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De Pablo Iglesias Posse a Pedro Sánchez: el PSOE cumple 140 años con victoria electoral y decidiendo cómo gobernar

No es casualidad que Pablo Iglesias Posse fuera tipógrafo. No es casualidad que alguien habituado a leer en el último tercio del siglo XIX en España impulsara un sindicato socialista -UGT- una década después de haber fundado el primer partido marxista español, el PSOE. Lo hizo el 2 de mayo de 1879, hace 140 años, cuando España acababa de vivir su primera –y breve– experiencia republicana y se adentraba en el turnismo del liberalismo doctrinario y limitado de la Restauración.

En aquel mundo de Conservadores y Liberales que se repartían el juego, entre Antonio Cánovas y Mateo Sagasta, ante la atenta mirada de los Borbones –Alfonso XII, la regente María Cristina y Alfonso XIII–, Pablo Iglesias Posse fundó primero la Unión General de Trabajadores y, después, el Partido Socialista Obrero Español en Casa Labra, una taberna madrileña a un suspiro de la Puerta del Sol, célebre por su bacalao, que aún sigue abierta.

Pero la travesía en el desierto duró un tiempo. Pablo Iglesias no entró en el Congreso hasta las elecciones generales de 1910. Había sido previamente concejal en el Ayuntamiento de Madrid, y era un referente obrero reconocido y protagonista de manifestaciones del Primero de Mayo.

Cuando Iglesias Posse falleció en 1925, el PSOE había sufrido su primera gran escisión, en 1920, de aquellos socialistas que se sumaron a la III Internacional de Lenin para fundar el PCE. Pero también dejó un partido que superó los resultados electorales que él mismo había conseguido hasta la fecha, convirtiéndose en un partido fundamental durante la Segunda República y del Gobierno republicano en el exilio durante la dictadura franquista.

Pero el referente político del interior de España durante el franquismo fue el PCE de Santiago Carrillo –ex miembro de las Juventudes Socialistas– y Dolores Ibarruri, que mantuvo el pulso político en la clandestinidad, pero al que la restauración democrática dejó descolocado.

En la Transición, la pugna socialista entre el PSOE del interior y el PSOE del exterior, la ganó el interior, los entonces jóvenes liderados por Felipe González. En el PCE ocurrió lo contrario, y el liderazgo lo asumió la generación del exterior, del exilio, los iconos republicanos y del 36. Cuando se abrieron las urnas en 1977, la España de izquierdas eligió al abogado sevillano desconocido en lugar de a los símbolos republicanos y de la resistencia antifranquista: el PSOE triplicó en votos al PCE.

Dos años después de aquello, en 1979, cuando el PSOE cumplía 100 años, Felipe González dio un golpe de mano y logró que el partido renunciara al marxismo, el marco ideológico del que nació, con el que creció y se formó. Pero que en aquella Transición ya le sobraba a la dirección socialista.

De aquella pugna salieron algunos viejos dirigentes socialistas del exilio, pero el camino estaba marcado: tres años después González logró la mayor victoria electoral vivida en España: 202 escaños. Y se inauguraba una nueva era en España. Para muchos, la victoria del PSOE de 1982 supuso el verdadero final de la Transición, con el regreso de la izquierda al poder.

Los gobiernos de Felipe González, Alfonso Guerra, Miguel Boyer, Javier Solana, Carmen Alborch y compañía llegaron hasta 1996: sentaron las bases del Estado social y de derecho español, desarrollaron las infraestructuras, metieron a España en la UE y no la sacaron de la OTAN. Fueron los gobiernos que comenzaron las privatizaciones de empresas públicas, y que sufrieron la mayor huelga general, el 14-D de 1988.

Por aquel entonces el PSOE había ido olvidándose del republicanismo y algunos de sus cargos policiales tuvo responsabilidades directas o indirectas en la guerra sucia contra ETA –la cal viva– con fondos reservados incluidos durante el mandato de Felipe González, y que llevaron a su exministro del Interior José Barrionuevo a la cárcel y la condena a Enrique Rodríguez Galindo.

También se produjeron las escuchas ilegales del entonces CESID –ahora CNI–; el caso Filesa –financiación irregular del PSOE–; la ley de la patada en la puerta del dimitido José Luis Corcuera; el abrazo a la Europa de Maastricht tan cuestionada ahora; la fuga y arresto de Luis Roldán, exdirector de la Guardia Civil que fue condenado por malversación de fondos. Y, también, el caso Juan Guerra: tras anunciar González que su destino iría ligado al de su mano derecha, Alfonso Guerra, lo cierto es que lo dejó caer como vicepresidente y vicesecretario general del PSOE en 1991.

El PSOE, que efectivamente sufrió una huelga general en 1988, inauguró las privatizaciones de empresas públicas y, de paso, las puertas giratorias. Y en 2010, con José Luis Rodríguez Zapatero en Moncloa, aprobó recortes sin precedentes y una reforma exprés en agosto de la Constitución de la mano del PP para cambiar el artículo 135 de la Constitución y priorizar así el pago de la deuda sobre los servicios públicos. Zapatero inauguró la receta de la austeridad y el rescate a la banca para afrontar una crisis económica que multiplicaba despidos, índices de desigualdad y desahucios.

Pero Zapatero, que llegó al Gobierno en 2004 al grito de “no nos falles”, también fue quien impulsó un nuevo Estatut para Catalunya, mutilado por el Constitucional tras el recurso del PP; quien aprobó un ley pionera de matrimonio igualitario, así como la de Igualdad, la de Violencia Machista y la de Memoria Histórica. Zapatero acabó con los mayores recortes de la historia, que mucho tuvieron que ver con la mecha del 15M, pero empezó aprobando avanzadas leyes sociales.

Zapatero terminó yéndose por la puerta de atrás, dejando el partido en manos de Alfredo Pérez Rubalcaba, que ganó un congreso a Carme Chacón por muy pocos votos; como lo había ganado años antes Zapatero a José Bono. Pero entonces Zapatero representaba el futuro del PSOE; mientras que Rubalcaba era el pasado frente a Chacón.

Rubalcaba no pudo con Mariano Rajoy, que ganó las elecciones en diciembre de 2011. Dejó la dirección del PSOE en el verano de 2014, después de la irrupción de Podemos y la abdicación del rey Juan Carlos, que apañó con Rajoy. La salida de quien había sido hombre fuerte de los gobiernos de González y Zapatero, hasta el punto de tener mucho que ver en el fin de ETA, se saldó con el primer proceso de primarias en el PSOE tras las que ganó Josep Borrell a Joaquín Almunia en 1998. En este caso, fue Pedro Sánchez quien se impuso a Eduardo Madina, gracias al apoyo de la vieja guardia y del PSOE andaluz.

Sánchez empeoró los resultados de Rubalcaba el 20D de 2015, y aun así logró ir a una investidura con un acuerdo con Ciudadanos, ante la renuncia de Mariano Rajoy a intentarlo. Podemos no apoyó aquel acuerdo de marzo de 2016, y España repitió elecciones el 26J. De aquellas elecciones, el PSOE salió con menos escaños aún, 85; el PP con alguno más, 137. Pero la negativa de Sánchez a facilitar la investidura de Rajoy motivó un golpe de mano interno en el PSOE comandado por Susana Díaz que lo descabalgó de la secretaría general y, por ende, del escaño.

El golpe en Ferraz llevó a la abstención que facilitó que Rajoy fuera presidente a finales de 2016. Pero no le duró mucho: Sánchez resucitó, volvió y ganó las primarias a Susana Díaz. Presentó una moción de censura y, en junio de 2018, se convertía en presidente del Gobierno gracias al apoyo de Unidos Podemos, nacionalistas e independentistas. Una suerte de Pacto de San Sebastián renovado más de 80 años después que no se convirtió en una mayoría estable para gobernar: Sánchez, que había apoyado el 155 contra el procés tras el 1-O de 2017, no quiso negociar nada con los independentistas, que se negaron a apoyar sus presupuestos y condujeron a España a unas elecciones, el 28A, que ganó el PSOE por primera vez en 11 años.

Sánchez se convirtió en el primer presidente tras ganar una moción de censura, conformó el primer gobierno con más mujeres que hombres y hasta con un astronauta. Y ahora está por ver si se convierte en el primer presidente desde la restauración democrática en formar un Gobierno de coalición. Es lo que le pide Pablo Iglesias Turrión al líder del partido creado por Pablo Iglesias Posse. ¿Qué hará Pedro Sánchez? De entrada, intentar gobernar en solitario.