Arropado por una entusiasta multitud móvil en mano y entre gritos de bienvenida, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, caminó hoy, chaqueta en mano, por La Habana Vieja junto al mandatario cubano, Miguel Díaz-Canel, en uno de los momentos más distendidos de la visita oficial.
El recorrido por las calles empedradas duró unos 25 minutos y comenzó en el Palacio de los Capitanes Generales, antigua sede de los gobernadores españoles en la isla convertido en Museo de la Ciudad, y continuó por las principales arterias de la añeja urbe, hasta las plazas Vieja y San Francisco de Asís.
La voz de la visita corrió rápidamente por el siempre concurrido Centro Histórico y cientos de habaneros y turistas se acercaron a saludar desde las aceras y los balcones coloniales de la calle Mercaderes, la antigua vía comercial de la villa, que cumplirá medio siglo en 2019.
Los curiosos no pasaron por alto la presencia de la esposa de Sánchez, la bilbaína Begoña Gómez, ataviada con un veraniego vestido verde botella a media pierna, y la primera dama cubana, Lis Cuesta, con un sobrio conjunto de pantalón gris.
Gómez y Cuesta dejaron todo el protagonismo a sus maridos, a quienes acompañaron todo el trayecto.
Con gesto relajado y casi desde el inicio de la caminata, Sánchez se quitó la chaqueta para aplacar el calor, sin dejar de escuchar las explicaciones del Historiador de La Habana, Eusebio Leal, y de conversar animadamente con Díaz-Canel, quien lo imitó y también se quedó en mangas de camisa.
Los cubanos están acostumbrados a la constante presencia en los medios de su nuevo presidente, que asumió el poder en abril pasado, no obstante es la primera vez que acompaña públicamente a un dignatario extranjero en el habitual paseo que estos suelen dar por La Habana Vieja, uno de los principales reclamos turísticos en la isla.
Los distintivos sonidos del flamenco desde un tablao hicieron voltear momentáneamente la cabeza a Sánchez y su mujer, quienes sin embargo no aminoraron la marcha para desilusión de los músicos y bailarines del establecimiento.
Algunos habaneros se fueron desilusionados porque durante el recorrido -a ratos accidentado para la prensa- no pudieron tomar “buenas fotos” de los mandatarios, rodeados por varias decenas de periodistas, funcionarios y seguridad.
Aún así, la mayoría se quedó “feliz con la oportunidad de ver de cerca a Díaz-Canel y al presidente español”, aseguró una de las trabajadoras de una armería museo frente a la que pasó comitiva.
Sánchez gastó sonrisas y dedicó saludos especiales a los sorprendidos españoles que le informaban a gritos “que hay aquí españoles” y sus ciudades de procedencia, con la esperanza de atraer su atención.
“Estamos de vacaciones aquí y nunca nos imaginamos que nos encontraríamos a nuestro presidente”, dijeron a Efe unas sorprendidas turistas madrileñas, que esperaban a Sánchez frente a la escuela taller de oficios Gaspar Melchor de Jovellanos, donde se forman los futuros restauradores cubanos.
En el centro educativo, uno de los muchos ejemplos de la cooperación española en la ciudad, Pedro Sánchez hizo una parada de varios minutos para conversar brevemente con los alumnos, apostados en la entrada.
Además de continuar la colaboración en materia histórica y cultural en la ciudad, el Gobierno español tiene previsto apoyar la eliminación de las barreras arquitectónicas en los paseos por La Habana colonial.
“Yo los vi muy bien, muy amistosos. Ojalá que esto traiga beneficios para los cubanos. Me cayó muy bien el español. Muy guapo”, sonrió Yudelkis, una de las tradicionales pregoneras de La Habana Vieja, mientras veía alejarse la caravana presidencial