“Trabajaré para conseguir una mayoría parlamentaria que cierre esta etapa negra de gobierno del Partido Popular”. Con esas palabras se dirigió Pedro Sánchez a los miles de militantes socialistas que acudieron al pabellón de Ifema en el que pronunció su primer gran discurso como secretario general. La aspiración inicial del líder socialista ha quedado aplacada en la primera ronda de contactos con Pablo Iglesias y Albert Rivera, aunque en Ferraz siguen sin descartar que la carambola de un éxito en una hipotética moción de censura pueda darse más adelante.
Sánchez no descarta impulsar la iniciativa en el futuro, pero tiene que ser “trabajada” y contar con alguna garantía de éxito (que salga adelante para echar a Mariano Rajoy o que tenga un relato vendible para el electorado). Pero también ha visto alejada la posibilidad de crear un espacio de coordinación parlamentaria con los que quiere como socios: Unidos Podemos y Ciudadanos.
Con los de Pablo Iglesias, Sánchez ha conseguido articular cinco grupos de trabajo que impulsen propuestas para acabar con las políticas del PP. Pero ahí quedará la mesa de negociación, en la que no se sentará, según explicó, Albert Rivera. Por tanto, la coordinación será con Unidos Podemos, por un lado, y con Ciudadanos, por otro.
Rivera restó importancia a lo que Sánchez había calificado como un “espacio de negociación y acuerdo” de las “fuerzas del cambio”. El líder de Ciudadanos considera que la conclusión a la que ha llegado con el que fue su candidato a la presidencia del Gobierno no va más allá del trabajo parlamentario habitual. De hecho, mientras Sánchez designó un equipo de trabajo para abordar una de las iniciativas a las que da mayor prioridad (el rescate a los jóvenes), Rivera emplazó los hipotéticos acuerdos a los contactos habituales de los responsables parlamentarios.
En las filas socialistas también hay mayoría de voces de diputados que restan importancia a lo que Sánchez ha planteado como una hazaña. “Es la negociación de toda la vida en el Parlamento”, dice un veterano diputado.
En lo único en lo que ha logrado Sánchez unanimidad es en la reforma electoral para dotar a la ley de una mayor proporcionalidad. Es una exigencia de Ciudadanos que también comparte Unidos Podemos y que el PSOE llevaba sin concretar en el programa electoral. Tampoco ahora se ha concretado más y los socialistas recuerdan que ya hay una subcomisión abordando ese asunto.
La supresión de los aforamientos –otra de las medidas prioritarias para Rivera– puede ser la prueba de fuego para lo que quiere demostrar Sánchez: el posible entendimiento de las tres fuerzas. El PSOE se ha comprometido a apoyarlo y Unidos Podemos también lo defendió en su momento.
A pesar de que los avances han sido pocos y algunos son apelaciones históricas –como la modificación de la Constitución que nadie impulsa de forma definitiva pese a las reiteradas apelaciones a hacerlo cada mes de diciembre–, en el PSOE están conformes con los acontecimientos.
“La agenda del cambio que ha planteado el PSOE está en marcha”, expresó el número tres de Sánchez, José Luis Ábalos, que al mismo tiempo admitió que los “vetos” del Gobierno pueden impedir muchos de los hipotéticos acuerdos que esperan alcanzar, como ya hace el Ejecutivo con muchas iniciativas que superan los trámites parlamentarios.
Pero el PSOE también asume que desbancar al PP es un capítulo aparte. “No lo hemos propuesto porque no está en nuestra agenda”, contesta Ferraz sobre la moción de censura que le reclaman desde Unidos Podemos. De hecho, tanto Iglesias como Alberto Garzón reprochan a Sánchez que no dé pasos en esa dirección.
Las diferencias en el seno de la dirección
El estreno de la dirección de Sánchez no ha estado exento de contradicciones. Hasta tres respuestas distintas dieron los miembros de la Ejecutiva y el propio secretario general a las palabras de un alcalde socialista catalán que se mostró partidario de votar en el referéndum del 1 de octubre en Cataluña, que el PSOE considera ilegal.
“Lo que hagan será a título personal, es una cuestión personal suya”, justificó el portavoz de la Ejecutiva, Óscar Puente, el pasado lunes. Esa afirmación fue desautorizada por el secretario de organización, José Luis Ábalos, que aseguró que los alcaldes no actúan a “título personal”. “No hay ningún alcalde que pueda hacer algo a título personal, porque lo puede hacer efectivamente, pero no deja de ser alcalde –afirmó–. Uno no puede decir esto es personal, esto no lo es, sobre todo cuando estamos hablando de una acción política, que tiene relevancia”.
Esa desautorización no sentó bien al secretario general, que dio una tercera respuesta: “No hay que elevar la anécdota a la categoría. En el PSOE estamos con el Estado –dijo Sánchez los periodistas en el Congreso–. Hay que buscar una solución política para resolver la crisis territorial en Cataluña”. Pero un día antes en La Sexta dio una respuesta más en la línea del portavoz de su dirección cuando aseguró que “una cosa es lo que haga el alcalde de Blanes como ciudadano y otra cosa es lo que haga como alcalde de los socialistas catalanes”.
Algo similar sucedió con Núria Parlón, miembro de la dirección de Sánchez y alcaldesa de Santa Coloma, quien dijo que habría que apelar a la “comunidad internacional” si se aplica el artículo 155 de la Constitución. El portavoz aseguró que era una opinión personal que no representa al partido. Desde Ferraz, por su parte, trataron de evitar que se dijera que el PSOE desautorizaba a Parlón porque había sido una expresión personal de Puente, que es el portavoz.
El tercer vaivén de Sánchez fue con su posición sobre los concejales de Ahora Madrid Carlos Sánchez Mato y Celia Mayer. Primero se posicionó a favor de su dimisión: “¿Deben dimitir los concejales Celia Mayer y Carlos Sánchez Mato?”, le preguntó Antonio García Ferreras en Al Rojo Vivo (La Sexta): “Deben reflexionar”, contestó. “Ya, ¿pero deben dimitir?”, insistió el periodista. “Sí”, fue la respuesta. El PSOE votó a favor de la reprobación de los ediles.
Sin embargo, Alberto Garzón aseguró que Pedro Sánchez le reconoció que “no conocía la información con detalle” y que se comprometió “a interesarse” por el asunto. Ante el cambio de posición, Ábalos, que es el encargado de analizar ante la prensa los encuentros de Sánchez con los líderes políticos, pese a que no acude a los mismo, lanzó balones fuera: “Es una decisión que corresponde a la federación madrileña”.