El Partido Popular es la formación política con la menor representación en el Parlament de Catalunya. En las elecciones del pasado 14 de febrero, los populares obtuvieron el peor resultado de su historia en la comunidad: perdieron un escaño, se quedaron con solo tres de los 135 diputados que componen la cámara autonómica y, por primera vez, el PP fue superado por Vox en unos comicios. Cuatro meses después de esa debacle, la dirección nacional del PP de Pablo Casado sigue sin articular, al menos públicamente, un proyecto de convivencia para la Catalunya actual, dividida en dos entre quienes quieren independizarse de España y los que quieren mantenerse en ella.
Este jueves, durante una conferencia ante el empresariado catalán del Cercle d'Economia, en Barcelona, Casado se limitó a mostrar su rechazo a los inminentes indultos del Gobierno a los presos del procés y acotó sus propuestas para la comunidad al ámbito económico. El líder del PP no hizo ni una sola propuesta política, más allá de una apelación al cumplimiento de las leyes. “Tenemos un plan sugestivo de vida en común para Catalunya”, señaló Casado que, sin reconocer la problemática concreta de la comunidad, aseguró que “la convivencia” la debe propiciar “el diálogo entre todos”, aunque, según añadió, “diría lo mismo si estuviera en Cartagena”.
La de este jueves fue una jornada aciaga para la estrategia del PP, que ha situado su lucha contra los indultos a los presos independentistas como el eje central de su política de oposición al Gobierno. Casado pretendía hacer caer al Ejecutivo con una ofensiva idéntica a la que planteó el partido en la época de Mariano Rajoy en contra del Estatut.
Menos de un mes después de lanzarla, esa nueva campaña ya está agotada, al no haber logrado el resultado buscado por Génova 13. Y al pinchazo en la recogida de firmas –en dos semanas solo ha recopilado 300.000, cuando en 2006 logró 800.000 en solo una semana contra el texto estatutario–, el fracaso en su plan para evidenciar las contradicciones del PSOE sobre los indultos en las instituciones –en el Congreso y en todos los parlamentos autonómicos los socialistas han rechazado mostrarse en contra de esos perdones– y el patinazo en la protesta de Colón del fin de semana –con menos asistencia que otras citas y que fue fagocitada por la extrema derecha–, se sumó este jueves el apoyo de los empresarios y de parte de la Iglesia Católica a esos indultos.
Los empresarios ven los indultos como “el inicio de un diálogo”
Los dos son sectores históricamente conservadores de la sociedad, supuestamente cercanos a la derecha y, tradicionalmente, al PP. Pero su visión de la problemática en Catalunya difiere por completo de la de la actual dirección de los populares. Justo antes de que Casado tomara la palabra en su conferencia ante el Cercle d'Economia, el vicepresidente del organismo empresarial, Jordi Gual, reclamaba al líder del PP que no considerara los indultos como “concesiones vergonzosas” sino como “el inicio de un diálogo que en algún momento pueda acabar en soluciones”. “Es necesario alcanzar estos acuerdos con la mirada puesta en el largo plazo pero con el coraje para actuar en el día a día”, insistía Gual.
Prácticamente al mismo tiempo, en una entrevista en un programa de TVE que solo se emite en Catalunya, Antonio Garamendi, presidente de la CEOE, la gran organización de la patronal española, se expresaba en términos similares y aseguraba que si la concesión de los indultos por parte del Gobierno a los presos del procés lleva a que “las cosas se normalicen, pues bienvenido sea”.
También durante la mañana, los obispos catalanes, entre ellos el propio presidente de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Juan José Omella, apoyaban los perdones a los independentistas condenados por el Tribunal Supremo a través de un comunicado: “Estamos convencidos de la fuerza que tienen el diálogo y las medidas de gracia en todas las situaciones de conflicto”.
Casado, sin embargo, hizo oídos sordos a todas esas reflexiones y se mantuvo en sus trece en contra de los indultos. “No se puede aceptar un golpe a la legalidad”, aseguraba en su intervención ante los empresarios catalanes. “No podemos aceptar que se hable de justicia como venganza, ni de una sentencia como castigo”, añadía, para concluir: “Ni siquiera veo convicción en quien propone los indultos, sino una estrategia para permanecer más tiempo en el poder. No es un juicio de valor, es hemeroteca, y tenemos que preguntarnos por qué han cambiado de opinión”.
A última hora de la mañana, el líder del PP comparecía ante los medios sin mover un ápice de su discurso. “Toda convivencia, concordia y búsqueda de reencuentro tiene que ser en el marco de la ley”, insistía, para rechazar los perdones a los presos independentistas.
Casado propone “libertad y legalidad sin ira”
El líder del PP no realizó ningún gesto de distensión hacia el independentismo, cuyos partidos cosecharon en las elecciones del 14 de febrero el 52% de los votos de los catalanes y que gobiernan de nuevo la Generalitat gracias a un acuerdo entre ERC y Junts. Tampoco dijo cuál es su propuesta para atraer a esa mitad de la sociedad de Catalunya que no se siente parte de España. Casado se limitó a desgranar ante los empresarios catalanes un “plan de choque” económico, con su retahíla habitual de bajadas de impuestos, colaboración público-privada y reducción del papel de las instituciones en la economía.
En su discurso, planteó cinco propuestas concretas, las mismas que puso encima de la mesa durante la fallida campaña electoral del 14 de febrero: un nuevo modelo de financiación autonómica, una reforma fiscal “propia para Catalunya” con la “supresión de los 15 tributos propios” de la comunidad, inversión en infraestructuras como la ampliación del aeropuerto de Barcelona o el corredor ferroviario mediterráneo, apoyo al turismo y la cultura y, finalmente, que Barcelona “sea el Sillicon Valley del sur de Europa”.
En cuanto a sus mensajes políticos, Casado se limitó a justificar su rechazo a los indultos en que “jamás” hará “nada contra Catalunya”, porque es una comunidad a la que “quiere”. Por eso insistía que su postura “no es ir contra” la comunidad “sino a favor de los catalanes”. “Por eso deseo que recupere la prosperidad, que vuelvan las empresas y que no haya confrontación en la calle, pero sin cesiones y que se haga dentro de la ley”. Para el líder del PP , “Catalunya no tiene un problema de democracia, sino de cumplimiento de la ley”, y, sin dar más detalles ni planteamientos concretos, remachaba: “Yo sigo aquí, proponiendo libertad y legalidad sin ira para construir una Catalunya para todos”.