El 27 de diciembre Pedro Sánchez, aún presidente en funciones, anunciaba el aplazamiento de la subida de las pensiones y del salario mínimo hasta que se hubiera formado el Gobierno. Aún no había fechas para la investidura, aunque se sospechaba que sería en torno a Reyes si ERC daba el último visto bueno, que aún tardó unos días en llegar.
Tres días después de aquel anuncio de Sánchez, el 30 de diciembre, el presidente en funciones y el entonces futuro vicepresidente, Pablo Iglesias, presentaban un programa de Gobierno de coalición que incluía la subida progresiva del SMI hasta el 60% del salario medio a final de la legislatura –en torno a los 1.100 euros mensuales–.
Tanto Sánchez como Iglesias sabían que una nueva subida del SMI supondría un símbolo del nuevo Gobierno. Ya lo fue la anterior subida para 2019, del 22% hasta los 900 euros mensuales, acordada entre PSOE y Unidas Podemos. El salario mínimo, así, se ha convertido en un reflejo tangible de la colaboración entre Sánchez e Iglesias, y esta última subida llega a los diez días de haber tomado posesión el nuevo Ejecutivo.
En aquellos días de diciembre, Iglesias sugirió a Sánchez la progresividad de la subida y que, para 2020, una cifra que podrían aceptar los empresarios sería la del 5%. Es decir, pasar de 900 a 950 euros mensuales si se conseguía con el diálogo social entre patronal y sindicatos tejido por la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.
Así, el presidente del Gobierno encomienda al vicepresidente de Derechos Sociales y a la ministra de Trabajo la misión de recuperar el diálogo social y cerrar el acuerdo, y de esta manera arranca el diálogo con los sindicatos y con la CEOE, en coordinación con la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, explican fuentes del Gobierno.
La fluida relación de Díaz e Iglesias con los líderes sindicales, Unai Sordo (CCOO) y Pepe Álvarez (UGT), es conocida. Pero faltaba la otra pata, la CEOE, que ya había expresado su rechazo a una nueva subida del salario mínimo. Y, aunque el acuerdo con los empresarios no es imprescindible para decretar la subida del SMI, el Gobierno quería pactarlo. Pablo Iglesias arrancó poniendo sobre la mesa 1.000 euros, pero el acuerdo llegó en el punto medio de los 950.
Así, Iglesias y el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, hablaron la semana pasada por teléfono y encauzaron un compromiso que se acercaba al acuerdo presentado este miércoles por la tarde, relatan fuentes del Gobierno, que afirman: “Ha sido muy importante para llegar a este acuerdo la confianza de Pedro Sánchez en Iglesias y Díaz, la capacidad de diálogo de la ministra de Trabajo, de los sindicatos y de la patronal, especialmente de Garamendi, un gran negociador que ha facilitado el diálogo”.