablo Iglesias presentó el pasado viernes para lograr el pacto por un Gobierno del cambio con PSOE e IU y ya suena como hipotético ministro.

En lo interno ha surgido este pasado fin de semana un elemento inesperado. El Consejo Ciudadano andaluz ha aprobado, por unanimidad, que los 10 diputados logrados por Podemos en la región tengan también la condición de agrupación dentro del grupo. Fuentes del partido señalan que la propuesta la realizó en el órgano regional el secretario de Organización estatal, Sergio Pascual, hombre de la máxima confianza de Iñigo Errejón.

El portavoz parlamentario defendía este mismo domingo en El Objetivo la petición andaluza, lo que añade un elemento nuevo a la negociación abierta y reparte, aún más, los equilibrios de poder internos.