CRÓNICA

Pedro Sánchez, el hombre acostumbrado a jugárselo todo a una carta

24 de abril de 2024 23:51 h

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Felipe González tenía la costumbre de poner los pelos de punta a sus compañeros de partido con el anuncio en privado de que se estaba pensando no presentarse a la reelección en los siguientes comicios. Se mostraba cansado o interesado en hacer otras cosas con su vida. No era una decisión firme, lo que permitía a los más cercanos, Narcís Serra, Javier Solana y otros, suplicarle para que continuara. Algunos sospechaban que lo que pretendía era generar un sentimiento de adhesión que recordara a los demás que le necesitaban. Después de catorce años en Moncloa, hasta se presentó a las elecciones de 1996, esas que ya sólo podía perder.

Pedro Sánchez ha hecho un movimiento similar este miércoles. En su caso, en público y de forma tan inesperada como dramática. Se ha autoimpuesto cinco días de reclusión, como si Moncloa le sirviera de monasterio tibetano para meditar sobre su futuro. En dos ocasiones en una carta difundida por Twitter, se pregunta si merece la pena continuar en el cargo si eso implica soportar los ataques a su mujer.

Los que le vieron en el Congreso por la mañana coincidieron en que parecía muy tocado. En la sesión de control en la que los diputados rebañan cada segundo de los dos minutos y medio que tienen para intervenir, Sánchez dejó sin utilizar casi dos minutos en su respuesta a Gabriel Rufián. Como si le faltaran las palabras o no tuviera fuerzas ni para defenderse. No era, como había hecho años atrás González, una reflexión personal transmitida en privado a gente de mucha confianza.

Si la derecha quería atacarle en lo que más le duele con las insinuaciones sobre su esposa, Begoña Gómez, quedaba patente que lo había conseguido. En este ambiente brutal que es la política española, eso se considera una victoria. Aquí no se hacen prisioneros. Se les pega un tiro y se tira el cuerpo a una fosa común.

La decisión encaja en el perfil de un político que ha hecho de la apuesta arriesgada una forma de vida. No hay precipicio del que no ha estado dispuesto a saltar confiando en que encontraría una red que detuviera la caída. Hasta el punto de que a veces era difícil tener claro si se trataba de un gesto osado y valiente o simplemente temerario. Estas cosas sólo están claras a posteriori. Si salen bien al final, todo el mundo te considera un genio. Si acaban de forma trágica, te tachan de loco o inconsciente.

Sánchez decidió enfrentarse a Edu Madina en unas primarias del PSOE cuando era muy poco conocido, mucho menos en cualquier caso que el diputado vizcaíno. Obtuvo el apoyo de Susana Díaz, pero incluso él tenía que saber que le elegían para que frenara a Madina a la espera de que la andaluza diera el salto a Madrid. La frase atribuida a Díaz –“este chico no vale, pero nos vale”–, aparte de ser una de las predicciones más fallidas de la política española de la última década, indicaba que lo querían utilizar durante un tiempo y luego se iban a deshacer de él.

Después de verse obligado a dimitir como líder del PSOE tras el catastrófico Comité Federal de 2016, todo el mundo le dio por muerto sin molestarse a asistir a su entierro. Volvió a apostarlo todo a una carta para retar a Díaz en las primarias posteriores, aunque en este caso la osadía era la única forma de seguir vivo en la política.

La moción de censura contra Rajoy también fue otro momento en que puso todo su dinero en una casilla que unos días antes ni se contemplaba. En este caso, hay que recordar que no era su idea inicial y que Pablo Iglesias le dijo que se podían conseguir los votos necesarios para llevarlo a Moncloa.

En mayo de 2023, una vez más comprobó que estaba perdiendo y que tenía que gastar las fichas que le quedaban en una última apuesta. Todo o nada. La clara derrota en los comicios locales y autonómicos, con su alianza con Podemos hecha pedazos por la reforma de la ley de sólo sí es sí, le llevaron a convocar elecciones anticipadas tras una larga noche de reflexión. La cara que tenía al día siguiente era un poema, pero la jugada funcionó, a pesar de que algunos pensaban que la terapia del shock era una alternativa que podía matar al paciente.

Contó toda su historia en un libro que tituló 'Manual de resistencia', que también podría haberse llamado 'Cómo entrar en el casino de la política con algo de dinero de bolsillo y salir convertido en millonario'. Más ajustado al personaje, aunque seguro que la editorial habría dicho que era demasiado largo.

¿A quién está dirigida su carta? No a la oposición, que ahora pensará que su estrategia es la correcta. Tampoco a los medios de comunicación que han cercado a Begoña Gómez, ni a los que lo han hecho con informaciones muy endebles ni a los que directamente se las han inventado. Quizá esté pensando en la opinión pública, pero esta se manifiesta sobre todo en las elecciones, y además las victorias morales cuentan poco en política.

El destinatario más lógico es su propio partido, que ahora es interpelado por su líder para que salga en su defensa. Como presidente del Gobierno, Sánchez ha acudido en innumerables campañas a apoyar a los candidatos de su formación, también por interés personal. Ahora les está pidiendo apoyo en público. De lo contrario, lo mismo se quedan sin líder, sin presidente y sin Gobierno.

Algunos se dieron toda la prisa que pudieron. Patxi López invocó el “no pasarán”, lo que puede sonar a exceso producto de la pasión. Emiliano García-Page, con el que últimamente no tiene la mejor de las relaciones, le dio todo su apoyo “para defender la política en la que no quepan las campañas de ataques ni los insultos personales”. Yolanda Díaz le recordó que “la ofensiva de la derecha no puede salirse con la suya”.

Eso es a lo que aspira el PP, que difundió un comunicado para acusarle de presentarse como la víctima. “Denunciamos que el presidente del Gobierno apueste por la victimización y la lástima en lugar de por la rendición de cuentas y la claridad”. El PP ya se está relamiendo al creer que ha encontrado el punto débil de Sánchez y por eso insiste en mantener la sombra de la sospecha sobre su mujer. Exigir responsabilidades siempre es necesario en política, pero lo que le están pidiendo a Begoña Gómez es que demuestre que es inocente.

Un juez que ha decidido participar en la pelea política en las filas de la derecha armado de recortes de prensa les ha dado la palanca que les faltaba. Con la colaboración de un grupo ultraderechista con un largo historial de maniobras sucias en los tribunales.

Sánchez ha conseguido de un plumazo eliminar la imagen de político frío y calculador que calibra todas las opciones posibles hasta elegir la que más le beneficia. Entre el poder y su mujer colocados en los dos lados de la balanza, no tiene ninguna duda sobre dónde tiene que estar.

Si su carta forma parte de una estrategia calculada, está claro que no está exenta de riesgos. Hay uno que está muy claro. Él no es el único que puede ir a la casilla que le ofrezca más beneficios. Cuando te muestras vulnerable en política, los enemigos doblan la apuesta.