El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha llegado al cargo consciente de que no tendrá los 100 días de cortesía parlamentaria que se suelen otorgar a los dirigentes que llegan a Moncloa. El líder socialista da por hecho que el tiempo que viene por delante será “de pelea diaria” en el Congreso y que sus 84 diputados no son suficientes para poder gobernar, sin alguien que teja acuerdos y entendimientos de cara a las votaciones.
En este contexto, Sánchez ha iniciado la tarea de buscar un nuevo portavoz. La salida de Margarita Robles a algún cargo de Gobierno le da dejado el terreno despejado para esos cambios. El nombramiento de Robles como ministra es el único paso que se puede dar por seguro en la configuración del nuevo ejecutivo socialista. Interior o Justicia parecen las carteras más probables para la exjueza, sin descartarse del todo que acabe por tener atribuciones en Moncloa como las que, en su día, tuvo otra exjueza: Teresa Fernández de la Vega.
El nombre del sustituto de Robles en el Congreso todavía es materia reservada. El candidato o candidata tendrán por delante un trabajo de máxima dificultad. Con 84 diputados, el Parlamento se presenta como el verdadero quebradero de cabeza para un Gobierno socialista, sin posibilidad de impulsar leyes en solitario. El perfil que busca Sánchez es el de una persona eficaz en la búsqueda de posturas comunes. Dirigentes socialistas aseguran que “cada ley que llegue al Congreso será un examen” para el nuevo ejecutivo.
Durante los últimos meses, Sánchez ha confiado en José Luis Ábalos para el desempeño de esa función. A él le encargó dirigir la exigua negociación emprendida por los socialistas en las horas previas al debate de la moción de censura. Ábalos fue también la persona escogida por Sánchez para defender la moción durante el debate, en sustitución de la propia Robles. El peso de ese currículum empuja el nombre del valenciano en las quinielas para dirigir al PSOE en el Congreso.
El nuevo portavoz socialista tendrá que coser un grupo parlamentario fragmentado en torno a su líder. Muchos de los diputados actuales pertenecen al sector afín a Susana Díaz. Ahora que Sánchez es presidente, Ferraz quiere sellar con urgencia cualquier división interna.
Ábalos tiene por delante otra tarea de importancia: la secretaría de organización del PSOE. A las puertas de las elecciones municipales y autonómicas, en él recae la responsabilidad de preparar desde los territorios la mejor manera de afrontar esos comicios. Algunas fuentes también le sitúan como candidato a ministro. En caso de que eso sucediera, Sánchez tendría que elegir en qué deberá emplear su tiempo su principal colaborador a día de hoy.
Si finalmente Ábalos entra en el Gobierno, habría que elegir otro nombre. Fuentes socialistas señalan que el madrileño Rafael Simancas es un serio candidato para el cargo. De la máxima confianza de Sánchez a Simancas se le reconoce como un político capaz de lidiar con situaciones complicadas, justo lo que el PSOE espera para los próximos meses.