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Crónica

El pacto con el independentismo otorga a Sánchez su primer triunfo de legislatura y allana el camino para articular gobierno

17 de agosto de 2023 22:31 h

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Fue un 30 de noviembre de 1989 cuando PP, CiU y PNV unieron sus votos para modificar el Reglamento del Congreso de los Diputados e impedir que los diputados de Herri Batasuna pudieran tomar posesión de su escaño, con una fórmula distinta al “sí, juro” o “sí, prometo”. Pretendían adquirir la condición de diputados anteponiendo al juramento o promesa de la Constitución la fórmula “por imperativo legal”. El Tribunal Constitucional acabó dándoles la razón y en 2004, por primera vez desde 1977, hasta los diputados del PNV entonces comandados por Josu Erkoreka se acogieron a la fórmula que logró legalizar HB. También los de ERC, los del BNG, EA y Nafarroa Bai. 

Desde entonces, el Parlamento ha dejado un sinfín de variantes sobre la fórmula tradicional de acatamiento de la Constitución cada vez que se constituyen formalmente las Cámaras y arranca una nueva legislatura. La XV no iba a ser distinta: “por la república catalana”, “por los exiliados”, “por la plurinacionalidad”, “por imperativo legal”, “por la república vasca”, “por la lucha antifranquista”, “por la igualdad” y hasta “por la soberanía popular y la fraternidad entre los pueblos, la justicia social y la Tierra”.

Jugar con alguna ocurrencia se ha convertido en algo habitual el día que se constituyen las Cámaras como habituales son también las pataletas de las derechas por esta práctica y su petición expresa para que la Presidencia no dé por buenos los juramentos, como si no supieran que todas ellas se ajustan al Reglamento, están avaladas por la doctrina de la Junta Electoral Central y respaldadas por el Constitucional, como les tuvo que recordar la recién elegida presidenta del Congreso, Francina Armengol (PSOE). 

La ex presidenta de Baleares ya era en el momento de las juras o promesas la tercera autoridad del Estado. Había sido elegida en primera vuelta. Con 178 votos, dos más de la mayoría absoluta. Un auténtico vapuleo frente a los 139 que sumó la popular Cuca Gamarra y los 33 de Ignacio Gil Lázaro (Vox).  Armengol tuvo el respaldo de toda la izquierda y de los nacionalistas catalanes, vascos y gallegos, después de un acuerdo del PSOE con el independentismo catalán fraguado de madrugada.

Pasadas las ocho de la mañana, Junts anunciaba un principio de acuerdo con los de Pedro Sánchez. Y poco después lo hacía ERC. Ambos en similares términos y con especial énfasis en el compromiso de los socialistas para impulsar el uso de las lenguas cooficiales en el Congreso. Por eso en su primer discurso como presidenta Armengol ya anunció que permitiría desde “este momento” el empleo del catalán, el gallego y el euskera, a pesar de que el PSOE había votado en reiteradas ocasiones en contra de esta práctica. Porque siempre se dijo que requería una modificación del Reglamento de la Cámara, que tiene rango de ley orgánica, y porque la Cámara precisa de una compleja infraestructura administrativa para ponerlo en práctica. Los socialistas defienden ahora que no precisa de un cambio reglamentario y que la Mesa tendrá ahora que articular fórmulas para empezar a implementar el uso de las lenguas cooficiales. Al final, recuerdan los socialistas, se ha salvado la mayoría de la Mesa, igual que se salvó la mesa de diálogo entre Gobierno y Generalitat, con el impulso de las lenguas cooficiales.

El PSOE también se ha comprometido a impulsar una comisión de investigación sobre el supuesto espionaje a los líderes del procés a través de Pegasus, una nueva edición de la Kitchen y otra sobre los atentados yihadistas en Cataluña en 2017. No hay ningún compromiso explícito, sin embargo, para impulsar una amnistía a los políticos y activistas con causas pendientes por el 1O.

Ni era tan fácil ni nadie lo daba por seguro

El caso es que todas las votaciones para la Mesa del Congreso deparan sorpresas y la de este miércoles no podía ser menos. Por la apabullante victoria de la izquierda en el reparto de los puestos de la Mesa y por la ruptura del bloque de derechas. Ni era tan fácil ni nadie se atrevía a dar por seguro que este miércoles el PSOE se hiciera con la presidencia de la Cámara. Han sido días de negociaciones discretas, a varias bandas y sin filtraciones que pudieran hacer descarrilar el acuerdo. Sólo la tranquilidad y la reserva que proyectaron los socialistas durante esta última semana hacía prever que Sánchez no ha perdido aún la suerte que le acompaña desde que llegó a la política. 

Nadie esperaba que PP y Vox dividieran su voto después de que los de Feijóo se negasen a un acuerdo con los de Abascal para cederles un puesto en el órgano de gobierno de la Cámara Baja. Es la primera vez, por tanto, que la tercera fuerza política del Parlamento se queda sin representación en la Mesa. ¿Qué pasó hasta llegar a ese marco? Las versiones son varias, pero la más creíble es que los del PP pensaron hasta la misma noche del martes que Junts no alcanzaría un acuerdo con los de Sánchez y que ellos estaban en disposición de hacerse con la presidencia de la Cámara. En ese caso, no tenían reserva a ceder un puesto a Vox. Sólo cuando tuvieron constancia del acuerdo de la izquierda con los de Puigdemont, comunicaron a Abascal que se quedaban con los cuatro puestos que les corresponden en el órgano de gobierno.

El más votado el 23J y el más aislado en la Cámara

Esta primera sesión de la XV Legislatura deja ya para la historia a un hombre que llegó a la Carrera de San Jerónimo con 171 votos y salió con 139 (PP-UPN-CC). Fue la fotografía que proyectó la sesión constitutiva de las Cortes sobre el líder del partido más votado en las urnas, pero también el más aislado en el marco parlamentario. 

Alberto Núñez Feijóo sale así tocado de su primera toma de contacto con el Congreso de los Diputados porque ni siquiera Vox, su aliado de bloque y socio de gobierno en autonomías y ayuntamientos, respaldó su propuesta para que Cuca Gamarra ostentara la Presidencia de la Cámara. Un batacazo en toda regla que le aleja de su empeño en una investidura fallida. En Génova ya se lo piensan.

Presentarse ante Felipe VI con sólo 139 apoyos frente a los 178 que el PSOE logró para la presidencia de Francina Armengol, gracias al apoyo decisivo de Junts y sin necesidad de segunda votación, no es la mejor carta de presentación para que el jefe del Estado le proponga como candidato a una investidura para la presidencia del Gobierno, salvo que haya olvidado sumar o quiera hacer el ridículo. “El PP está en una falacia. O por motivos internos o porque el equipo negociador para buscar acuerdos parlamentarios es un auténtico desastre”, aseguran desde la izquierda. 

Más allá de valoraciones, lo que es innegable es que Feijóo sigue en estado de shock tras el 23J y no sabe cómo salir de un laberinto en el que él solo se ha metido al anunciar primero su disposición a plantarse ante Felipe VI con semejante aritmética y después mostrar en las últimas horas una apabullante seguridad en sí mismo para contar con 171 votos. Ahora, Santiago Abascal ya ha dicho que apoyar una hipotética investidura del candidato del PP, tras la pifia del reparto de puestos en la Mesa, se le hace muy cuesta arriba. Por eso en la constitución de Las Cortes los ultras votaron a su propio candidato, Ignacio Gil Lázaro.

Además de para cumplir con la liturgia habitual, la sesión sirvió para que los resultados electorales se hicieran carne mortal, pero también para que la izquierda cosechase su primer triunfo de la legislatura y para que el PP comprobase que su pírrica victoria en las urnas será inútil para alcanzar el Gobierno. 

El pacto con el independentismo allana el camino para que Sánchez pueda presentarse a una investidura y para articular después un gobierno. La tarea no será fácil, a pesar de que tanto ERC como Junts hayan arrancado al PSOE algunos compromisos por escrito antes de la configuración de la Mesa del Congreso. Puigdemont, desde Waterloo, ya ha advertido que hay que desligar el acuerdo de este miércoles de la negociación para la Presidencia del Gobierno y que sus reivindicaciones siguen siendo la amnistía y la autodeterminación. La única certeza es que o Sánchez es investido o habrá repetición electoral, algo que ya la izquierda anticipó la misma noche del 23J.

Más allá de que Junts separe esta decisión de la votación de investidura, el PSOE y Sumar han demostrado una gran capacidad para aglutinar la mayoría necesaria mientras que el PP sale claramente debilitado y el liderazgo de Feijóo dentro del PP se antoja incierto. De lo que no hay duda es de que el plan para reeditar el Gobierno de Sánchez ha superado la primera prueba de fuego y con nota alta. Una vez más, Sánchez sorprende a propios y extraños.

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