Pedro Sánchez, el hombre que siempre estaba a punto de llegar

Tras las elecciones de 2011, Pedro Sánchez (Madrid, 1972) estuvo a punto de tirar la toalla y abandonar la política. Tenía sus motivos. Era la tercera ocasión consecutiva en la que, tras ir en unas listas electorales, no lograba salir elegido por el puesto en el que le habían colocado.

En la última ocasión, con pelea interna incluida, José Blanco lo situó en el número once en la lista de Madrid, pero los socialistas se quedaron en diez escaños. Al haber perdido el Gobierno, todo hacía presagiar que la candidatura no iba a correr y que nadie abandonaría su escaño. Pese a la depresión inicial, Sánchez encontró su hueco por un imprevisto: la exministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, aceptó un puesto en el Consejo de Seguridad Nuclear, lo que le obligaba a abandonar su escaño en el Congreso.

En 2003 fue número 23 de la lista al Ayuntamiento de Madrid, que encabezaba Trinidad Jiménez. Aquel globo se pinchó muy pronto y el PSOE tampoco logró sacar los concejales esperados. De nuevo, tuvo que esperar a que corriera la lista y entró como concejal un año después de las elecciones, convirtiéndose en la mano derecha de la exministra de Sanidad.

Otro tanto le ocurrió en 2008 en el Congreso, donde tuvo que aguardar otro año a la marcha de Pedro Solbes de la política para poder ocupar el escaño.

Tras las malas esperiencias de 2003 y 2008, Pedro Sánchez estaba ya un poco abatido. Se separó del PSOE y se puso a preparar su doctorado en Ciencias Económicas, sin prever que podría volver a la Carrera de San Jerónimo. La inesperada marcha de Cristina Narbona le abrió ese espacio y acalló su malestar. En 2013 volvió a ser diputado y volvió a centrarse en la política, que es lo que más le gusta.

El precandidato a la dirección del PSOE lleva toda la vida en la política, aunque siempre en segundo plano pero con responsabilidades internacionales. Con 26 años trabajó en el Parlamento Europeo como jefe de gabinete del Alto Representante de Naciones Unidas en Bosnia durante la guerra de Kosovo. Allí conoció a Óscar López, actual secretario de Organización del PSOE, y uno de sus mejores amigos.

Por su inquietud política, en el Congreso del PSOE del año 2000 ambos participaron como delegados, junto a Antonio Hernando. Se dice, incluso, que llegaron a convocar una conferencia de prensa, que tuvo poca repercusión, pidiendo el apoyo para José Bono, aunque los tres lo niegan y José Blanco siempre se lo recuerda públicamente para enfadarlos.

Tras la victoria de Zapatero, el número dos del PSOE les llamó a ambos para configurar su equipo más cercano. Pronto fueron conocidos como “los chicos de Blanco”: Óscar López, Pedro Sánchez y Antonio Hernando.

El trabajo menos lucido

Blanco tiraba de los tres para todo, especialmente en las campañas electorales. Sánchez generalmente hacía el trabajo menos vistoso: redactar propaganda electoral, contestar emails de los ciudadanos en nombre de quien hiciera falta, o encargarse de movilizar al partido en los sitios más pequeños.

No era la primera vez que le pasaba. Con Trinidad Jiménez, en su etapa en el Ayuntamiento y en las primarias frente a Tomás Gómez, o con Miguel Sebastián, con el que también mantiene una excelente relación personal. Con todos ellos, Sánchez actuó de hombre en la sombra, dispuesto al trabajo menos lucido.

Mientras Sánchez se amohinaba en los desapachos traseros del PSOE, sus compañeros de generación (Óscar López y Antonio Hernando) lanzaban su carrera política, entrando en los máximos órganos de dirección y en puestos de salida para los cargos públicos. Sánchez siempre esperó, siempre se quedó a las puertas.

El cambio fundamental llegó en la presentación de un libro. Sánchez presentaba su tesis doctoral y en el acto logró reunir a una amplia representación de dirigentes del partido de múltiples tendencias. Sonaba rara tanta expectación, tanto por el libro como por la figura del ya diputado madrileño. Sánchez ya había oído cantos de sirena para que diera el paso a la Secretaría General del PSOE, pero ahí se lo empezó a creer de verdad.

Desde entonces, se dedica en cuerpo y alma a intentar liderar a los socialistas, y este jueves, 12 de junio, lo anunció públicamente. Una vez más, intentará no volver a quedarse a las puertas.